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Niños sobrepasados por el sistema: la verdadera crisis de la educación

Guillermo Boldrini
Por : Guillermo Boldrini Médico Pediatra y Antroposófico
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Es obvio que el camino que nuestra sociedad está tomando no es el adecuado: los resultados académicos son cada vez más deficientes, a pesar de las ingentes sumas de dinero que, a nivel gubernamental, se dirigen para implementar con computadores y medios audiovisuales la sala de clases. Los profesores en general no tienen la capacitación suficiente para reconocer y manejar a aquellos niños con dificultades. El sistema médico los recibe con escasa disposición horaria y dentro de un reduccionismo conceptual que, la mayoría de las veces, no sólo no soluciona el problema sino que lo acrecienta.


Cada día es más inquietante ver la cantidad de niños y niñas que tienen serias dificultades para adaptarse al sistema escolar y rendir adecuadamente a las exigencias que el sistema les impone.

Como fenómeno se está dando que los problemas que surgen en la sala de clases, se derivan de manera creciente a la consulta del pediatra, neurólogo infantil o médico en general. Es una oleada de niños que vienen por una diversidad de causas que explican su disfunción escolar. Sin embargo, se les tiende a encasillar dentro de un solo diagnóstico y devolver a la escuela con las famosas “pastillas” para mejorar su atención.

Es obvio que el camino que nuestra sociedad está tomando no es el adecuado: los resultados académicos son cada vez más deficientes, a pesar de las ingentes sumas de dinero que, a nivel gubernamental, se dirigen para implementar con computadores y medios audiovisuales la sala de clases. Los profesores en general no tienen la capacitación suficiente para reconocer y manejar a aquellos niños con dificultades. El sistema médico los recibe con escasa disposición horaria y dentro de un reduccionismo conceptual que, la mayoría de las veces, no sólo no soluciona el problema sino que lo acrecienta.

[cita]Es obvio que el camino que nuestra sociedad está tomando no es el adecuado: los resultados académicos son cada vez más deficientes, a pesar de las ingentes sumas de dinero que, a nivel gubernamental, se dirigen para implementar con computadores y medios audiovisuales la sala de clases. Los profesores en general no tienen la capacitación suficiente para reconocer y manejar a aquellos niños con dificultades. El sistema médico los recibe con escasa disposición horaria y dentro de un reduccionismo conceptual que, la mayoría de las veces, no sólo no soluciona el problema sino que lo acrecienta.[/cita]

El más perjudicado en este panorama es el niño, que se siente incomprendido e incluso agredido por el sistema, con la aparición de manifestaciones conductuales de oposicionismo, rebeldía, agresividad, inestabilidad emocional, con baja autoestima y sensación de fracaso permanente.

Es el momento de que, tanto a nivel de estamentos docentes como médicos, se establezca un diálogo y reflexión sobre este fenómeno social, que no es solo de Chile sino que está afectando a todo el mundo, especialmente a los países occidentales.

Se estima que un 10% de la población escolar presenta dificultades para cumplir con las exigencias académicas, ya sea por deficiencias específicas en la lectura, escritura, las matemáticas, mal manejo de la información que se les entrega, retraso en el lenguaje, incapacidad de poner atención, en fin, problemas orgánicos que interfieren en el buen rendimiento del niño en su proceso de aprendizaje.

A lo anterior, debemos sumar a aquellos niños que, si bien son normales en su desarrollo neurobiológico, presentan serias dificultades emocionales y conductuales que son consecuencia de disfunciones familiares y/o del mal manejo que en una primera instancia se estableció en el sistema educacional que los recibe, el cual no es capaz de adaptarse a su particular forma de ser y moverse en el mundo.

Este último aspecto será cada vez más álgido en la medida que todo ese universo de niños con problemas físicos, enfermedades crónicas, trastornos neurológicos, entre otros, se incorporen a un sistema de educación integrado. Si tomamos en consideración sólo a aquellos niños catalogados como del espectro autista, que no existían hace 50 años, hoy en día su número ha crecido de manera abismante, representando ya cerca del 1% de los niños.

Por lo que se ve, el desafío es grande y no se puede seguir postergando una discusión amplia y multidisciplinaria al respecto, la cual debe ocurrir en el seno de las universidades, que forman tanto a profesores como a los médicos y terapeutas que deben enfrentar a esta población infantil, la cual es obvio que no se va a adaptar al actual sistema educacional tan centrado en lo cognitivo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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