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El Confort y la Constitución

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Guillermo Rodríguez
Por : Guillermo Rodríguez Profesor E. Básica y Magister en Psicología
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Las noticias que hemos presenciado sobre la manipulación de precios de artículos de primera necesidad por parte de las principales empresas que los producen y que son parte de la canasta básica para el cálculo del IPC vienen a reafirmar un cambio estructural del modelo.

Sin lugar a dudas, el modelo que han seguido los empresarios chilenos y extranjeros está falto de ética y moral, pues, lo importante es acumular utilidades a costa de cualquier precio y fuera de la ley. No es casualidad que el régimen tributario es un traje hecho a la medida de las grandes empresas, que los decretos y reglamentos legales favorecen el capital acumulado, que los miles de millones que mensualmente son descontados de los trabadores sirvan para invertir a las empresas que luego se coluden para perjudicar a los ciudadanos.

Ahora bien, en pleno debate sobre el procedimiento para cambiar nuestra Constitución, nos deberíamos preguntar ¿qué tienen en común el papel confort y la actual constitución?: la economía social de mercado. Esta configura un marco amplio de principios a modo de un programa a desarrollar progresivamente por los poderes públicos, dejando al Estado como regulador de un mercado, pero aquella regulación está redactada por quienes diseñaron e implementaron el modelo. El resultado de ello es evidente, la construcción de todo un sistema político-económico que garantiza al más alto nivel –como derechos fundamentales– la iniciativa privada empresarial, el derecho a la propiedad y el derecho de propiedad (art. 19 Nº 21, 23 y 24 CPR)

[cita tipo=»destaque»] La inmoralidad empresarial, la desigualdad, el tan anhelado desarrollo, el bienestar social, la calidad educativa tienen su origen en las bases que se sustenta el Estado de Chile y esto es la Constitución[/cita]

Algunos podrán decir que son algunos empresarios, ejecutivos, presidentes, parlamentarios los que no han querido cambiar o regular las acciones de las empresas. Otros culpan a la ética y a la moral como si fueran seres a quienes se deberían juzgan. Otros que no hay necesidad porque la actual carta fundamental ha sido la que nos ha llevado a los 24.000 dólares per cápita, que ha mantenido la estabilidad política, etc.

Pero, también nos ha traído uno de los peores índices de distribución, acumulación de riquezas históricas, utilidades grotescas de empresas que prestan los servicios más básicos (salud, educación, agua, luz, etc.). En el último informe titulado ¿Cómo va la vida en Chile? de la OCDE entrega datos poco alentadores que no hacen más que confirmar la situación actual.

Pues bien, la inmoralidad empresarial, la desigualdad, el tan anhelado desarrollo, el bienestar social, la calidad educativa tienen su origen en las bases que se sustenta el Estado de Chile y esto es la Constitución, si no hay un cambio profundo que traslade el modelo a un segundo o tercer plano y al Estado al primero nos seguiremos encontrando con otros pollos, la polar, las farmacias y el papel confort.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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