Publicidad

¿Qué hay tras la oferta del Minsal a especialistas extranjeros?


En primer lugar, creo necesario declarar potenciales conflictos de interés en esto. No participo en el COLMED, las opiniones vertidas en esta columna son a título completamente personal, y en ningún caso pretenden apoyar al gremio médico.

Recientemente hemos sido testigos de la iniciativa del MINSAL de traer médicos especialistas españoles para cubrir el estado de déficit de especialistas en Chile. Pareciera ser una buena medida para alguien no familiarizado con las cifras. ¿Es real este “déficit”? En términos globales, no; en términos focalizados en el sector público, sí.

Chile se encuentra dentro de los estándares internacionales en relación a total de médicos generales y especialistas. El problema, y que podría explicar la sensación (y el argumento) de déficit, es la distribución de estos: sólo 44% del total (alrededor de 13.300 médicos de un total de 29.996) destina parte de sus horas al sector público. Además, el aumento de la oferta de médicos no ha sido proporcional al aumento en el porcentaje que destina parte de su tiempo a trabajar en el sector privado. El explosivo aumento de universidades privadas en las últimas dos décadas (400% más del total de egresados) y las migraciones han aumentado ligeramente la cantidad de médicos que trabajan en la atención primaria, y moderadamente la cantidad que trabajan en hospitales públicos. Es decir, el problema no es la cantidad, sino la distribución de médicos en Chile.

Respecto a los sueldos, un médico sin experiencia laboral previa, independiente de su formación, nivel de capacitación, o edad, comienza ganando alrededor de $190.000 pesos líquido mensual por cada 11 horas semanales, lo que configura un salario de alrededor de 1.200 euros por una jornada laboral completa (44 horas). Este salario aumenta con cada trienio, y con estímulos de diferente tipo, pero la realidad es que estos son marginales y favorecen a una minoría de profesionales. Por una jornada de 28 horas semanales (considera 24 horas semanales de turno, más uno o dos días de fin de semana al mes, y corresponden a los turnos de urgencia y de residencia en un servicio con pacientes hospitalizados o en una unidad de paciente crítico) un médico gana alrededor de $900.000 mensuales, equivalentes a 1.400 euros. La oferta realizada por el MINSAL menciona un sueldo de 4.500 euros por jornada completa más 5 o 6 turnos al mes para 510 especialistas, lo que sería equivalente a una jornada de 44 más 28 horas semanales. Hasta ahí todo bien, excepto que la oferta inicial habría incluido la posibilidad de trabajar sin rendir el EUNACOM (Examen Único Nacional de Conocimientos de Medicina), el que es obligatorio desde el año 2009 para trabajar en servicios del Estado y para inscribirse en FONASA. Se decidió volverlo habilitante de la profesión debido a que no se estaba resguardando la calidad de los médicos que ingresaban a trabajar al país, y hasta el momento los resultados han corroborado muchas de las suposiciones: en la versión 2011, se observó que un 78,8% del total de inscritos que estudiaron en el extranjero lo reprobaron. Por esta razón, se ha llegado a la convicción la rendición de este examen es fundamental para cualquier profesional que se desempeñe en el país.

Ante esto, se pueden sacar algunas conclusiones. En primer lugar, efectivamente es necesario cubrir los cargos que no han sido ocupados en el sector público, ya que la falta de profesionales genera aumentos de las listas de espera y poca resolutividad, entre otros muchos efectos. Sin embargo, ¿es la mejor forma importando profesionales? Nada lo puede asegurar. De hecho, los argumentos de política de formación de especialistas incluidos en el documento del Banco Mundial apuntan en otra dirección: vínculo de los recién egresados con el sector público, mejoramiento de las condiciones laborales actuales (para incentivar a los especialistas a volver), e incluso aumento de las plazas de especialización en Chile.

En segundo lugar, es imperativo que los especialistas que lleguen rindan el EUNACOM. Esto invalida el argumento esgrimido por el Ministro, en el sentido que “no se pueden esperar 2 o 3 años a que los médicos en especialización actual terminen de formarse, para que ingresen al sector público”, ya que el EUNACOM se rinde una vez al año (en diciembre), y este año ya se habría perdido. Si a eso sumamos la alta tasa de reprobación, que no asegura que los 510 cupos ofrecidos aprueben el examen, nos quedamos con una medida costosa y poco eficiente.

