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El SIMCE, una mona vestida de seda

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Fernanda del Pozo y Manuela Mendoza
Por : Fernanda del Pozo y Manuela Mendoza Fernanda del Pozo: Socióloga de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Manuela Mendoza: Antropóloga social de la Universidad de Chile .
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“Aunque la mona se vista de seda, mona queda”, reza el dicho popular cuando con cambios meramente externos y superficiales se trata de mostrar que algo se ha transformado. Es lo que hemos visto este año con el Simce. Tras la publicación de sus resultados, la Agencia de Calidad de la Educación ha desarrollado un nuevo y atractivo discurso sobre el rol de la evaluación nacional para promover un concepto amplio e integral de calidad educativa. Esto gracias a que el actual sistema de Clasificación de Escuelas (anteriormente llamado “Ordenación”) no solo considera los resultados Simce de estas, sino también los denominados Indicadores de Desarrollo Personal y Social (antes «Otros Indicadores de Calidad», OIC), que pretenden capturar las dimensiones no académicas de la experiencia escolar, como el clima de convivencia y los hábitos de vida saludable de los alumnos.

No obstante, el discurso de la Agencia de la Calidad representa una visión de calidad educativa que sigue siendo restringida por al menos dos razones. En primer lugar, la importancia que para clasificar a las escuelas se asigna a los OIC es marginal, equivaliendo a alrededor de un tercio (27% aprox.) de aquella asignada solamente al Simce (73% aprox.). De este modo, aunque una escuela tenga excelentes dinámicas de convivencia, o por más que fomente hábitos de vida saludable, es muy probable que sea mal clasificada si tiene un bajo puntaje Simce. En segundo lugar, el valor asignado a los Indicadores de Desarrollo Personal y Social es reducido a su capacidad para influir en los resultados de aprendizaje y, por lo tanto, a su condición de factores para afectar el Simce, en vez de considerar la relevancia que de por sí tienen estas dimensiones de la experiencia educativa. Así, la gran importancia que las últimas semanas la Agencia ha otorgado al clima de convivencia escolar es simplificada a la capacidad de este para incidir en el Simce.

[cita] Mientras el Simce sea la piedra angular del sistema de evaluación, el Estado de Chile seguirá promoviendo un sistema que estigmatiza, con lo que daña y mina el trabajo colaborativo dentro y entre las comunidades educativas. Es tiempo que el compromiso de los actores e instituciones que creen que una mejor educación es posible se oriente a construir un nuevo sistema de evaluación escolar sustentado en un principio de justicia con una mirada integral de la enseñanza. [/cita]

Si bien la incorporación de los Indicadores de Desarrollo Personal y Social puede contribuir a una mirada más compleja de la evaluación educativa, tomando en cuenta ámbitos tradicionalmente invisibles para el sistema de medición nacional, es necesario advertir el peligro del discurso desarrollado por la Agencia, en tanto oculta que la Clasificación de Escuelas se sigue sosteniendo en una medición parcial, que es el Simce. En consecuencia, al ser presentada como un mecanismo exhaustivo y legítimo para definir qué escuelas son buenas y cuáles malas, la Clasificación se presta para la realización de afirmaciones rotundas sobre la calidad de los establecimientos, perpetuando así la misma lógica de la estigmatización y competencia que fuera tan fuertemente criticada con la creación del ya bien conocido «Semáforo de Lavín».

Mientras el Simce sea la piedra angular del sistema de evaluación, el Estado de Chile seguirá promoviendo un sistema que estigmatiza, con lo que daña y mina el trabajo colaborativo dentro y entre las comunidades educativas. Es tiempo que el compromiso de los actores e instituciones que creen que una mejor educación es posible se oriente a construir un nuevo sistema de evaluación escolar sustentado en un principio de justicia con una mirada integral de la enseñanza; un sistema de evaluación que promueva la calidad para todos, en vez de uno donde la excelencia de pocos se alimente del infortunio de muchos. Hasta entonces, el Simce solo será una mona vestida de seda.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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