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Equivoqué… no tanto: tambaleante desmentida de CNN

Por: Bet Gerber


Señor Director:

En mi nota publicada el jueves 11 por El MostradorCNN desinforma: burbuja educativa estalló en otra parte” cometí un error que lamento, ante todo, porque distrae del fondo del planteo. Cierto es que, producto de  mal audio –tal vez mala audición, nadie está libre- señalé que cuando Marco Enríquez-Ominami destaca la creación en los 90 de varias universidades públicas gratuitas en Argentina, Carola Fuentes habría refutado: “con 8-10 días de clase por año y un Estado que no les puede dar trabajo después”.

CNN publicó una desmentida considerando injusta mi crítica,  firmada por la directora de contenidos editoriales quien, de paso, confunde mi nombre. De todos modos, coincido con la distraída Corina Bolívar en lo valorables que resultan numerosas entrevistas y periodistas de CNN. Esto no quita lo equívoco y  tendencioso del comentario de Carola Fuentes que cuestioné. Tal como es menester chequear al menos mi apellido si se va a citar, es aconsejable chequear la frase original -ya que se facilita el link- y analizar en qué se fundamenta.

La misma Carola Fuentes señala ayer vía  Twister: “vean la entrevista primero en el minuto 7 yo nunca dije 7-8 días sino 7-8 años”. Más tarde ajusta la cifra a 8-10 años.  En todo caso, tampoco es exacto.  Para despejar confusiones que ambas provocamos citando  mal y pronto,  transcribo en forma textual: «sí, con estudiantes que se pasan 8-10 años estudiando también…con un Estado que tampoco tiene cómo recibirlos ni ofrecerles trabajo«.  Esa fue la versión original que sigue siendo banal e indefendible.

Así como necesito reconocer honestamente que equivoqué la primera parte de la referencia, y lo siento muchísimo, porque me esfuerzo chequeando la información que publico –aun cuando no trabajo como periodista, creo que las colaboraciones voluntarias que hago también ameritan cuidado-,  también quiero subrayar que esto no altera la esencia de la columna y lo erróneo del comentario de la periodista.  La información del propio Ministerio de Educación constata que no hay ninguna carrera en instituciones universitarias argentinas de gestión pública con 10 años promedio de duración. El récord lo tiene arquitectura, con 9.5 años, sin duda una cifra alarmante, pero ni siquiera ese caso que representa el extremo encaja en  los 10  años mencionados con facilidad y desdén. Otros promedios se alejan de esos niveles: administración 6.6; ciencias de la educación 6; sistemas 7,5;  psicología 8,5; enfermería 5,7; comunicación social 7,8. Ciertamente los promedios de duración real están por sobre las duraciones teóricas, deseables. Esto, desde ya, es parte de lo que no funciona como muchos quisiéramos, pero ni aun así es exacto mencionar 10 años como parte de una generalidad. A su vez, y éste es el quid de la cuestión, la duración excesiva no hace mella en que se trata de un sistema masivo que, aún teniendo deficiencias, es contenedor de la diversidad social, accesible a las diferentes disciplinas y promotor de la movilidad social ascendente (como corresponde). Éste, a mi juicio, debiera ser el eje del debate.

En lo que respecta a la segunda parte de la frase de la periodista, copio textualmente: “con un Estado que tampoco tiene cómo recibirlos ni ofrecerles trabajo”. En este caso mi oído funcionó bien y  reitero con convicción lo expresado en mi columna: ¿en dónde te recibe y  ofrece trabajo el Estado? ¿Cómo se sostiene esta línea argumental como refutación al comentario de Enríquez-Ominami?

Los argumentos centrales de mi nota no se ven modificados por el error que reconozco. Las virtudes que se destacan sobre la universidad pública y gratuita argentina, tampoco se ven alteradas.  En mi opinión, considerando el contexto de la entrevista citada, el comentario de la periodista fue cuanto menos prejuicioso y tendiente a desacreditar estimables aspectos de la educación pública y gratuita del vecino país. Esta tendencia, insisto con pesar, no es poco frecuente en los medios masivos locales.

Lejos de querer alentar inútiles competencias, y en las antípodas de negar fallas y equívocos de cada sistema y de cada uno de mis dos apreciados países, reivindico el saludable ejercicio de aprender de lo mucho que hay de valorable en varios paisitos de nuestra austral región y asumir cuántos modelos compramos sin percibir que tenían groseras fallas de fábrica.

Bet Gerber
Directora de Proyectos de la Fundación Friedrich Ebert

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