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¡Integración regional… Empecemos con las Pymes! Opinión

¡Integración regional… Empecemos con las Pymes!

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Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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No hemos dado el ancho” con las Pymes. En las exportaciones, las Pymes sólo representan un mínimo del total, muy poco de las empresas regionales y solo algo en materia de comercio al interior de América Latina. Según un estudio dado a conocer recientemente por la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Radiografía de la Realidad de las Pymes Exportadoras) durante el período 2018 – 2020, las Pymes realizaron exportaciones por un valor promedio anual de $1.582 millones de dólares, valor que representa poco más del 2% del total de nuestras exportaciones (página 16).

Durante ese período, los mercados de destino más importantes fueron los Estados Unidos, China, Japón, España, y los Países Bajos, países que realizaron importaciones por un valor de $719 millones de dólares. Esta cifra representa poco más del 45% del total. Perú fue el único mercado de América Latina que recibió regularmente exportaciones de Pymes chilenas, por cerca de $134 millones de dólares, promedio anual. Otros mercados incluyen a Brasil ($63 millones), Argentina ($52 millones), y México ($48 millones) (página 19). Es claro que existe una mayor interacción comercial de las Pymes con los mercados de fuera de la Región. De preferencia Estados Unidos y China, en ese orden. No obstante, es necesario recordar que ambos ya son también nuestros principales mercados, aunque en el orden inverso.

Sin embargo, parece haber una ligera preferencia de las Pymes —o, muy probablemente ligeras ventajas— para exportar a América Latina, donde sus exportaciones alcanzan una participación algo mayor, como es el caso de Perú en que llega a casi 8%, y en Argentina, donde alcanza a cerca de 7%. Ambas cifras son relativamente importantes, si se las compara con el muy bajo 2% de las exportaciones totales. En ambos casos, es muy posible que favorezca la cercanía geográfica. También, el estudio indicaría que existe una importante participación de empresas agroalimentaria en las exportaciones de las Pymes. La mala noticia es que una parte sustantiva de las empresas —independiente de su tamaño— tiende a concentrarse en la Región Metropolitana (páginas 17 y 18).

Ya sabemos que, desde la perspectiva del comercio, la integración en América Latina no avanza, pero del estudio mencionado entendemos que las Pymes agroalimentarias parecerían tener una mayor vocación para exportar y —parece— mejores oportunidades en mercados de la región. Propongo que examinemos los desafíos que enfrentan y cómo podríamos iniciar una nueva conversación sobre integración con estas Pymes. Estas comparten muchos de los desafíos que enfrentan todas las pequeñas empresas en Chile y en América Latina, pero por ahora, me referiré muy brevemente a los desafíos generales enfrentados por las Pymes exportadora para luego dedicarle unas líneas a los temas específicos de las empresas del sector alimentario y ver qué podemos ofrecer en materia de cooperación e integración.

Lo primero que debemos mencionar es la gran debilidad del marco institucional en el que deben operar las Pymes. Los temas a los cuales los pequeños emprendedores deben abocarse son múltiples y variados, y les es muy difícil encontrar apoyo real, pues la contraparte institucional se encuentra “diluida” en diferentes organismos y servicios. En la práctica, esto se transforma en un “peregrinaje virtual” (o presencial) de nunca acabar. La búsqueda de respuestas realmente efectivas a sus consultas sobre temas tan diversos como inteligencia de mercados, asesoría y acceso a fuentes de apoyo financiero, utilidad de los acuerdos comerciales existentes, logística de exportación y trámites de aduana, promoción, contactos con/y acceso a importadores, y gestión de pagos internacionales, es interminable y peor aún, desmoralizadora.

