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Soluciones individualistas versus soluciones colectivas: ‘that is the question’

Lysette Henríquez Amestoy
Por : Lysette Henríquez Amestoy Ingeniera Civil Industrial U. de Chile.
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En estas elecciones hay en juego definiciones profundas respecto a cómo enfrentar los principales retos del futuro como sociedad, teniendo en cuenta cómo hemos ido solucionado hasta ahora nuestros desafíos y las claras limitaciones de las formas utilizadas. Todo indica que ellas tocan techo.

En el fondo de la discusión está si los temas que realmente nos importan como seres humanos los seguimos resolviendo con modelos individualistas, de mercado – del “cada uno mata su piojo”- o tenemos que recurrir a formas más colectivas y solidarias, que no son precisamente “meter la mano en el bolsillo ajeno” como señalan algunos candidatos. Esto último, partiendo por reconocer que hay aspectos básicos de la vida del ser humano que debemos garantizar en conjunto para que haya una mejor convivencia, paz social, calidad de vida, oportunidades más igualitarias y que generan mucha inseguridad en la población. En otras palabras, que constituyen derechos y que su nivel de satisfacción deberá ser acorde al nivel de desarrollo que vamos alcanzando como país y no respondiendo a simplistas soluciones de mercado para satisfacerlas.

Estos temas tienen que ver, por ejemplo, con las diferencias en la concepción de un sistema de pensiones, viendo éste desde la perspectiva del ahorro individual o de la seguridad social: ¿Tu pensión alcanza hasta cuánto ahorraste individualmente o tienes un mínimo garantizado para vivir en la totalidad de tu vejez dignamente, aunque sea modesto?  O si tu expectativa de vida como mujer es más alta, ¿Tus ahorros te alcanzan para una menor pensión que un hombre, aunque tus necesidades sean similares? O el enfoque alternativo, que parte de la base que tus necesidades son similares y hay que cubrirlas igualmente, eliminando el sesgo de género.

O en materia de salud, de acuerdo con el enfoque individualista, las mujeres y los viejos y la gente con preexistencias pagan más en esas situaciones porque le cuestan más al sistema. A diferencia de la solución colectiva, en que se garantiza salud a todos en un Plan Básico, resolviendo en conjunto como sociedad los temas de sesgos adversos de la etapa fértil de las mujeres y de las enfermedades crónicas de la vejez y de las preexistencias.

O en la educación: ¿Se hacen liceos de excelencia sólo para la meritocracia o se hace educación pública de calidad para todos? Partiendo de la base que nuestra sociedad no está constituida sólo por meritocracia y que a éstos les hace muy bien desarrollarse en la diversidad, en el país de verdad, donde van a tener que desempeñarse cotidianamente. Otro dilema ¿Formas gente para que compitan todo el día y en todo lugar? o ¿Formas buenos ciudadanos, personas para que sean felices, creativas, capaces de hacerse buenas preguntas y preparados para aprender permanentemente durante su vida? Similares razonamientos se pueden hacer frente al copago de la educación.

Son temas muy de fondo que están en juego.  Al respecto quisiera a traer a colación el caso de Nueva Zelanda, que no es precisamente Corea del Norte. En este país, la seguridad social está garantizada universalmente. Todo ciudadano por nacer allí tiene asegurada una pensión, seguro de cesantía, salud, educación, etc. Si se quiere tener una pensión mayor, existe la posibilidad de ahorro individual voluntario. Nueva Zelanda ocupa el primer o segundo lugar como el país con mayor ritmo de creación de empresas formales del mundo. Por cierto, hay un gran control social sobre el pago de impuestos, allí no cabrían casos como las empresas “zombies” ni perdonazos tipo Johnson’s. Los impuestos son razonables, ni remotamente los más altos de la OECD, hay un sector público muy eficiente y prestigiado y una población que se preocupa de que todos paguen sus impuestos y no evadan, sino los denuncian.

[cita tipo=»destaque»]En estas elecciones, los dilemas respecto a cómo solucionamos nuestros retos como país, se juegan muy notoriamente en los planteamientos de los candidatos de la derecha y la centroizquierda, y fundamentalmente entre las candidaturas de Guillier y Sánchez versus Piñera y Kast. En el primer caso (Guillier), quizás con una mayor dosis de realidad, teniendo en cuenta donde estamos y las correlaciones de fuerza, pero con un común denominador con la candidatura del FA: los retos requieren a estas alturas de soluciones más colectivas y solidarias.[/cita]

Pero no son sólo los temas sociales, de bienes públicos, que requieren de soluciones más colectivas, también los económicos, ambientales y de ciudad. ¿Cómo emprender los grandes desafíos que tiene el país a futuro en estas materias que nos lleven a ser líderes en energía solar, desarrollar la industria derivada del litio, solucionar los temas del agua, mitigar y revertir los efectos productivos del cambio climático, sin acuerdos estratégicos de largo plazo entre el sector público y el privado, velando por el bien común?