En tercer lugar, ¿qué se hace con los especialistas en formación en Chile en la actualidad? Este año se implementó un nuevo sistema de especialización (conocido como FORDIR), que básicamente financia la formación como especialista de un médico, a cambio de trabajar por el doble del tiempo de la formación en un servicio público (6 u 8 años dependiendo del caso). El sistema es un gran avance en términos de erradicar la formación autofinanciada en Chile (una especialidad puede costar entre 12 a 25 millones de pesos, sin considerar la imposibilidad de trabajar durante esos años –formación a tiempo completo-, lo que genera profesionales endeudados y aumenta la presión para emigrar al sector privado), que es perfectible, pero asegura una cantidad de especialistas para los servicios en un plazo conocido. Además, existe el sistema de especialistas para la APS, que vincula médicos en especialización con trabajo en la atención primaria, y otros casos aislados de médicos que están contratados por los servicios de Salud
y que van en comisión de estudios a formarse, con el consiguiente retorno.

Sin embargo, aún existe una gran masa de médicos en especialización que están en segundo o tercer año de su residencia, que actualmente no están vinculados con el sector público de salud, y a los que se podría ofrecer algún tipo de vínculo para permanecer a su egreso en el sector público. Un simple cálculo indica que por los mismos 4.500 euros para 510 especialistas, se pueden contratar 1.900 médicos residentes (becados) de los que actualmente se forman en Chile con un sueldo de 1.200 euros por mes, quedando al servicio del sector público al terminar su especialización, lo que ocurriría en un plazo de uno a dos años (dependiendo si es residente de segundo o tercer año). Considerando que la medida de los médicos españoles es al menos para un año más, esta parece ser una acción más eficiente: más médicos, en similar lapso de tiempo, al mismo costo.

Entonces, ¿Por qué el MINSAL –qué realizó con conjunto el informe del Banco Mundial, y que tiene expertos en el tema- prefiere hacer este ofrecimiento y no invierte lo mismo en médicos formados en Chile? Algunas posibles respuestas son la premura del tiempo (recordar que este año hay elecciones municipales, y el próximo parlamentarias y presidenciales), por lo que aparecer ante la opinión pública con medidas rimbombantes puede ser tentador. Otra opción es que efectivamente para el MINSAL es más barato traer 510 especialistas a ese precio, que pagar precios competitivos a los 13.300 médicos que trabajan actualmente en el sector público de salud; muchos especialistas esperarían que les subieran el sueldo si a un recién egresado le pagaran más. Por último, esta medida podría generar un aumento de la oferta secundario en el sector privado (nada asegura que los nuevos especialistas, con licencia para trabajar en el país, no se vean tentados a emigrar al sector privado al igual que los chilenos), lo que presionaría a los especialistas a emigrar al sector público producto de una disminución de las remuneraciones.

Desde el punto de vista de igualdad, parece ser transversal la opinión respecto a que no es justo que un profesional (en igualdad de formación) gane dos o cuatro veces más sólo por acogerse a este llamado; en este sentido, los sueldos deberían ser iguales para todos. Si se ha llegado a esta situación, es porque el mismo sistema genera una asimetría demasiado grande de las remuneraciones entre el sector privado y el público, a lo que se suma el desfinanciamiento crónico de la Salud Pública en Chile, que contribuye a malas condiciones laborales, sobrecarga en la atención de pacientes, y bajos sueldos.

Por último, el tema no debería ser «retener» a los médicos en el sector público (como si fuera una prisión), que es la terminología utilizada en estos casos; el asunto debería ser “atraerlos”, con buenas condiciones laborales, académicas, la posibilidad de formar equipos de trabajo a largo plazo, estabilidad laboral, y sueldos más competitivos. Trabajar en el sector público debe ser un motivo de orgullo y de gratitud de los profesionales con el país. Pero este tipo de iniciativa hace retomar el debate respecto a por qué en Chile los médicos prefieren trabajar en el sector privado. Es injusto (y poco realista) asumir que todos están interesados sólo en el dinero, pero esta situación es resultado del comportamiento de los mismos profesionales, sumado a el problema del incentivo perverso entre desempeñarse en el sector público de salud y el privado. Por esta razón, lo esperable sería que el MINSAL impulsara políticas de Estado en esta materia (no sólo del gobierno de turno) que buscaran mejorar la carrera funcionaria, atraer a los mejores profesionales, y mejorar las condiciones laborales de todos los trabajadores de la Salud. Sin embargo, esta medida sólo puede interpretarse como otro indicador de la falta de planificación para el desarrollo de un sector público de salud de calidad.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

Publicidad

Tendencias