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Un socialismo posmoderno y libertario


Una auténtica renovación del socialismo no puede implicar simplemente el abandono de las categorías del marxismo leninismo soviético que tuvo su veredicto histórico en la implosión de campo socialista y que a fuerza de ser rigurosos nunca fue el contenido esencial del socialismo chileno, antes lo contrario. No puede tratarse tampoco de aceptar los rudos dogmas del neoliberalismo por muy rentable que una actitud de esta naturaleza pueda ser a la hora del balance personal.



Ser de izquierda es antes que nada ser crítico, pero no simplemente como una disconformidad del espíritu como estructurante de una personalidad singular, sino critico en el sentido que nos da el optimismo histórico de pensar que la sociedad y los hombres siempre pueden ser mejores.



Vivimos un mundo profundamente injusto, tres tendencias se perciben claramente en la globalización: el aumento de la pobreza y las desigualdades, el desquiciamiento ecológico que puede llegar a poner en peligro la existencia misma de la especie humana en el plantea y el despliegue de una política internacional del Imperio norteamericano que cada día se muestra mas distante de la legalidad internacional.



Las cifras son elocuentes: 810 millones de personas sufren hambre o desnutrición crónica, 1.300 millones viven con menos de un dólar diario, 843 mil de ellos son chilenos, 2.300 millones viven con menos de dos dólares diarios, la pobreza en EEUU ha alcanzado el record de 10%, las tres mayores fortunas superan los ingresos de los 55 países más atrasados que contienen a 2.500 millones de personas, EEUU y Europa gastan más en maquillaje femenino y comida para animales domésticos de lo que se necesitaría para llevar agua potable y salud primaria a los lugares del mundo en que falta, los cambios climáticos son perceptibles a simple vista y EEUU ha agredido militarmente en los últimos años a Panamá, Somalia, Haití, Yugoslavia, Afganistán e Irak y otros tantos países pueden ver el pulgar al suelo del imperio en el futuro inmediato.



Las desigualdades en Chile son escandalosas según la siempre ponderada Iglesia Católica. No exagera en lo absoluto la Iglesia. Según el índice de Gini, que es un método internacionalmente aceptado para medir las desigualdades Chile ocupa el lugar 113 (lee bien) entre 124 países medidos, entre los que están peor que nosotros se cuentan Lesotho, Botswana, Guatemala y Namibia., por su parte Burundi, Yemen y Mauritania tienen menos desigualdad. Estados Unidos está en el lugar 92 de las desigualdades, el padre mundial del neoliberalismo. Esta vez no es reconfortante que el alumno supere al maestro.



En Chile se consigue un empleo casi en la misma forma y circunstancias de un donativo. Paralelamente don Vittorio Corbo consejero del Banco Central en entrevista al diario la Tercera señala como saludable una tasa de cesantía del 8% y que si ella bajara se tendría que actuar desde el Central para evitar un recalentamiento de la economía que afectara la tasa de ganancia de los empresarios. Ergo, la cesantía y el sufrimiento son condición necesaria de la riqueza empresarial.



El mar de injusticias y desigualdades que se viven en Chile no han derivado, aún, en una explosión social, en parte, por las políticas sociales de la Concertación que si bien no reparan los abusos y exclusiones estructurales del sistema atenúan sus más dolorosos efectos. Otra parte lo ha hecho la ideología de dominación que luego de la caída del campo socialista repite monocorde en la conciencia de los oprimidos; sólo este mundo es posible, todo esclavo cimarrón lo ha pagado caro.



La superestructura ideológico-jurídica de nuestra sociedad se nos muestra en las antípodas del desarrollo de las fuerzas productivas. Nos acercamos a los 30 años desde que se nos impusiera la Constitución de 1980 y las reformas constitucionales necesarias para hacer de ella un instrumento democrático son aún un desafío.



La dialéctica entre el mundo militar y civil dista mucho de haberse planteado en términos de una soberanía popular auténtica. Se reconozca o no Pinochet no esta en una prisión y sigue recibiendo sueldos fiscales (comandante en jefe y ex senador) y teniendo escolta militar porque aún hoy los militares son capaces de operar sobre los temores de la clase política.



La justicia laboral se sigue constituyendo en un verdadero laberinto intransitable para los trabajadores violentados en sus derechos. Para ella no hay reformas ni modernizaciones. Los trabajadores pueden y deben esperar, eso de las calendas griegas.



