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El gobierno de Allende y su estrategia económica: Pedro Vuskovic Opinión Crédito foto: De Biblioteca del Congreso Nacional, CC BY 3.0 cl, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=16382278

El gobierno de Allende y su estrategia económica: Pedro Vuskovic

Andrés Sanfuentes Vergara
Por : Andrés Sanfuentes Vergara Economista, académico. Presidente de BancoEstado entre el año 1990 y el año 2000.
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El año 1973 se genera una severa crisis general de la economía y las formas de vida de la población, que incluso permanece en los meses siguientes al comienzo de la dictadura.


El resultado de la elección presidencial de 1970 fue muy estrecho, Allende obtuvo la primera mayoría con el 36,2%, Alessandri el 34,9% (39 mil votos de diferencia) y Tomic el 27,8%. Por lo tanto, muy lejos para llevar a cabo la revolución con “vino tinto y empanadas” que ambicionaba. Como el nuevo Mandatario no tenía su especialidad en materias económicas, encargó a Pedro Vuskovic la implementación de la estrategia en esta área, con el fin de lograr la mayoría ciudadana y, en especial, en las próximas elecciones parlamentarias en marzo de 1973. Se trataba de “crear poder popular” y, a pesar de no contar inicialmente con el respaldo del Parlamento, implantar la “vía chilena al socialismo”.

El designado Vuskovic como ministro de Economía provenía de la Cepal, era especialista en Desarrollo Económico más que en Macroeconomía. El postulado básico consideraba que se podía incrementar la demanda agregada del país sin generar serios problemas, porque existiría una importante capacidad ociosa en la oferta, como consecuencia de la capacidad instalada en los sectores productivos y suficientes reservas internacionales. Por lo tanto, había que aprovechar esta situación con varias medidas:

  • Como se contaba con el apoyo de la mayoría de los trabajadores, había que fortalecer este respaldo con un fuerte incremento de los salarios, tanto públicos como privados.
  • Las pensiones generaban un retraso que aumentaba la desigualdad social existente, por lo tanto, era necesario subirlas significativamente.
  • Había que reducir notoriamente la concentración productiva existente mediante la estatización de una parte importante de las más grandes, para lo cual se propuso la compra de varias mediante recursos fiscales, poniendo especial énfasis en el sector bancario, en que ofrecieron precios favorables a los accionistas, combinados con restricciones a las normas que reducían sus perspectivas de rentabilidad futura; en esa época el Banco Central era estatal, no autónomo.
  •  Como en una primera etapa el éxito fue limitado, se aprovechó la mayoría sindical en numerosas empresas para permitir que fueran tomadas, después de lo cual eran intervenidas por el Gobierno, el cual designaba un interventor que se hacía cargo de su gestión, otorgando beneficios especiales a los trabajadores. Esta posibilidad era contraria a la normativa que regía entonces, sin embargo, una de las figuras claves del Ejecutivo era Eduardo Novoa, presidente del Consejo de Defensa del Estado, quien invocó una antigua norma de 1932, durante la breve “República Socialista”, que no había sido derogada ni  utilizada, lo que permitió este proceder, a pesar de la crítica opositora que la denominó como “resquicios legales”.
  • El control de precios fue otra herramienta que se usó para tratar de obtener el respaldo de la ciudadanía. A comienzos de los años 70 el Ministerio de Economía era el más importante del sector económico, pues Hacienda era fundamentalmente el que administraba las cuentas fiscales y el Banco Central. El sistema de precios no funcionaba libremente, ya que los principales eran fijados por el Estado, como también las tarifas arancelarias que regían el control de las importaciones en forma muy diferenciada. De esta manera se mantuvieron los precios más importantes muy congelados y tratando de favorecer a los segmentos masivos de los consumidores. Un factor clave es esta política fueron las Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP).

Al ponerse en práctica esta estrategia, los resultados durante 1971 fueron favorables para mejorar el respaldo ciudadano, ya que el crecimiento económico llegó al 9,0% y per cápita al 7,0%, el desempleo de la mano de obra al 3,3%% y los salarios reales tuvieron un aumento del 8,5%. Por otra parte, la inflación se redujo desde el 34,9% en 1970 al 22,1% en 1971, esta última, normal para la época. Los salarios se incrementaron el 52%. Además, la participación del Estado en las empresas productivas y las expropiaciones de predios agrarios tuvieron una importante expansión. Otro avance fue el buen resultado obtenido en las elecciones municipales en abril de 1971.

Los buenos resultados llevaron al Gobierno a acelerar sus políticas populistas que buscaban un mayor respaldo popular.

Sin embargo, en 1972 los cambios macroeconómicos se aceleraron, con lo cual se inició un serio deterioro en algunos indicadores claves, como el crecimiento negativo de -1,2%, la reducción de los salarios reales en un 16,6%, como consecuencia de una descontrolada inflación que llegó al 163,4%, el agotamiento de las reservas internacionales, ya que el tipo de cambio se mantuvo congelado, lo que ocasionó un fuerte aumento de las importaciones, acompañada por el inicio de una escasez significativa de alimentos y mercaderías. A pesar de lo anterior, el desempleo tiene una leve reducción al 3,1%.

En la actividad política se generan acusaciones ministeriales, enroques y cambios de ministros en el sector económico, como Carlos Matus, Orlando Millas y Fernando Flores, la incorporación de militares a posiciones ejecutivas y el inicio de paros, entre ellos, el de octubre de ese año de los mineros del cobre y de una mayoría de profesionales. Se agrega el incremento de los “cacerolazos”, las tomas de empresas y propiedades agrarias, la reducción de la inversión, cunde el desorden social y amaina el apoyo de las clases medias.

El año 1973 se genera una severa crisis general de la economía y las formas de vida de la población, que incluso permanece en los meses siguientes al comienzo de la dictadura. Ese año el PGB decreció en un -5,6%, los salarios reales disminuyeron hasta -25,3% hasta septiembre, el desempleo creció al 4,8%, y la inflación desencadenada subió el 508,1 %, agravada por la proliferación creciente de los mercados negros, entre los cuales, mientras el tipo de cambio oficial era de E°435,3, en el paralelo alcanzó a E°1250, el desorden en las relaciones ciudadanas y los continuos enfrentamientos de la población.

 Entre las causas que agravaron la situación estuvo que los buenos indicadores iniciales llevaron a las autoridades a profundizar y sistematizar los cambios, desconociendo el hecho de que las transformaciones económicas ocurren con alguna tardanza en el tiempo, especialmente cuando son profundas.   

Quien promovió con mayor energía esta política fue Carlos Altamirano, presidente del Partido Socialista, al cual pertenecía el Primer Mandatario Salvador Allende; sus lemas favoritos eran “avanzar sin transar” y “el pueblo unido jamás será vencido” (invocado también en los tiempos actuales por minorías extremistas). Su mayor énfasis estaba en la intención de aumentar el área estatal en la búsqueda de destruir el sistema capitalista imperante.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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