Necesitamos un Estado bastante más proactivo, que se plantee en materia de ordenamiento territorial y juegue un rol activo entre las comunidades y las empresas, que tenga un papel catalizador y complete eslabones faltantes. No nos sirve el Estado subsidiario que sólo está esperando que actúe la mano invisible del mercado, dejando pasar las oportunidades por el lado. Así no se han desarrollado la mayoría de los países en el mundo, los con altos niveles de PIB per cápita o con elevadas tasas de crecimiento. No es la trayectoria que han seguido. El tema es aún mucho más irrefutable en los temas medioambientales. Las evidencias del cambio climático son palmarias y apela a otra forma de relacionamiento de las comunidades y los individuos con el medio ambiente. Hay decisiones colectivas que tomar relacionadas con la prevención y mitigación, hay cambios culturales que debemos promover.

Por ejemplo, los chinos en el ámbito de políticas ambientales decidieron que al año 2030 todos sus vehículos iban a ser eléctricos. Eso requiere de una serie de medidas que se empiezan a tomar desde ya, 2017, en conjunto como sociedad. Son decisiones e implementaciones colectivas.

Nuestro país ha hecho uso extremo de soluciones individualistas, de “libre mercado” (que existe poco) en áreas que no corresponde (salud, educación, pensiones, agua, etc.), más que cualquier otro país del mundo.  También se ha caracterizado por prácticas abusivas, en el marco de las mismas. La Presidenta Michelle Bachelet ha intentado dar un giro, generar un punto de inflexión en esa trayectoria que llevaba una gran inercia, dado que en anteriores gobiernos de la Concertación no se habían logrado acuerdos sobre una serie de estos temas relevantes, lo que acumulaba descontento en la ciudadanía, con gran costo personal para ella; con un intenso ataque de los poderes fácticos y de los medios de comunicación controlados por ellos, dando la impresión de que el país se caía a pedazos, siendo que ni las cifras, ni en general los porfiados hechos daban cuenta de ello; se ha persistido en los cambios.

Misteriosamente, cuando se encuesta a la población, el 64% señala que su situación es buena o muy buena y que están satisfechos o muy satisfechos. Con mucho coraje, la Presidenta ha ido enfrentando los temas de fondo que jamás un gobierno de derecha hubiese abordado, y planteando las reformas que se requerían, para el bienestar de la mayoría. Quizás con problemas de prolijidad, gestión, de falta de participación y no acompañándolos con la épica del caso. Sin embargo, a la fecha van casi 300 leyes promulgadas, muchas de ellas de cambios bastante estructurales, que sin duda hay que perfeccionar, reglamentar, implementar, consolidar y profundizar.  Pero allí están y eso es un gran logro. Se atrevió.  Sin duda, el conjunto de leyes de la Agenda de Probidad y Transparencia marcan un antes y un después entre la política y los negocios. Y sus efectos se verán con los años.  Similares comentarios se pueden hacer respecto a los temas de Educación, Reforma Laboral, Reforma Tributaria, Consumidores, Anti-Colusión, Energía, temas Valóricos, etc.

Posiblemente mirado en forma más amplia, desde una perspectiva internacional, estas reformas apenas representan un mínimo civilizatorio, un mínimo higiénico, si aspiramos a ser un país desarrollado.  Lo que pasa -y reconozcámoslo con hidalguía-  es que estábamos muy atrasados en una serie de aspectos respecto a los estándares de nuestros pares de la OECD.

En estas elecciones, los dilemas respecto a cómo solucionamos nuestros retos como país, se juegan muy notoriamente en los planteamientos de los candidatos de la derecha y la centroizquierda, y fundamentalmente entre las candidaturas de Guillier y Sánchez versus Piñera y Kast.  En el primer caso (Guillier), quizás con una mayor dosis de realidad, teniendo en cuenta donde estamos y las correlaciones de fuerza, pero con un común denominador con la candidatura del FA: los retos requieren a estas alturas de soluciones más colectivas y solidarias.

A pesar de todas las encuestas y el manejo de los medios de comunicación que generan realidades y la lamentable despolitización de la población, esta no es una elección que está totalmente resuelta. Una parte no despreciable de la población percibe que lo que está en juego no es una definición menor, lo que probablemente se expresará en la segunda vuelta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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