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Provoste, la disputa por los liderazgos Opinión Crédito: Aton

Provoste, la disputa por los liderazgos

Boric sigue siendo la gran novedad: rompió análisis y encuestas que lo relegaban a la irrelevancia y mostró un talante político que le era negado a un candidato tan joven. Provoste aún no entra a las pistas electorales propiamente tales, quizás sobreentrenada desde su lugar institucional, ingresando cuando ya se jugó el primer tiempo del partido. No obstante, tiene ganado ya un indudable liderazgo. Ambos son grandes candidatos del progresismo. Pero ello no basta: es necesario el programa y, tan importante como eso, los elencos que los acompañarán en la labor gobernante.


Cómo debe estar lamentando Yasna Provoste que –por exceso de cálculo político y torpezas de sus aliados de Unidad Constituyente– una cuota importante de lo que ganó como líder institucional a la cabeza del Senado confrontando a Piñera y su Gobierno, lo perdió o dejó de ganar como líder político-electoral de la oposición.

No tuvo la visibilidad mediática ni la necesaria tensión ideológica que conllevan las primarias, que sí la tuvo Boric impresionando (y sorprendiendo a no pocos) con su talante, decisión y serenidad, disputándole seriamente el liderazgo a la candidata DC y su oferta de gobernabilidad ordenada, viable y dialogante.

A la par, entra en la competencia Elisa Loncon, disputándole su relevancia como líder institucional, y lo hace luciendo la misma alquimia ganadora de Provoste: líder institucional, de pueblo originario y mujer… con tres grandes diferencias a su favor: líder de la institución de mayor legitimidad social, la Convención Constitucional (que es de esperar no se debilite con la chimuchina inicial), en comparación con un Parlamento abrumadoramente cuestionado; no es DC (el punto más débil de Provoste, obligándola a distinciones y divorcios internos que tensionan a su partido, no obstante el rol facilitador de Carmen Frei); y, por último, Loncon es un rostro nuevo y no proviene de “la política” tan vilipendiada, ni carga con el extendido repudio ciudadano a la Concertación. ¿Hasta dónde Provoste, enfrentada a Boric, podrá esquivar ese karma concertacionista sin pagar un insoslayable costo político? Pareciera, por ahora, dispuesta a ello.

En suma, Yasna Provoste corre con dos competidores liderales: una que disputa su liderazgo institucional (más cuando pronto dejará la presidencia del Senado) y otro, Boric, su peso político-mediático, de cara a la primera vuelta electoral, teniendo en el tiempo a su gran aliado.

[cita tipo=»destaque»]En lo inmediato aparecen, además, tres grandes ámbitos en donde también se jugarán los liderazgos: la actitud  política ante los hechos de violencia (incluido vandalismo puro) ya instalados en la realidad santiaguina; el llamado conflicto mapuche, agudizado por acciones terroristas de origen dudoso, más narcotráfico y robo de madera, amén de la militarización de la zona; las demandas cada vez más centrales por indultar a los presos de la revuelta (tema que ha afectado las relaciones de Boric con el PC), incluidos los presos políticos mapuche.[/cita]

Son, con todo, procesos en desarrollo.  Un factor importante será cuán masiva o anémica sea la primaria de Unidad Constituyente. Si presenta una débil capacidad convocatoria, cualquiera sea quien triunfe (Provoste de seguro), se arrepentirá de su dudosa victoria, entrando debilitada a la primera vuelta.

En lo inmediato aparecen, además, tres grandes ámbitos en donde también se jugarán los liderazgos: la actitud  política ante los hechos de violencia (incluido vandalismo puro) ya instalados en la realidad santiaguina; el llamado conflicto mapuche, agudizado por acciones terroristas de origen dudoso, más narcotráfico y robo de madera, amén de la militarización de la zona; las demandas cada vez más centrales por indultar a los presos de la revuelta (tema que ha afectado las relaciones de Boric con el PC), incluidos los presos políticos mapuche.

Y por último, las crecientes y resonantes protestas en Cuba, que tensarán las relaciones de Boric con el
PC y demás agrupaciones en torno a paradigmas ideológicos contrapuestos en la izquierda nacional.

Sebastián Sichel tratará de sacar ventajas en esos cuatro ámbitos, particularmente del primero y último, acentuando –sin proclamarlo– su identidad de candidato de la derecha.

Provoste, por su lado, puede moverse cómoda en una cancha que ya está rayada: indultos a los presos de la revuelta, repudio al vandalismo, etcétera, y respecto de Cuba y Venezuela, sosteniendo una posición crítica sin dejarse presionar por la tentación anticomunista, que afectaría la necesaria unidad política y social de cara a una segunda vuelta presidencial.

Boric sigue siendo la gran novedad: rompió análisis y encuestas que lo relegaban a la irrelevancia y mostró un talante político que le era negado a un candidato tan joven (“¡no le tengan miedo a la juventud!”). Provoste aún no entra a las pistas electorales propiamente tales, quizás sobreentrenada desde su lugar institucional, ingresando cuando ya se jugó el primer tiempo del partido. No obstante tiene ganado ya un indudable liderazgo, capitalizando a su favor la firmeza de carácter y la claridad frente al Ejecutivo y su indiscutible progresismo. Su gran desafío, cuando ya no sea presidenta del Senado, será sostener y proyectarse como líder suprapartidos, unitaria y con el coraje necesario para encabezar los grandes desafíos.

Provoste y Boric son grandes candidatos del progresismo. Pero ello no basta: es necesario el programa y, tan importante como eso, los elencos que los acompañarán en la labor gobernante.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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