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Harald Edelstam, defensor de los derechos humanos

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Por: Paulina Morales


Señor Director:

Este 16 de abril se cumple un nuevo aniversario de la muerte del diplomático sueco Harald Edelstam (1913-1989). Su figura y trayectoria lo han situado, merecidamente, en el lugar de los grandes que hacen de su vida un compromiso por la paz, la justicia y los derechos humanos. Cumplió misiones diplomáticas en distintos lugares del mundo, entre ellos Alemania, Holanda, Polonia, Indonesia o Filipinas. En el Berlín de los años del nazismo defendió a muchas familias judías, labor que continuó luego desde Noruega, su siguiente destinación.

En 1972 llegó a Chile y aquí lo encontró el golpe de Estado de 1973. Conmovido por la cruenta represión desatada contra los partidarios del proyecto de la Unidad Popular, realizó denodados esfuerzos por proteger sus vidas amenazadas por la prisión política, la tortura y la persecución. La embajada de Suecia en Santiago de Chile se abrió cual hogar generoso para acoger a ciudadanos de distintas nacionalidades cuyo destino era la muerte, de no haber mediado su protección. Su destacada labor humanitaria tuvo como consecuencia la declaración como persona non grata por parte de la Junta Militar, debiendo abandonar el país en diciembre de 1973. En esos cortos tres meses, no obstante, salvó cientos de vidas.

Hoy, a 32 años de su partida, tiene sentido preguntarnos dónde estaría Harald Edelstam y qué estaría haciendo. Sin duda la respuesta la encontramos en su propia trayectoria vital: estaría en algún lugar del mundo cumpliendo de manera impecable su labor diplomática y, por supuesto, defendiendo los derechos humanos allí donde son amenazados o derechamente atropellados. Su testimonio es elocuente en una de las cartas escritas a su esposa, donde se lee: “Como sabes, pienso que un diplomático no debe limitarse al rol tradicional de fría objetividad y observador del analista. Yo soy de los que se involucran intensamente, como ahora en Chile. Entiendo que ese accionar comprometido es parte de las tareas de una Embajada. Considerar que el trabajo de un Embajador en un país lejano es un puesto de retiro es una política totalmente errónea”.

Como un pequeño pero merecido homenaje, la Cátedra Unesco de Educación en Derechos Humanos de Chile lleva su nombre. Desde su nacimiento en 2003, y bajo la dirección de Abraham Magendzo, Premio Nacional de Ciencias de la Educación 2017, su labor se ha centrado en la promoción de estos derechos, especialmente en el campo de la docencia y la investigación. Edelstam, sin ser un educador (fue jurista) hizo carne uno de los lineamientos centrales de la educación en derechos humanos, que es educar «por medio» de éstos, es decir, practicar con el ejemplo aquello que se predica.

En momentos tan complejos para el mundo entero producto de la pandemia, y en particular para Chile –donde se suman los sucesos devenidos de octubre 2019, cuyas consecuencias en materia de violaciones a los derechos humanos son tanto visibles como deplorables- el ejemplo de Harald Edelstam nos acompaña y orienta en el camino de educar para que la cultura de los derechos humanos y de la paz sea algún día una realidad. Pero no como mero discurso, sino como palabra puesta en acción.

Paulina Morales,

Integrante Cátedra Unesco de educación en derechos humanos Harald Edelstam

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