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Para dejar de sufrir tenemos que dejar de trabajar Opinión

Para dejar de sufrir tenemos que dejar de trabajar

Juan Guillermo Tejeda
Por : Juan Guillermo Tejeda Escritor, artista visual y Premio Nacional "Sello de excelencia en Diseño" (2013).
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Para dejar de sufrir tenemos que dejar de trabajar, eso es lo que opina un señor que se llama Bob Black en su panfleto ‘La abolición del trabajo’, y sigue: ––hay quienes dicen que deberíamos acabar con la discriminación en los empleos, yo digo que deberíamos acabar con los empleos…


La derecha está por el derecho al trabajo, yo estoy por el derecho a la pereza…. la izquierda está por el pleno empleo, yo por el desempleo total… a bob me lo recomendó un joven amigo de inteligencia feliz que a menudo estimula mi curiosidad y me hace sentir un agrado en leer, en pensar, en reirme y estar vivo… y en mi caso, que he trabajado toda la vida pero como jugando, como mi padre, y eso me lo reprochaba con una sonrisa mi mamá mientras me veía hacer dibujos, escribir a máquina, tomar fotos… Juangui tú no trabajas, te dedicas a jugar, y además te pagan por eso, y su reproche rebosaba no sé si orgullo, o picardía, algo que nos mantuvo siempre cerca pese a nuestras diferencias, en todo caso debo decir que detesto realmente el trabajo esclavo, estoy convencido de que es innecesario, que denigra a las personas y humilla a la especie humana…
Así es como voy repasando y recomponiendo los textos ya medio degonflés de ‘Trabajo Inútil’, un librito de 48 páginas que editamos hace unos diez años con mi gran socio de entonces, hoy no tengo socio, y ese libro se agotó en su modesta tirada de doscientos ejemplares, así es que ahora me viene la cosa de hacer una nueva edición que sería no sé si la segunda o la tercera, en aquella de la que me queda aun un solo ejemplar milagroso dice que es la segunda edición, pero me temo que sea una fanfarronada que pusimos en los créditos, o quizá sí era la segunda, no sé, bueno en esta que preparo y tendrá poquitos ejemplares, cien yo creo, en un nuevo sello editorial que se llamará quizá ‘hasta luego editores’ aparecerá en los créditos que es la tercera… y claro, en una década las condiciones del trabajo han variado, por ejemplo hay muchos más emprendedores, que es el nuevo estatus de los cesantes que se sienten así de clase media o alta, independientes, libres, a punto de ser como Bill Gates pero que autoexplotándose a fondo apenas llegan a fin de mes, aunque el emprendimiento es siempre estimulante, y también tras la pandemia el trabajo remoto o compartido hace que las oficinas estén en decadencia, las reuniones se hacen por zoom y la gente trabaja o cree que trabaja o hace creer que trabaja hablándole un poquito al celular pegado al cockpit del auto mientras maneja.
Da lo mismo, porque salvo en algunos rubros esenciales casi todo lo que hacemos es inútil o está de más, o sea que el mundo seguiría igual si dejamos de trabajar, el trabajo es como un adhesivo a través del cual mamamos de la teta dinerística, y todo eso es un sistema hidroeléctrico fuera del cual nos vamos a la sequía y a la muerte segura. El trabajo es el ticket de entrada al sistema de reparto de la riqueza, si trabajas te llega poquito, llega más cuando tus emprendimientos se han hecho rentable porque has capitalizado, eres propietario de fondos mutuos y casas y cuentas en dólares y negocios en Miami, pero eso no le pasa a todo el mundo, sí por ejemplo al dueño de un almacén que queda aquí cerca que en una entrevista dijo que hacía un millón y medio de venta al día, y que como estaba aquí todo tan grafiteado e inseguro había abierto otro boliche en Miami, bueno él es capitalista pero también trabajador porque está cada día en su almacén atento a lo que necesitamos los clientes, metiendo las cifras en la maquinita, atendiendo a los proveedores, bueno no sé si tendría yo un almacén.
Pero bueno, intento meditar sobre el trabajo y mejorar mis textos de hace diez años. Marx decía con clarividencia que casi todo el trabajo que hacemos es alienado, o sea no nos satisface, nos aburre, nos pesa, es para otros, para un alien, para algún explotador que cosifica y trafica con nuestro esfuerzo. En cambio el trabajo creativo, orientado a mi propia satisfacción y necesidad sí que es bonito: me preparo el desayuno, cuido mi jardín, saco a pasear a mi loro, escribo una novela que no va a leer nadie, mejoro el jardín del edificio junto a mis vecinos y vecinas que desconfiamos intensamente unos de otros y otras de unas, o simplemente no hago nada, eso según Marx es el buen trabajo. Pero se pone uno marxista y te empiezan a odiar, además encontrarle buenos un par de párrafos a un señor que se murió hace siglo y medio no es ser partidario de todo lo que dice ese señor, simplemente me hace sentido aquel meme, esa frase, aquella ocurrencia suya.
Bueno, vuelvo al trabajo. Hoy tengo que hacer serrar una tabla y ando en busca de un servicio de sierra mecánica, que no tengo, que me haga diez cortes en ella, parece que hay uno en La Reina, también me he propuesto seguir con una ilustración de un compadre masturbándose que es un calco de internet, es muy elegante y necesito ponerla en algún rincón de ‘Trabajo Inútil’, porque el trabajo y la masturbation alguna relación dialéctica profunda tienen, intuyo… Pero mi libro no es de eso, es sobre la libertad, sobre el tiempo existencial, sobre la ansiedad de producir más y más objetos inútiles que van a la basura y ya no somos capaces de deshacernos de tanta basura mientras los polos norte y sur se van derritiendo, más que al teletrabajo a lo que hemos llegado es al sobretrabajo…
* esta opinión fue publicada originalmente en el Facebook de Juan Guillermo Tejeda. Ver AQUÍ
  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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