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Cierre del John Dewey College: no somos un pedazo de tierra

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Por: Gabriela Calvo


Señor Director:

He estado ocho años junto a mis compañeros. Ocho. Me he vuelto muy cercana a ellos, son mis mejores amigos. El ambiente en el que nos desarrollamos siempre fue pequeño. El John Dewey College no es, en efecto, un colegio muy grande, pero a mí me gusta tal y como es. Mis compañeros me hacen reír todos los días, sonrío sólo al verles.

¿Y todo esto para qué? Si ahora me entero que han decidido cerrar el colegio en el que estuve casi toda mi vida. Pasaron segundos después de que me contaron la noticia, y rompí a llorar. No lo soporté. ¿Qué pasaría con mis amigos y amigas?, ¿qué pasaría conmigo? Tantos años formando relaciones de amistad con ellos, confianzas, lo que vivimos juntos. Intento pensar en soluciones, pero mi mente está llena de tristeza y desesperación. ¿Y qué pasa si no los vuelvo a ver? Intento mantenerme positiva para poder pensar en posibles soluciones, pero no sé qué hacer. Mis amigos también intentan ser positivos, pero es difícil en estas circunstancias: estamos en medio de una pandemia y lo más importante es quedarnos en casa y cuidarnos. No puedo estar mentalmente saludable si es que sé que no podré estar más en el mismo curso con todos mis compañeros y compañeras de la vida. Lo único que ahora quiero es volver a estar con ellos y estudiar juntos hasta que nos graduemos. Pero esto tampoco se trata sólo de mis amigos y mis amigas. Están los profesores que se esforzaron en enseñarnos de una manera divertida pero eficiente, que se preocuparon por nosotros y nosotras; que más que profesores, fueron amigos.

Los alumnos y alumnas, profesores y profesoras, las y los auxiliares, directores y, en este caso, los dueños, conforman juntos un colegio. No tan sólo los dueños. Sí, quizás se trate de su terreno, pero nosotros no somos parte de él, y por lo tanto lucharemos para que el colegio no se cierre. Nunca nos preguntaron, nunca nos pidieron nuestra opinión, nunca nos avisaron. Decidieron que se acababa y punto. La función de un colegio es enseñar, enseñar ámbitos que son fundamentales para la vida y la formación, como las matemáticas, el lenguaje, la biología, etc. Pero el John Dewey no nos enseñaba sólo eso, nos enseñaba a ser buenas personas, a tener respeto, honestidad, tolerancia y empatía. Dentro del colegio todos nos conocíamos, construimos un ambiente de confianza. Como una familia. Disfrutaba ir al colegio, porque significaba que pasaba semanas enteras con mi curso que tanto amo, con los profesores que hacen las clases mucho más entretenidas. ¿De verdad quieren cerrar y cancelar algo tan único? Ni siquiera tengo claro el por qué de esta noticia: dicen que no es por la pandemia, que al parecer lo tenían pensado desde antes, pero ¿hubo alguna advertencia? ¡No! ¡Ninguna! Hay rumores de que demolerán el colegio y construirán un edificio. De que es por un supuesto cierre de un ciclo, en fin.

También tengamos en cuenta a aquellos niños y niñas que fueron admitidos en el John Dewey, cuyos apoderados debieron pagar una cuota de ingreso para que pudieran estudiar en este colegio. ¿Y ahora les dicen que se cierra el próximo año? ¿Pagaron esa cantidad de dinero para estudiar un solo año?

Pienso que está muy mal cerrar un colegio. No sólo por mis amigos y amigas. Sino también porque nos deja a cientos de alumnos y alumnas sin colegio, a auxiliares y profesores sin trabajo, en unas circunstancias donde es extremadamente difícil conseguirlo. Sé que hay gente a quien probablemente no le importará mucho lo que pase con el John Dewey, pero quizás lo entiendan mejor si piensan en una gran amistad colectiva, que lleva tanto tiempo… y que nos den esta noticia. Es algo que duele, y duele mucho. Me paso todo el día pensando en lo mismo. Solo quisiera que sepan que hay un enorme descontento en la comunidad del colegio entero y que empaticen, especialmente en estos tiempos difíciles en donde tanto nos tenemos que apoyar.

Gabriela Calvo
1º B, John Dewey College

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