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¿Debate?

Roberto Mardones
Por : Roberto Mardones Profesor de Historia, Geografía y Educación cívica. Magíster en ciencia política.
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La televisión y la radio, si bien cumplen un rol importante, no sirven para dicho fin, sobre todo porque con cuatro candidatos es difícil, candidatos que quieren aprovechar el espacio para pasar su aviso más que para discutir temas de fondo.


¿Por qué seguir llamando debate a algo que no lo es? Los medios de comunicación se jactan de realizarlos, ponen a sus mejores «cartas» a guiar el evento con mucha pompa y parafernalia, pero del contenido, nada. Los entrevistadores intentan ser agudos y sagaces, pero se pierden en su intento, pretenden figurar más que los propios candidatos que, por lo visto, tienen el ego por las nubes, bueno, de otra forma no serían candidatos.

Me pregunto que pensarán en colegios  y universidades donde se han organizado sociedades de debate, donde se les enseña a los jóvenes aquel noble arte de articular un argumento fundado sobre un tema, donde hay reglas, dentro de las cuales están el respeto y la tolerancia hacia el otro.

Según el diccionario de la real academia, debatir es discutir, disputar sobre algo, en este caso en el ámbito de las ideas políticas, proyectos de futuro (claro está de corto plazo, solo cuatro años) que, en el formato que sea, no se puede desarrollar ya por cuestiones técnicas (la televisión impone ciertas pautas) ya por cuestiones de orden netamente político contingente, es decir, los candidatos llevan un discurso armado, dicen lo que quieren decir, responden lo que quieren responder, con mayor o menor claridad, con mayor o menor vehemencia, dirigiéndose al ciudadano – elector, por tanto, el debate es mínimo y lo que observamos son las peleas mezquinas de siempre, que más se parecen a una pelea de matrimonio que en cualquier momento de fricción sacan «los trapitos al sol».

Lo anterior claramente no contribuye a la generación de opinión, lo cual es nefasto en un contexto en el cual la ciudadanía está poco movilizada, poco instruida, en fin, poco involucrada con el devenir. ¿Cómo fomentar la participación cívica si el esquema actual solo da cuenta de la existencia de una democracia formal cuyo eje son los partidos políticos y la correspondiente clase política oligarquizada? Esta época electoral es el mejor ejemplo de la política «atrápalo – todo», cuya característica principal es la desideologización, vale decir, el debate ideológico queda de lado, pasa a un segundo plano y se privilegia el discurso liviano y fácil de entender, ¿dónde está el debate propositivo? Esto genera que el ciudadano difícilmente visualice diferencias y puntos de vista divergentes, solo basta escuchar, por ejemplo, la opinión de los candidatos respecto del tema de la seguridad, todos apuntan a lo mismo, más represión. Es el período de mayor visibilidad de la clase política, políticos profesionales que se han alejado de sus bases y que solo les interesa llegar al «elector», sobre todo aquel que está en la dimensión «no responde» en las encuestas que nos inundan. Es la democracia de las audiencias, que supuestamente pone en contacto estrecho a representantes y representados. Pero ¿a quién representan?

Estamos frente a un dilema, tenemos una democracia en la cual los partidos políticos controlan la oferta y la demanda electoral sin contrapeso y sin la confianza de la ciudadanía, es más, a la ciudadanía no le interesa la política, lo cual per se es objeto de debate. Pero hasta ahora esto solo ha sido un ejercicio de corte académico y por tanto encapsulado, ante lo cual hay que asumir ciertas responsabilidades en cuanto a lo que se refiere a difusión de la discusión y colaboración en la formación de una ciudadanía activa, para lo cual, evidentemente, se requiere una vinculación con el medio más eficiente y atractiva. Esto para que el debate académico se abra y sea parte de los elementos de juicio disponibles para el ciudadano.

Es necesario debatir, hace parte de la democracia y nos debemos involucrar todos los sectores en esto. La confrontación de ideas es fundamental y para ello se deben utilizar espacios públicos. La televisión y la radio, si bien cumplen un rol importante, no sirven para dicho fin, sobre todo porque con cuatro candidatos es difícil, candidatos que quieren aprovechar el espacio para pasar su aviso más que para discutir temas de fondo. Hoy veremos otro de estos denominados «debates», no me hago muchas expectativas. Además la mayoría de los ciudadanos ya eligió su candidato, nos vemos en enero.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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