El modelo neoliberal ha hecho todo precario. El miedo a perder el empleo ha derramado el servilismo y la indignidad entre todos quienes venden su fuerza de trabajo. Que cosas no se hacen en nuestro paÄ›s por tenr o copnservar un puesto de trabajo. No sólo por razones económicas sino también por razones de dominación los empresarios exigen más flexibilidad laboral.



La posibilidad de tener un empleo o de conservarlo que debiera ser un derecho y no una dádiva influirán o no en las elecciones internas del Partido Socialista?.



Somos una sociedad atrapada en la angustia, la soledad y el individualismo de lo cual no saldremos con los programas de Mideplan. Los enormes consumos de drogas, alcohol y somníferos tampoco ayudarán.



Esta es la realidad, en apretada síntesis.



Frente a ello proponemos el socialismo con forma posmoderna y libertaria.



El pensamiento posmoderno es un espíritu de época que el socialismo no puede dejar de considerar. Ser posmoderno significa desprenderse de la arrogancia de la razón, no para caer en los brazos de la sin razón o el absurdo, sino dejar de tener esa confianza ciega de que podemos ser dueños absoluto de la verdad.



La convicción de que podemos hacernos propietarios de la verdad objetiva nos llevara tarde o temprano a la tentación totalitaria de querer imponer los que nos pertenece en propiedad. Alí esta el germen epistemológico de los totalitarismos y del estalinismo.



Queremos un socialismo prudente ante la subjetividad del otro y resuelto ante las injusticias del sistema.



Revalorizar la subjetividad es la condición posmoderna. El abandono de esquema de validez y dimensión universal reemplazados por la reconstrucción revolucionaria de lo local parcial y fragmentario, desde los pobres desde los humildes, los trabajadores es la base de un socialismo posmoderno. Heterogéneo en concreciones unido en la crítica y la igualdad.



La sociedad se ha hecho diversa y multifacético por ello es que cualquiera sea el administrador la actual estructura del Partido Socialista no podrá dar cuenta de la realidad. La actual estructura no logrará nuevas adhesiones en la sociedad aún cuando nuestro discurso se radicalice. Tenemos problemas no sólo por nuestra debilidades de fondo con el neoliberalismo sino también por la forma del discurso y estructuras legitimantes.



Nuestro partido tiene hoy un fuerte deterioro en sus relaciones internas, el clasismo social, funciones que se hacen contradictorias.



La estructura del Partido Socialista viene del inteligente diseño leninista, pero que ha perdido vigencia no validez, pues estaba pensado para una sociedad autocrÅ•tica o cuando menos para una sociedad industrial.



Esa realidad ya no es la nuestra. Necesitamos ahora un partido, un movimiento y unas redes socialistas. Se trata de una fuerza socialista con diversas expresiones, ritmos y dinámicas. Sólo los que llevamos años en el partido podemos aún funcionar en las actuales condiciones.



La Internet ha roto de hecho las correas de transmisión del viejo partido dirigente absoluto y esclarecido. La sociedad civil venezolana detuvo el golpe militar a partir de las conexiones instantáneas establecidas por Internet más que por una acciňn desplegada planificadamente por una vanguardia política.



Es el aliento vital y creador de los ciudadanos, bergsoniano si ustedes quieren. Los militantes no somos despreciables, pero no despreciemos nosotros a los ciudadanos. Que se puede compañeros, ser socialista con y sin carnet.



En el ámbito internacional el socialismo posmoderno, diluida la estructura de bloques, debe optar por la consolidación y el respeto de la legalidad internacional. El derecho es siempre el refugio de los débiles a más derecho internacional menos abusos imperiales.



Hablamos de libertario, como un socialismo propulsor del despliegue de las libertades. Queremos una sociedad con el menos estado posible en todo lo que no diga relación con los derechos humanos de primera y segunda generación: educación, salud, empleo, derecho a la cultura. Es la hora de las libertades humanas y hablamos de lo libertario y no de lo liberal pues esta última doctrina pone como fundamento de las libertades a la económica. Y como se ha visto en toda la experiencia histórica la libertad económica no es sino el derecho de unos a explotar a otros que termina anulando toda libertad.



Todo persona debe poder disponer de su vida y de su cuerpo por ello sostenemos que se deben legalizar el aborto y el matrimonio entre personas de igual sexo. No descubrimos el agua caliente aquí, sólo volvemos al viejo Kant con eso de la autonomía entre la moral y el derecho.



Es la hora del ser humano, vencerá o perecerá.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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