Publicidad
Aprendizaje nómada, pedagogías regenerativas y pensar como suelo Opinión

Aprendizaje nómada, pedagogías regenerativas y pensar como suelo

Nuestro foco es el aprendizaje como fenómeno de la vida. Por eso creamos el Aprendizaje Nómada que busca territorializar y corporeizar los aprendizajes.


El Aprendizaje Nómada entiende que los aprendizajes no se producen por la acción de un docente sobre estudiantes sino que surge por las acciones que los estudiantes realizan en su actuar en y con el mundo. Aunque suena coherente este último planteamiento, resulta contraintuitivo si revisamos la performance hegemónica de la experiencia educativa que centra su lógica en el accionar del docente y lo coloca como actor principal. Vendría a ser una especie de motor que provee la energía para que las cosas ocurran, que controla y sostiene la experiencia de aprendizaje. Un problema grave es que si el motor falla (falta), la experiencia se viene abajo…

Voy a ocupar otra metáfora. En la agricultura ocurre algo parecido. Es difícil imaginar hoy una agricultura sin pesticidas, sin maquinaria pesada, sin química artificial e intervención del hombre. Mientras la agricultura regenerativa busca restaurar la calidad y fertilidad de los suelos degradados, la agricultura tradicional busca el uso intensivo del suelo para mejorar la producción. La agricultura, al igual que la pedagogía, surge como expresión antropocéntrica, de una visión de hombre apartado de todo lo existente y que se yergue sobre el mundo para diseñar intervenciones que buscan un resultado, sin considerar la complejidad de lo real y, menos, los costos e impactos adversos que tiene ese camino para la Vida.

A inicios de septiembre de 2023 un grupo de diez estudiantes de 6º B (área especial de la escuela), junto a un equipo de profesionales de Novomar visitan el Cerro La Ballena ubicado muy próximo al Río Maipo. El nodo de Aprendizaje Nómada fue codiseñado junto al colectivo Parque Natural Cerro La Ballena, conformado por jóvenes puentealtinos que buscan promover el cerro como un espacio comunitario. La planificación es “débil” porque se busca que las niñeces sean protagonistas. Pero el protagonista es el cerro, porque modula las acciones desde un principio. Las niñeces antes de recibir alguna instrucción corren y suben una empinada pendiente y, al llegar a una especie de terraplén, se detienen y caen rendidos ante lo que ven: sus barrios desde la altura. 

El devenir cerro abre múltiples espacios de aprendizaje para todos, incluidos los adultos, es difícil distinguir maestros de aprendices. Los adultos lo que más hacen es observar, acompañan. En la caminata surgen reflexiones y preguntas poco usuales. La curiosidad brota como el verde de un año lluvioso. El cerro cerrea y las niñeces galopan sobre su espinazo. Mientras más suben y mayor es la perspectiva, más crece su entusiasmo.

Antes de salir se conversó sobre la experiencia de alcanzar una cumbre. Ninguno de ellos experimentó algo así antes. El cerro autorregula, aparece una docilidad nunca vista. Todos se pliegan a observar la ciudad con binoculares. Aprenden a esperar el turno y a acompañar. La cumbre encapsula el tiempo, abre otras perspectivas y el colectivo está rendido en la mirada de cerro.

La relación entre Vivir y Aprender es absoluta. Aprendiendo vivimos y vivimos aprendiendo. Operativamente es imposible separar uno de otro. Sin embargo, la pedagogía de alguna manera plantea su separación. El “encierro” del aprendizaje en al aula representa esa operación. La domesticación de los cuerpos, el desarrollo de un particular concepto de disciplina, la centralidad docente y la pasividad del aprendiz, la organización jerárquica de las acciones, la clausura del espacio aula y su consecuente separación del mundo, son algunas de las estrategias “exitosamente” implementadas desde la pedagogía para crear este aula-bunker donde es posible crear experiencias a espaldas de la vida y el mundo.    

El aprendizaje nómada plantea que sin soberanía (libertad) del aprendiz no es posible que surja el fenómeno del aprendizaje. Por eso se aprende en y con el mundo, el camino del aprendizaje es el mismo camino del vivir. O sea, el aprender está esencialmente ligado al vivir, por lo tanto, buscar que alguien aprenda debe considerar que el espacio propio del aprender está dentro de la vida y no fuera de ella. Colocar la vida en estado de sujeción, querer dominar y controlar el mundo para lograr un objetivo tiene serios problemas en su planteamiento. ¿Es posible aislarse del mundo interviniendo la realidad? La respuesta es sí. ¿Eso tiene implicancias sobre el curso de la vida o lo real? La respuesta sigue siendo sí. Sin embargo, lo que olvidamos muchas veces hacer es determinar cuáles son los costos de ese tipo de operación. 

