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De jaguares a tapires Opinión

De jaguares a tapires

Pavel Castillo
Por : Pavel Castillo Economista y Gerente Comercial en CORPA Estudios de Mercado
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Lo más curioso de todo no es el hecho de que en Chile no hay jaguares ni tapires, sino que el problema no es macroeconómico, es principalmente político.


“Carnal, ustedes son los jaguares de Latinoamérica”, me dijo un guía mexicano cuando le conté que venía desde Chile. Su expresión es reflejo del “milagro económico chileno” en el que se experimentó un gran crecimiento económico en la década de los 90 y 00 por sobre el 6% y 4% anual, y a las mejoras increíbles en áreas como pobreza, empleo, productividad, inversión, educación, servicios públicos, entre otras. 

“Creo que hoy estamos más cercanos a ser un tapir”, le respondí pensando en la metamorfosis kafkiana de Chile en la última década, en que crecimos un modesto 2% anual y un humilde 1% per cápita. La próxima década no promete nada muy distinto, el Banco Central proyecta un PIB tendencial de Chile levemente sobre el 2% anual, es decir, continuando con las alegorías de la selva sudamericana, seremos como un jaguar que se alimenta de pellets y olvidó cazar. 

Sin embargo, lo más curioso de todo no es el hecho de que en Chile no hay jaguares ni tapires, sino que el problema no es macroeconómico, es principalmente político. A estas alturas ya hay diagnósticos compartidos entre los economistas de los problemas que tenemos: (i) un sistema político fragmentado e incapaz de llegar a acuerdos, en el que se legisla por ideología y cortoplacismo, y no por evidencia y convicción; (ii) un Estado excesivamente burocrático que hace difícil y largo invertir; y (iii) una mala educación que se refleja en una productividad prácticamente estancada. 

Por otro lado, también hay acuerdos en que debemos hacer mejoras macroeconómicas, sobre todo en la reasignación de factores, es decir, producir y destinar recursos a las empresas y sectores más productivos. Esto, debido a que nos enfrentamos a algunas debilidades estructurales del mercado que no hemos podido solucionar adecuadamente, como la (iv) alta concentración en los mercados (1% de las empresas vende el 90%); (v) subregulación de algunos mercados con utilidades excepcionalmente altas, y la (vi) acotada profundidad de capitales para empresas medianas y pequeñas.   

“Cuando los jaguares desaparecen o pierden el apetito es cuando más proliferan los tapires”, me respondió el guía. Lo mismo ocurre cuando una empresa deja de querer crecer, provoca que se estanca, deja de innovar y termina saliendo del mercado. A los países les pasa lo mismo. En la selva el jaguar caza porque tiene hambre, el tapir disfruta los charcos y el pasto, ambos son felices y viven en un equilibrio. 

¿Pero qué pasaría si un día los miopes tapires les exigieran a los jaguares que les deben traer comida? Como si hubiera escuchado mis reflexiones, mi amigo sentenció: “Carnal, ustedes no tienen ni jaguares ni tapires ni selvas, mejor sean cóndores y huemules”.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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