Yo creo que a nadie, excepto a aquellos que salen en la foto. O, mejor dicho, los que salen en la foto le quitan todo interés a las mentadas elecciones.
Escuché por ahí a un gracioso que dijo, con la mayor seriedad que se puedan imaginar: ¡amigas y amigos, sigo siendo un firme y comprometido militante del PPD y la mejor prueba de ello es que nunca he ido a una sola reunión, nunca nadie me ha invitado a alguna y nunca he votado en las elecciones internas!
Tardé algo en coger la ironía, ya que por mi parte, sí recibo de vez en cuando algún correo electrónico, que me invita a re-re-re fundar el PPD para cambiar la manera de hacer política –o al revés– y caigo: ¡tocan elecciones! Como ahora.
Por supuesto que soy un militante PPD del montón. No soy regalón de nadie, no tengo parientes en el partido, no pertenezco a ningún lote y, lo que es peor, en los buenos momentos ni siquiera fui jefe de gabinete. Soy tan del montón que nunca he ido a esas reuniones que se hacen en la casa de algún prócer donde se come sushi y se arman las listas o los consensos; a lo más, soy de aquellos que cuando van a las reuniones se sientan del medio para atrás y nunca salen en las fotos –salvo aquella vez, que me identifiqué de espaldas en un mitin y quedé bastante amargado porque se me veía una pelada grosera–.
[cita]Yo creo que a nadie, excepto a aquellos que salen en la foto. O, mejor dicho, los que salen en la foto le quitan todo interés a las mentadas elecciones.[/cita]
En fin, del montón y todo, y aunque no lo crean, también he tenido mis momentos. Hace como mil años, con algunos colegas creamos una agrupación de abogados muy potente, donde participaban jóvenes promesas como Manuel Durán, Alfredo Morgado, Samuel Donoso, Boris Santander o Tomás Fabres. Con este último, incluso nos cagamos en el piano, cuando interpusimos un recurso de protección contra el partido, para defender a un tal Alinco, a quien se lo querían filetear como candidato en Aysén. Ya saben como terminó esa historia: Alinco resultó elegido Diputado. Después me fui como SEREMI al mismo Aysén. Duré, creo, dos años, hasta que me agarré a combos con el Honorable, y me volví a Santiago. He de confesar también, que he hecho cosas peores que ésa –me refiero a haber apoyado a Alinco, no a los combos–: ¡trabajé en una campaña municipal para Schaulsohn! De vez en cuando, aquel episodio vuelve como una pesadilla, pero encuentro un poco de consuelo en las palabras que alguna vez, alguien le atribuyó a un importante dirigente del PPD: “compañeros, la política, siempre te dará oportunidades para cagarla más”. Cuánta razón tenía ese hombre.
En tiempos recientes participé en uno que otro puerta a puerta: unos pocos por Frei, algunos por Pepe Auth, y hasta grabé un mensaje radial para mi amigo Patricio Walker en Aysén. Todo ello mirando para el lado –el lado de MEO, por supuesto–, convencido de que perdíamos la presidencial. A propósito –y ahora nos ponemos serios– yo no me siento responsable por haber perdido la elección presidencial. Los responsables son otros.
La elección del PPD
¿A quién le importa la elección en el PPD? es el título de esta columna. Yo creo que a nadie, excepto a aquellos que salen en la foto. O, mejor dicho, los que salen en la foto le quitan todo interés a las mentadas elecciones. No obstante, cualquiera se da cuenta de que algo importante se podría estar empezando a jugar para el futuro: la alianza estratégica con la DC o, si se quiere, con el centro – donde hasta mi hijo de 7 años, sabe que se ganan las presidenciales en Chile- todo ello en un contexto de cambio e incertidumbre en las preferencias electorales, que no son otra cosa por supuesto que el natural reflejo del cambio en nuestra sociedad. El punto es –y con ello volvemos a la idea de la foto– que un debate importante y necesario se ve distorsionado, mediatizado y caricaturizado hasta el infinito por las más vulgares y usuales motivaciones de los mismos viejos actores en escena. Se trata del control de la máquina que todavía reparte lo único que queda: las candidaturas, es decir el aseguramiento de la pega por cuatro u ocho años, osea la pertenencia al club.
Dicho lo cual, está claro que tengo poco interés en esta elección. No he escuchado ni leído nada todavía que me haga cambiar de opinión. Por ejemplo, alguna idea audaz – y solo por hablar del rol del partido en estos tiempos- algo así como primarias abiertas y obligatorias, para todos los cargos de elección popular. Pero, seamos sinceros, ¿a quién le importa en el PPD una opinión como la mía?