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¿Nos ayuda la psicología actual? Opinión

¿Nos ayuda la psicología actual?

Omer Silva Villena
Por : Omer Silva Villena exprofesor UACH/UFRO/ lingüista
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En los tiempos que corren observamos que las así llamadas “ciencias de mente” en más de dos mil años no han sido capaces de explicar o dar cuenta de los procesos psicológicos que verdaderamente orientan el desarrollo humano. Si no miremos cómo se ha desfigurado la salud mental. Los medios, en distintos tonos, nos alertan sobre el aumento de los conflictos psicológicos en niños, adolescentes, adultos, y personas mayores. Es un terreno que, sin dudas, pertenece al campo clínico. Pero vale la pena mirar un poco la historia y considerar también otros saberes de tiempos ignotos que ayudan mucho.

El estudio de lo que podríamos llamar los “anales del ser humano”, inquietudes, anhelos íntimos, deseos, impulsos, emociones, pasiones,  esperanzas, desesperanzas, miedos, frustraciones, envidias, celos, etc. etc. desde tiempos inmemoriales han constituido un objetivo  o meta por alcanzar, de distintas formas, una especie de “equilibrio existencial”. A esta tarea se dedicaron antiguos sacerdotes Egipcios cuando crearon en el país asoleado de Kem templos y santuarios para desarrollar el “culto Osiriano” (armonía del Universo, fertilidad de la tierra,  vida eterna) y su reflexión dentro del Ser Humano buscando transformar al “Ser Vulgar” en “Ser Interior”. Del mismo modo entre los “Misterios Tibetanos” existió y existe hoy  la temática inherente al estudio de lo que el Lamaísmo identifica como “agregados psicológicos”, “demonios rojos de Seth”, “pecados capitales” ,aludiendo a esas energías desordenadas que habitan  dentro del psiquismo, determinando conductas indeseables, contradictorias, arbitrarias, nefastas y perjudiciales para el mismo desarrollo de la humanidad. Tanto en el Lamaismo como en Budismo y, también en el Cristianismo encontramos formas para “aniquilar” estas entidades inferiores que dañan el alma y el espíritu. Así no más C.G. Jung las describió “agudamente” a partir de una “decapitación psicológicas de los egos”.

La Filosofía Griega, hermana de la Philokalia Egipcia (Amor por lo Bello),  hicieron nacer  la “ciencia del Alma o, simplemente “psicología” (Griego: psique y logos) o “tratado sobre la psiquis y el alma”. El mundo griego se preocupó  por desarrollar dentro de los “misterios de Eleusis  y de Dionisios enseñanzas dedicada a escrudiñar las “zonas obscuras” del comportamiento humano elaborando una didáctica para hacer comprender la urgente necesidad de eliminar, dentro de cada cual, la “Medusa” particular, el “Minotauro” o las “gorgonas” venenosas que buscan siempre desestabilizar la armonía, felicidad, y belleza interna o angelical del género humano.

Los pueblos mesoamericanos como los Mayas, Aztecas, Olmecas, y, en nuestra América, Incas, Chibchas, Mapuches, Quechuas y muchos más. Nos advirtieron de la presencia en el interior del ser humano  de innumerables y “variados visitantes” causantes de desgracias morales, sociales y psicosomáticas. Recordemos la Diosa Luna Coyolxauhqui (todo lo malo) enemiga de Huitzilopochti (el sol, la luz, la sabiduría divina, el bien, etc.). El primero acompañada por los “cuatrocientos Surianos” o criaturas sin ley, anárquicos, violentos que podemos estudiar en la tradición Azteca. Sin ir más lejos en “Harpas Eterna” de Hilarión del Monte Tebo (El mismo Pablo de Tarso o el Instructor de la Humanidad) nos enseña a “expulsar el maligno o el “inicuo” para restablecer la Paz  y la comunión con lo Divino.

Miradas todas estas concomitancias filosóficas, psicológicas y teológicas entendemos que el Ser Humano  ha tenido y tiene un afán por encontrar nuestras raíces auténticas, identidad verdadera,  y valores desde la misma “Aurora de la Creación”. Si tanto las “ciencias duras” como en “ciencias blandas”, dentro de la sociedad y en el mundo académico, tomáramos en cuenta la sabiduría del Mundo Antiguo, así como las cosmogonías de los pueblos originarios, viviríamos en nuestros “países psicológicos” individuales con mayor atención al mundo espiritual, más que el mundo material. Por lo que le pasa al planeta hoy debemos enfrentar una especie de “cataclismo psíquico” de cuyos escombros surja la “Jerusalén Celestial”, “la Isla de Cristal”, “el Jardín de las Espérides”, los “Campos Elíseos”. No seguir comportándonos como seres individuales  hipnotizados por nuestras fantasías, soñando con ser leones o águilas cuando, en verdad ¿qué somos? ¿humanoides intelectuales? O simplemente, un “bípedo tri-cerebrado” equivocadamente llamado Hombre. Nuestra esencia será siempre aquella “lámpara de Aladino” que nos permite hacer realidad el prodigio de la vida. Hay que creer para poder ver, y, NO lo contrario.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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