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George Steiner: «Me asquea la educación de hoy, es una fábrica de incultos»

George Steiner: «Me asquea la educación de hoy, es una fábrica de incultos»

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Para el intelectual francés-americano de 88 años la educación actual no respeta la memoria.


«La poesía me ayuda a concentrarme, porque ayuda a aprender de memoria, y yo siempre, como profesor, he reivindicado el aprendizaje de memoria. Lo adoro. Llevo dentro de mí mucha poesía; es, cómo decirlo, las otras vidas de mi vida», dice el intelectual francés-americano George Steiner.

En entrevista con La Nación de Argentina, el filósofo y ensayista de 88 años comenta sobre el futuro y se muestra optimista porque -a su juicio- la poesía leída en papel no morirá nunca.

Respecto de que algunos consideran (a la poesía) casi sospechosa, Steiner contesta: «Estoy asqueado por la educación escolar de hoy, que es una fábrica de incultos y que no respeta la memoria».

«No hace nada para que los niños aprendan las cosas de memoria. El poema que vive en nosotros vive con nosotros, cambia como nosotros, y tiene que ver con una función mucho más profunda que la del cerebro. Representa la sensibilidad, la personalidad», agrega.

Ante la pregunta ¿No estamos educando a nuestros hijos demasiado deprisa?, advierte: «Déjeme ensanchar esta cuestión y decirle algo: estamos matando los sueños de nuestros niños. Cuando yo era niño existía la posibilidad de cometer grandes errores. El ser humano los cometió: fascismo, nazismo, comunismo… pero si uno no puede cometer errores cuando es joven, nunca llegará a ser un ser humano completo y puro. Los errores y las esperanzas rotas nos ayudan a completar el estado adulto».

«El error es el punto de partida de la creación. Si tenemos miedo a equivocarnos jamás podremos asumir los grandes retos, los riesgos. ¿Es que el error volverá? Es posible, es posible, hay algunos atisbos. Pero ser joven hoy no es fácil. ¿Qué les estamos dejando? Nada. Incluida Europa, que ya no tiene nada que proponerles. El dinero nunca ha gritado tan alto como ahora. El olor del dinero nos sofoca, y eso no tiene nada que ver con el capitalismo o el marxismo. Cuando yo estudiaba la gente quería ser miembro del Parlamento, funcionario público, profesor… hoy incluso el niño huele el dinero, y el único objetivo ya parece que es ser rico. Y a eso se suma el enorme desdén de los políticos hacia aquellos que no tienen dinero. Para ellos, solo somos unos pobres idiotas. Y eso Karl Marx lo vio con mucha anticipación. En cambio, ni Freud ni el psicoanálisis, con toda su capacidad de análisis de los caracteres patológicos, supieron comprender nada de todo esto», apunta.

Sobre las diferencias que han hecho algunos intelectuales entre «alta» y «baja» cultura, el profesor asegura que «Shakespeare habría adorado la televisión. Habría escrito para la televisión. Y no, no hago esas distinciones».

«A mí lo que de verdad me entristece es que las pequeñas librerías, los teatros de barrio y las tiendas de discos cierren. Eso sí, los museos están cada día más llenos, la muchedumbre colapsa las grandes exposiciones, las salas de conciertos están llenas… así que atención, porque estos procesos son muy complejos y diversos como para establecer juicios globales. Mohammed Ali era también un fenómeno estético. Era como un dios griego. Homero habría entendido a la perfección a Mohammed Ali», afirma.

Al final de la entrevista, el filósofo comenta respecto a su propia historia (huyó del nazismo junto a sus padres saltando de París a Nueva York): «Le diré algo que le impactará: ¡yo le debo todo a Hitler! Mis escuelas, mis idiomas, mis lecturas, mis viajes… todo. En todos los lugares y situaciones hay cosas que aprender. Ningún lugar es aburrido si me dan una mesa, buen café y unos libros. Eso es una patria. ‘Nada humano me es ajeno’. ¿Por qué Heidegger es tan importante para mí? Porque nos enseña que somos los invitados de la vida. Y tenemos que aprender a ser buenos invitados. Y, como judío, tener siempre la maleta preparada y si hay que partir, partir. Y no quejarse».

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