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Guerra en Ucrania y la necesidad de simular el futuro

Por: Marcelo D. Miranda.


Señor Director:

De forma global, frente a la conformación de todo nuevo gobierno se hacen grandes esfuerzos para formar equipos políticos y técnicos que tienen como misión llevar adelante planes y programas que han sido prometidos a la población y por los cuales muchos de ellos han sido elegidos. Pero, lamentablemente durante los últimos años, han sido aquellos eventos globales no previstos en planes ni programas los que han dirigido fuertemente las agendas de países y continentes a través de todo el mundo.

Sequías e inundaciones severas producto del cambio climático, enfermedades de transmisión a nivel continental o global como Ébola, Zika y COVID-19, migraciones masivas a nivel continental producto de condiciones sociales críticas y de guerras o simple falta de contenedores en los sistemas portuarios ya se han sumado a las tradicionales e históricas incertidumbres que solían tener en agenda los gobiernos.

Hoy, supuestamente desde muy lejos, estamos viendo como se desarrolla una guerra entre países que ocurre de forma feroz en escenarios físicos y virtuales inimaginables, y cuyas consecuencias sociales y ambientales en muchos países, incluyendo el nuestro, no las podemos determinar todavía.

El daño económico, social y ambiental que ya ha dejado la mega sequía en Chile, junto al daño social y económico que ha traído la pandemia de COVID-19 durante los últimos dos años, nos ha dejado como país en una posición de vulnerabilidad alta frente a eventos de carácter global que ni siquiera hayamos pensado. De forma especial, si enfrentarlos puede implicar nuevos compromisos económico que se sumarian a los recientemente vividos.

Para que los gobiernos puedan cumplir de forma adecuada con sus metas bajo un contexto global de alta incertidumbre deben contar con grupos estables de prospección transdisciplinarios que sean capaces de imaginar, modelar, simular con ciencia y tecnología el cómo enfrentar eventos sociales y ambientales inéditos fuera de orden. Esto, con el objetivo de poder aumentar la resiliencia de nuestras comunidades y países.

Hace solo 5 años no creíamos posible la falta de agua que estamos sufriendo hoy, o que millones de personas fueran capaces de cruzar un continente entero en busca de mejores condiciones de vida, o que un virus en cosa de meses pusiera en jaque nuestra economía. La guerra que lamentablemente se está librando en Ucrania y que al parecer es algo lejano, la tenemos que analizar con precaución. Debemos prospectar sus efectos sociales y ambientales junto a otros eventos que pudieran ocurrir, de manera de poder aumentar nuestra capacidad de resiliencia social frente a sus inesperados efectos.

Saludos cordiales,

Marcelo D. Miranda

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