Además, las Pymes agroalimentarias deberán resolver un gran número de temas específicos del sector, que dificultan su inserción en el mercado internacional. Algunos ya han sido acordados en la OMC, FAO, OMS y otros organismos internacionales. Al respecto, cabe recordar el Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (Acuerdo MSF) y el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio (Acuerdo OTC) o las actividades del Codex sobre Normas Alimentarias, todavía en gestación. No olvidemos las recomendaciones que emanan de la Organización Internacional de Salud Animal (OIE) que promueve el comercio en el marco de normas de seguridad y salud animal. O la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (IPPC) (bajo el amparo de FAO) y cuyo objetivo principal es prevenir y controlar la introducción de pestes en la agricultura, y facilitar el comercio de productos de origen vegetal. ¡Marea, no! La verdad es que las Pymes han hecho un trabajo admirable hasta ahora.

A pesar de todo este trabajo —o, tal vez como resultado de todo ello— los exportadores agroalimentarios enfrentan un gran número de normas y regulaciones que cumplir. Más importante aún, el “aterrizaje” de su reglamentación no está armonizado —o no se aplica de manera armónica— y es muy difícil de seguir y cumplir, en especial, por las Pymes. Hasta ahora, el apoyo principal que se ofrece parece centrarse en difundir la existencia de la normativa —que no está mal— pero que es insuficiente. Ya sea siguiendo la ruta de la ALADI o alguna otra organización regional, de ahora en más, el apoyo a las Pymes deberá centrarse en facilitar el acceso a, su uso y la estandarización de la normativa a nivel regional. Tengo la convicción de que en el caso de las Pymes -más allá de los legítimos intereses nacionales de competir en esto o lo otro- existe una real posibilidad de participar, cooperar, y sembrar las bases de un proceso amplio de colaboración regional y, por qué no, de integración.    

Organicemos a las Pymes Alimentarias Exportadoras. “Club” local por ahora, pero más adelante puede llegar a ser una organización regional. Ya sabemos cuáles son los problemas que las afligen y ahora centrémonos en la búsqueda de una respuesta a sus inquietudes y los desafíos que enfrentan. Ya he comentado arriba la debilidad que tiene la institucionalidad que debe apoyar a las Pymes. Pero eso tiene solución: en otras notas, he argumentado acerca de la conveniencia de crear en un nuevo ministerio de Agricultura, una ventana única de exportadores Pymes agroalimentarios regionales, “ventana” a través de la cual se debería ofrecer y entregar todo el apoyo que requieren las Pymes para exportar con éxito. Pongamos en marcha la “ventana Chile” y luego, el ministro Valenzuela tendrá la oportunidad —en diversos foros regionales como MERCOSUR, la Alianza del Pacífico, el IICA y la Asamblea Regional de FAO— para adelantar y negociar la posible creación de “ventanas Únicas” similares en otros países, que puedan ser integradas al sistema que proponemos desarrolle Chile.

En una primera instancia —a partir del formato de la “ventana Pyme agroalimentaria” de Chile— se puede avanzar al intercambio de información “sistematizada” de utilidad para los exportadores Pymes de los países participantes en un posible acuerdo. Son múltiples los desafíos y preocupación de las Pymes del sector alimentario y en las cuales hay claramente espacio para la simplificación y estandarización de su aplicación y reglamentación: (1) autorizaciones y certificaciones zoo y fitosanitaria; (2) normativa de higiene e inocuidad alimentaria nacionales; (3) estándares y normas técnicas, incluyendo rotulado y estándares de identidad; (4) sistemas de inspección aduanera de alimentos (5) certificación de atributos especiales en el ámbito de los alimentos; (6) estandarización de envases y materiales de embalaje “verdes”; y (7) aprobación de ingredientes de uso común en la industria, entre otros.

Así, estamos convencidos que luego —dentro de los parámetros o el marco “legal” en que puedan haber sido establecidos a nivel internacional algunas de estas normas o estándares— será posible avanzar hacia la estandarización y armonización de la reglamentación y aplicación de esta normativa en el ámbito de las exportaciones de la Pymes agroalimentarias. Son muy diversos los temas a negociar y estandarizar, y la posible mayor interacción y cooperación que resultarían en el ámbito del comercio, pueden sentar las bases para una mayor integración. La sola posibilidad de lograr mayor cooperación en estas esferas, es el principio de una mayor integración comercial que pueden llevar a nuevas formas de integración económica.   

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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