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El fracaso en la gestión de Santa Marta


Santa Marta se ha convertido nuevamente en el centro de discusión entre el Intendente Marcelo Trivelli y las autoridades ambientales Pablo Badenier (Conama-RM) y Soledad Ubilla (Sesma). La disputa se centra, ahora, en encontrar fórmulas que resuelvan la crisis financiera que tiene al relleno al borde del cierre y que, una vez más, tiene a la capital al borde de una crisis sanitaria, en caso de que la clausura se concrete.



Esta situación pone de nuevo al intendente Marcelo Trivelli en una posición políticamente incómoda, ya que al asumir su cargo, en enero de 2002, se comprometió públicamente a cerrar el colapsado vertedero Lepanto. Para lograr este objetivo, su principal meta fue poner en funcionamiento el relleno sanitario Santa Marta, proyecto que junto al relleno Santiago Poniente, ubicado en Maipú, se adjudicó la licitación realizada por Emeres en 2001. No obstante, al momento de la adjudicación, ninguno de los dos rellenos contaba con la aprobación ambiental de la Corema Región Metropolitana, para su construcción y operación.



En el caso específico de Santa Marta, su aprobación ambiental siempre estuvo en el centro de la polémica. Primero, por el fuerte rechazo de la comunidad de Talagante y de las autoridades municipales, principalmente por la experiencias de los vertederos Cerros de Renca, Lo Errázuriz y el propio Lepanto, donde no hubo un manejo adecuado de los residuos, lo que generó malos olores, emanaciones de gases no controlados, vectores, contaminación de la napas subterráneas por los líquidos percolados, etc. Segundo, porque el Intendente Trivelli, como presidente de la Corema-RM, incurrió en una serie de irregularidades que permitieron modificar la Resolución de Calificación Ambiental (RCA), emanada de este organismo, permitiendo la entrada en operaciones del relleno sin el cumplimiento de todas las exigencias ambientales hechas al proyecto.



A esta situación se suman una serie de problemas ambientales, económicos, administrativos, etc., que han estado presentes durante todo el período en que ha operado el relleno. Uno de los más graves se vivió en 2003, cuando se comprobó que los administradores del vertedero vertieron intencionalmente líquidos percolados en el recinto. Posteriores análisis encontraron evidencia de contaminación en zonas aledañas al relleno. Esta situación marcó un cambio en la posición de las autoridades regionales y ambientales, que finalizó con un cambio en la administración de Santa Marta.



En un principio, se pensó que con los nuevos dueños la situación cambiaría radicalmente y, por fin, se contaría con un relleno sanitario de calidad. Sin embargo, lamentablemente la ciudadanía tenía razón, pues las cada vez mayores exigencias ambientales han hecho inviable el funcionamiento de este relleno, desde el punto de vista financiero.



Por esta razón, el intendente de la Región Metropolitana, uno de los más fervientes defensores del proyecto en sus inicios, busca desesperadamente una solución que permita seguir a Santa Marta operando, ya que, de concretarse su cierre, las intenciones electorales de Trivelli podrían verse afectadas. Esperamos que no sean sólo estos motivos políticos los que influyan en la solución y, por primera vez, sea la salud de la ciudadanía y la protección del medioambiente el centro de la preocupación. Trivelli tiene la palabra.



* Paola Vasconi pertenece a Fundación Terram.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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