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El candidato de Piñera ANÁLISIS

El candidato de Piñera

Camilo Feres
Por : Camilo Feres Consultor en Estrategia y AA.PP.
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Tras este poco simétrico cuoteo —al entorno de Allamand llega una figura joven, fresca y con buena evaluación pública mientras Longueira tuturutu— se esconde la preocupación de La Moneda respecto a la meseta de crecimiento en la que ha entrado la candidatura del ex titular de Economía quién es, después de él mismo por cierto, el indiscutido candidato del Presidente.


Salomónico. El Ministro del Interior, Andrés Chadwick, empató la salida de Luciano Cruz-Coke del gabinete con el llamado a retiro de una de las figuras de la UDI que más campañas tiene en el cuerpo: el ex candidato y ahora ex ministro, Joaquín Lavín.

Pero tras este poco simétrico cuoteo —al entorno de Allamand llega una figura joven, fresca y con buena evaluación pública mientras Longueira tuturutu— se esconde la preocupación de La Moneda respecto a la meseta de crecimiento en la que ha entrado la candidatura del ex titular de Economía quién es, después de él mismo por cierto, el indiscutido candidato del Presidente.

Razones para el favoritismo de Piñera con el coronel UDI hay muchas. Desde su reconocida preferencia hacia los políticos que vengan del mundo de los números hasta la dificultad que implica, para sus poco ocultas intenciones de regresar en el 2017, la instalación de un candidato como Allamand que, además de ser de su propio partido, tiene buenas credenciales en su mismo electorado.

[cita]Razones para el favoritismo de Piñera con el coronel UDI hay muchas. Desde su reconocida preferencia hacia los políticos que vengan del mundo de los números hasta la dificultad que implica, para sus poco ocultas intenciones de regresar en el 2017, la instalación de un candidato como Allamand que, además de ser de su propio partido, tiene buenas credenciales en su mismo electorado.[/cita]

En esto la Concertación y el gobierno tienen intereses sinérgicos. Allamand es más competitivo en Noviembre y una primera vuelta con Longueira como candidato de la centroderecha polariza el escenario dejando el centro político (y al electorado líquido) disponible para ser cautivado por la oferta de cambio que provenga de la centroizquierda. Por su parte, haberse jugado desde el gobierno por un candidato UDI y perder por la incapacidad de correr con él la barrera imaginaria de la “mayoría sociológica” vuelve a poner al alza las credenciales de Piñera y su mítica campaña realizada entre charangos y arcoíris.

Si Longueira gana la primaria nadie podrá acusar a Piñera de desleal, pero el problema comienza a presentarse si el caso es el contrario. Porque mientras la UDI aún no sacaba el puñal del pecho del defenestrado Laurence Golborne, en el entorno de Longueira se preparaban para desestimar la primaria e ir a la primera vuelta con dos candidatos y fue La Moneda la que —siguiendo sus propios intereses, por cierto— operó hasta último minuto por evitar ese escenario.

Si gana Allamand, sería el propio Ministro del Interior el que tendría que explicar en su partido por qué insistió en restringir los tiempos de campaña de “Pablo” a escasos 60 días cuando toda la mesa estaba puesta para servir un plato de cocción lenta. Por qué le dieron tan poco tiempo para sacar, llorar y olvidar a Golborne y —sin espacio para el duelo— salir a pedir a los comandos regionales que cambiaran la sonrisa del extinto candidato por el adusto rostro del coronel.

En suma, La Moneda tiene variadas y buenas razones para querer a Longueira instalado en la papeleta en noviembre y junto a ellas, algunas poco confesables razones para no querer que Allamand sea quien llegue hasta ahí. Y aunque el 01 de julio comienza a tejerse una historia que impacta directamente en la hegemonía del sector, todo indica que el tiro de Piñera no es un lanzamiento directo, sino un delicado golpe para entrar a la buchaca en dos movimientos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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