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En respuesta a las graves declaraciones de representantes de la derecha española sobre la colonización de América

Por: Grupo de académicos españoles en Chile


Señor Director: 

En los últimos días, hemos sido testigos de declaraciones de importantes políticos españoles en relación con la experiencia de la colonización del continente americano. Entre ellas, han cobrado particular visibilidad las del ex-Presidente José María Aznar, mofándose del Presidente de México mediante una referencia sarcástica a su nombre, el que mostraría la falsedad de su origen americano, o más bien su pasado español; las afirmaciones del ex-diputado de Ciudadanos Tony Cantó, ahora Director de la Oficina del Español de la Comunidad de Madrid, haciendo mención expresa a la influencia liberadora que tuvo España en América, frente a “poderes salvajes y caníbales”; o la de Isabel Díaz Ayuso, Presidente de dicha Comunidad, sosteniendo que este país trajo el catolicismo y la libertad al continente. Independientemente del aparatoso desajuste histórico a los hechos de violencia que tuvieron lugar por varios siglos y cuyos efectos perduran en las estructuras de sus sociedades, este tipo de declaraciones hace expreso un evidente sentimiento de superioridad civilizatoria de lo “verdaderamente español” frente a países que todavía son asociados con una historia de subordinación política y económica.

Con el ánimo de hacer pública nuestra posición, tras habernos desempeñado laboralmente en Chile, y conociendo por ello mismo la realidad latinoamericana de cerca, reconociendo la inmensa diversidad y riqueza cultural de sus diferentes comunidades y territorios desde el extremo sur de la Patagonia hasta el norte de México, y agradeciendo la manera generosa en que sus pueblos nos han acogido por décadas, declaramos lo siguiente:

En primer lugar, los viejos reinos peninsulares, particularmente el de Castilla al inicio, carecieron de propósito liberador alguno en el proceso de colonización del enorme espacio territorial y cultural que se entiende actualmente por América. Sin entrar en disquisiciones históricas, los diferentes monarcas y poderes del largo período colonial vieron en los territorios americanos una fuente de enriquecimiento y actuaron en consecuencia para su explotación, del mismo modo que lo hicieron los portugueses, holandeses, franceses y los británicos por su parte.

En segundo lugar, la defensa de la lengua española como propia de España y no del mundo iberoamericano es un grave error, confundiendo su origen con su actualidad y, obviamente, su futuro. De lejos, Latinoamérica es hoy el principal territorio del castellano en número y un representante fundamental hacia el mundo.

En tercer lugar, el territorio del Estado español se expresa a través de sus ciudadanos en varias lenguas y son las mismas las que deben ser voz de la institucionalidad que las acoge y las debe proteger en su totalidad. Esos mismos ciudadanos conviven fuera de sus lugares de origen y esperan un reconocimiento suficiente a la diversidad cultural en la que se formaron en el seno de sus familias.

En cuarto lugar, al igual que se ha avanzado en países como Australia, somos favorables a un reconocimiento del daño provocado por la llegada abrupta de los colonizadores a las culturas, economías y sociedades locales, destruyendo sus cosmovisiones y relaciones sociales, su estatus y formas de vida, esclavizando y sometiendo a sus poblaciones a leyes extrañas, privándolos de elementos esenciales de su existencia de seres humanos, como su lengua y religión. Esperamos que las instituciones del Estado español hagan un manifiesto gesto de amistad haciendo expresión sincera de la causa de un daño civilizatorio irreparable, sin por ello olvidar lo que España ha aportado en mayúsculas también dentro de la experiencia trágica de un encuentro entre pueblos que nunca fue entre iguales.

Finalmente, si queremos darle vida a un sentimiento de “Hispanidad”, ello no debe ir en detrimento de las primeras naciones de América, ni a favor de un ensalzamiento innecesario e inoportuno de los colonizadores. El encuentro horizontal de los pueblos de Iberoamérica, el derecho a su soberanía cultural, incluso de las comunidades más pequeñas, la posibilidad de pensar en convivir dentro de presentes y futuros diversos harán más apropiado que perviva un sentido rescatable de dicha Hispanidad, reconociendo que muchas veces nos equivocamos hablando en nombre de la civilización, la modernidad y el desarrollo, cuando el indigenismo emerge como una señal de un sinfín de imaginarios que alguna vez se truncaron sin mediar una legítima razón.

 

Firmantes,

Félix Aguirre, Profesor Titular Escuela de Sociología Facultad Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso

Modesto Gayo, Profesor Titular de Sociología, Universidad Diego Portales

Juan Ramos Toledano, académico Departamento de Ciencias Jurídicas, Universidad de la Frontera

Isaac Ravetllat Ballesté, Profesor Asociado Facultad Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Talca

Emilio Rodríguez Macayo, Director Escuela Educación Diferencial, Universidad Católica Silva Henríquez

Juan Enrique Serrano Moreno, académico Departamento Ciencias Jurídicas, Universidad de la Frontera

 

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