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¿A quién le importa la elección del PPD?

Fernando Arancibia
Por : Fernando Arancibia Abogado. Presidente de la Fundación Chile Ciudadano.
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Yo creo que a nadie, excepto a aquellos que salen en la foto. O, mejor dicho, los que salen en la foto le quitan todo interés a las mentadas elecciones.


Escuché por ahí a un  gracioso que dijo, con la mayor seriedad que se puedan imaginar: ¡amigas y amigos, sigo siendo un firme y comprometido  militante del PPD y la mejor prueba de ello es que nunca he ido a una sola  reunión, nunca nadie me ha invitado a alguna y nunca he votado en las elecciones internas!

Tardé algo en coger la ironía, ya que por mi parte, sí recibo de vez en cuando algún correo electrónico, que me invita a re-re-re fundar el  PPD para cambiar la manera de hacer política –o al revés–  y  caigo: ¡tocan elecciones! Como ahora.

Por supuesto que soy un militante PPD del montón. No soy  regalón de nadie, no tengo parientes en el partido, no pertenezco a ningún lote y, lo que es peor, en los buenos momentos ni  siquiera fui jefe de gabinete. Soy tan del montón que  nunca  he ido a esas reuniones que se hacen en la casa  de algún prócer  donde se come sushi y se arman las listas o los consensos;   a lo más, soy de aquellos que cuando van a las reuniones se sientan del medio para atrás y nunca salen  en las fotos –salvo aquella vez, que me identifiqué de espaldas en un mitin y quedé bastante amargado porque se me veía una  pelada grosera–.

[cita]Yo creo que a nadie, excepto a aquellos que salen en la foto. O, mejor dicho, los que salen en  la foto le quitan todo interés a las mentadas elecciones.[/cita]

En fin, del montón y todo, y  aunque no lo crean, también he tenido mis momentos. Hace como mil años, con algunos colegas creamos una agrupación de abogados muy potente, donde participaban jóvenes promesas como Manuel Durán,  Alfredo Morgado, Samuel Donoso, Boris Santander o Tomás Fabres. Con este último,  incluso nos cagamos en el piano, cuando interpusimos un recurso de protección contra el  partido, para defender a un tal Alinco, a quien se lo querían filetear como candidato en Aysén. Ya saben como terminó esa historia: Alinco resultó elegido Diputado. Después  me fui como SEREMI al mismo Aysén. Duré, creo,  dos años,  hasta que me agarré a combos con  el Honorable, y me volví a Santiago. He de confesar también, que   he hecho cosas peores que ésa –me refiero a haber apoyado a Alinco, no a los combos–: ¡trabajé en una campaña municipal para Schaulsohn! De vez en cuando, aquel episodio vuelve como una pesadilla, pero  encuentro un poco de consuelo en las  palabras que alguna vez, alguien  le atribuyó a un importante dirigente del PPD: “compañeros,  la política, siempre te dará oportunidades para cagarla más”. Cuánta razón tenía ese hombre.

En tiempos recientes participé en uno que otro puerta a puerta: unos pocos  por Frei, algunos por  Pepe Auth, y hasta grabé un mensaje radial para mi amigo Patricio Walker en Aysén. Todo ello mirando para el lado –el lado de MEO,  por supuesto–,  convencido de que perdíamos la presidencial. A propósito –y ahora nos ponemos serios–  yo no me siento responsable por haber perdido la elección presidencial.   Los responsables son otros.

La elección del PPD

¿A quién le importa la elección en el PPD? es el título de esta columna. Yo creo que a nadie, excepto a aquellos que salen en la foto. O, mejor dicho, los que salen en  la foto le quitan todo interés a las mentadas elecciones. No obstante,  cualquiera se da  cuenta de que algo importante se podría estar empezando a jugar para el futuro: la alianza estratégica  con la DC o, si se quiere, con el centro – donde hasta mi hijo de 7 años, sabe que se ganan las presidenciales en Chile- todo ello en un contexto de cambio e incertidumbre  en las preferencias electorales, que no son otra cosa por supuesto  que el natural  reflejo del cambio en nuestra sociedad. El punto es –y con ello volvemos a la idea de la foto–  que un debate  importante y necesario se ve  distorsionado, mediatizado y caricaturizado hasta el infinito por las más vulgares y usuales motivaciones de los mismos viejos actores en escena. Se trata del control de la máquina que  todavía reparte lo único que queda: las candidaturas, es decir el aseguramiento de la pega por cuatro u ocho años, osea  la pertenencia al club.

Dicho  lo cual, está claro que tengo poco interés en esta elección. No he escuchado ni leído nada todavía que me haga cambiar de opinión. Por ejemplo, alguna idea audaz – y solo por hablar del rol del partido en estos tiempos-  algo así como primarias abiertas y obligatorias, para todos los cargos de elección popular.  Pero, seamos sinceros, ¿a quién le importa en el PPD  una opinión como la mía?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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