Publicidad

El desafío de abril: lo colectivo frente a lo individual

Por: Álvaro Muñoz


Señor Director:

El pueblo de Chile se manifestó inapelablemente en favor de eliminar la agonizante Constitución impuesta. Esto, por cierto, es motivo de profunda alegría para quienes creemos que la deliberación colectiva es una necesidad ineludible cuando se trata de la configuración de la ley fundamental del Estado. Sin embargo, de la alegría hemos pasado a la preocupación. La Convención se ha convertido en el objeto de deseo de muchos y muchas que hoy, como polillas encandiladas por una bombilla fulgurante, se arrojan a la carrera constituyente a través de candidaturas fundadas en anhelos particulares. Otros/as, ya organizan alianzas entre partidos con la pretensión de atribuirse la representación del Apruebo.

Se trata de un fenómeno que, a la luz de lo que hemos experimentado en el último año, resulta incomprensible. El personalismo de estas pre-candidaturas atenta no sólo en contra de la naturaleza del resultado del plebiscito, sino que también en contra del espíritu del preámbulo que hizo posible esta histórica votación; se hace urgente, por tanto, interpretar adecuadamente la situación. Que prácticamente 8 de cada 10 votantes haya considerado que el mejor instrumento para escribir la nueva Carta Magna sea una Convención Constitucional es, por un lado, una señal perentoria de rechazo a los partidos políticos tradicionales y, por otro, la expresión de un deseo de participación colectiva en las decisiones estructurales de nuestra democracia. En otras palabras, la ciudadanía, hastiada de una política neutralizada y, en consecuencia, incapaz de hacer frente al abuso, ha exigido, con una contundencia inédita, recuperar su voz y participar en la construcción del país que queremos para los años venideros.

Como debiese resultar evidente, las candidaturas “polillescas” y las alianzas inconsultas van en la dirección opuesta al afán deliberativo grupal manifestado por la mayoría que se manifestó el 25 de octubre. Hoy, más que nunca, se trata de subordinar lo individual a lo colectivo. No es sencillo: el proceso que vivimos exige invertir la lógica atomizadora que nos trajo hasta este punto. A pesar de la complejidad, es necesario que este momento fundacional tenga un origen común. Ya sabemos qué ocurre cuando la exclusión deviene normalidad e institucionalidad.

 

 

Publicidad

Tendencias