El aprendiz necesita suelo y nuestra labor finalmente se limita a eso, a ser educadores regenerativos. O sea, a pensar como suelo y no como humano. A ser guardianes de procesos orgánicos que aseguren biodiversidad, riqueza de elementos heterogéneos. A ser vigilantes frente a cualquier proceso que limite y constriña la libertad del aprendiz para que ejerza su movilidad. Es en ese juego de interacciones entre la singularidad única (el aprendiz) y la oportunidad de encuentro con todas las singularidades del Universo (sean materiales o inmateriales), que se produce el acontecimiento que explica la Vida. Y es justo ahí donde ocurre el aprendizaje… 

Ecosistemas de aprendizaje

¿Qué significa sacar del bosque al aprendiz para enseñarle sobre árboles dentro del aula?, ¿qué es lo que pierde un aprendiz si se le enseña sobre ciudadanía si no conoce la experiencia de ejercer sus derechos? En lo que hablo aparece una valoración por la experiencia y eso tiene que ver más con la vida que con el aprendizaje. Es la vida la que enseña y el modo de hacerlo es viviendo. El problema de fondo es que la vida está capturada por un pensamiento que la tiene sojuzgada. Nuestro modo de pensar determina que hoy el mundo, la realidad y, por ende, la vida esté prisionera. Para vivir, al igual que para aprender, necesitamos ser soberanos de nuestras movilidades y, también, que el mundo esté liberado de códigos impuestos que buscan limitar su potencia, como espacio privilegiado para el aprender.  

Desde el punto de vista nómada, el estudiante aprende en y con el bosque cuando “bosquea”, cuando interactúa en una dinámica de acople e interdependencia con el ecosistema que participa en un bosque. La regla de la inmanencia posibilita la emergencia de un espacio horizontal que coloca a todo elemento, incluido el aprendiz y el árbol, en un campo de interacciones caracterizado por encuentros y transformaciones. Los encuentros deben cumplir criterios que no son más que los que la Tierra permite. La metodología nómada facilita encuentros entre lo heterogéneo y posibilita flujos que siempre activan transformaciones. 

Si buscamos personas libres y conscientes, debemos construir una educación que favorezca ese sentido. Pero la pedagogía por el contrario necesita someter al aprendiz a través de un dispositivo disciplinario que persigue domesticar toda fuerza vital que no se adapta al orden escolar y su espacio codificado.

En Novomar (la primera escuela nómada del mundo), llevamos poco más de un año implementando proyectos pedagógico comunitarios en barrios de Puente Alto. Para eso creamos un enfoque que plantea una mirada y una comprensión diferentes respecto a la educación, la escuela y la pedagogía. 

Nuestro foco es el aprendizaje como fenómeno de la vida. Por eso creamos el Aprendizaje Nómada que busca territorializar y corporeizar los aprendizajes. Para eso estamos cocreando un ecosistema social junto a actores locales. La construcción del Ecosistema de Aprendizaje Nómada deviene en experiencias de aprendizaje. Los aprendizajes surgen como consecuencia de una red rizomática de interacciones que crean las condiciones de posibilidad para que toda niña o niño aprenda actuando en un territorio integrado y múltiple. El ecosistema es el suelo donde el docente, el dirigente vecinal o el talento local, así como la plaza, el huerto o la Junta de Vecinos, abren espacios de frontera que son el humus que el aprendiz necesita para sus movilidades vitales que devienen en aprendizajes. 

El Aprendizaje Nómada (AN) de Novomar es un enfoque propio que comenzó a implementarse oficialmente desde el segundo semestre de 2022. Antes hubo experimentos puntuales y también un intensivo trabajo territorial durante pandemia. El 2023, todos los miércoles y jueves del año, la totalidad de estudiantes de Novomar sale a sus territorios a ejecutar sus proyectos pedagógico-comunitarios. En ese contexto, y entre los meses de abril y agosto, un grupo de estudiantes de 7º y 8º básico desarrollaron bajo la metodología nómada un proyecto pedagógico y comunitario. En la sede vecinal de la Junta de Vecinos de la Villa Los Apóstoles en Bajos de Mena, poco menos de 40 estudiantes conversaron con vecinos y niñeces del sector. Cocrearon junto a ellos un proyecto que consistió en habilitar un espacio protegido para las niñas y los niños de la villa dentro del recinto de la Junta de Vecinos. 

Durante 20 miércoles, los estudiantes de Novomar habilitaron cuatro espacios dentro del recinto comunitario: limpiaron el lugar e hicieron jardines, pintaron un mural alusivo a las niñeces, construyeron una minicancha donde pusieron pasto sintético y crearon una tarima de madera para jugar sobre tatamis. Siempre existió articulación no solo con saberes locales, sino también con aspectos del currículo. Aprendieron cálculo de área y perímetro, requerimientos de una planta para sobrevivir (tipos de suelo, disponibilidad de nutrientes, agua y luz solar), propiedades de los materiales (aislantes y conductores térmicos y eléctricos). Muraleando aprendieron sobre lenguaje artístico, colorimetría y propósito de la obra, además que vivenciaron las etapas creativas del mural. Desarrollaron habilidades en autoorganización, trabajo en equipo, resolución de problemas prácticos. Mejoraron sus relaciones interpersonales y autoestima, aprendieron a conocerse y conocer sus territorios. 

Sin embargo, quizás lo más propio del enfoque nómada es que posibilitamos otras cosas: ejecutan trabajos creados por ellos y de acuerdo a necesidades comunitarias; verifican en tiempo presente el impacto positivo de lo aprendido; encuentran sentido y utilidad a sus tareas; experimentan la transformación de un espacio comunitario a partir de sus propias acciones; abren espacios de consulta y conversación con vecinos siendo ellos protagonistas del proceso; cocrean actividades junto a dirigentes y vecinos locales; problematizan enfoques de derecho y aseguran espacios protegidos para las niñeces del sector; aprenden actuando principios altruistas como la solidaridad y la conciencia comunitaria; se conectan con su potencia y aprenden que es posible cambiar el mundo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias