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A 50 años del Primer Congreso de Científicos: los mismos  profundos problemas exigen la realización del segundo Opinión

A 50 años del Primer Congreso de Científicos: los mismos profundos problemas exigen la realización del segundo

Quienes producen conocimiento no disfrutan en forma proporcional de las riquezas que producen, ni sus condiciones de trabajo son las más justas. La superación de esta situación estructural constituye la razón profunda de la organización del Segundo Congreso del Conocimiento, el cual, en el proceso de gestión actual en el que está, requiere de la mayor participación nacional para el inicio de cabildos regionales.


Este artículo combina elementos informativos y algunos de relato autobiográfico. Es así porque en 1971 me correspondió organizar el Primer Congreso Nacional de Científicos, en mi condición de Secretario Ejecutivo de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT), designado por el presidente Allende. Mi visión para el cargo se nutría de experiencias de estudio y de trabajo que se iban a plasmar en el primer congreso.

Desde el 2020 fui contactado por compañeros y compañeras para la realización de una segunda experiencia de esta naturaleza, que se vio postergada por la pandemia de COVID y ahora, a fines del 2022, se está desarrollando un proceso organizativo del Segundo Congreso de Trabajador@s del conocimiento.

En lo académico, antes de ser Secretario Ejecutivo de la CONICYT, me formaba y especializaba en los temas del conocimiento (Filosofía de la Historia, Curso de Filosofía para Científicos, prof. Louis Althusser, École Normale Superieure/rue d’Ulm, 1977/78).

Su correlato gremial lo desarrollé en el proceso de Reforma Universitaria (1967-1970), en cuyo diseño, implementación e institucionalización tuve alta responsabilidad, llegando incluso a ser funcionario de la Secretaría General de la U.Ch. para tal propósito.

La combinación de conocimiento crítico y democratización universitaria formaron la perspectiva para encarar la organización del Primer Congreso de Científicos.

Medio siglo de cambios sin precedentes

Entre el primero y segundo congreso, en medio siglo, el mundo ha experimentado cambios sin precedentes en la historia moderna. Cambios productivos, tecnológicos, económicos, culturales, sociales de tal magnitud, que exige no sólo conocerlos, sino discernirlos críticamente para no engañarnos con una continuidad inexistente..

Los cambios han sido de tal dimensión que un muchacho de 20 años de hoy vive, estudia, trabaja en un escenario absolutamente diferente al que existía hace medio siglo. Las grandes industrias y sus sindicatos masivos han sido desplazados por el trabajo desarticulado e individualizado. Esto ha producido un cambio profundo en la transmisión del conocimiento: hasta hace medio siglo, los mayores enseñaban a los jóvenes a manejarse con el trabajo y la vida social. Ahora, muchos de estos saberes son adquiridos antes y en forma más diestra por los jóvenes, que han de instruir a sus mayores. Esto incide poderosamente en el sistema de valores sociales, en la educación y en el ingreso al trabajo.

La clásica educación humanista, con sus plazos y contenidos, pierde peso ante la educación en el trabajo y el más temprano  ingreso a la actividad productiva.

Un análisis histórico crítico muestra que estos cambios no son casuales, sino que han sido proyectados e implementados por los líderes, instituciones y países que han hegemonizado el mundo en los últimos dos siglos. Su vector geopolítico fue la “Guerra Fría”, que culminó con la implosión de la Unión Soviética y los países socialistas europeos.

Esta estrategia se diseñó para revertir la tendencia sostenida desde el término de la Segunda Guerra Mundial (1945)  a la aproximación de la ganancia del capital y la del trabajo, durante el “Estados de Bienestar”. Los líderes del capitalismo estimaban que se daba una combinación intolerable entre la disminución de sus ganancias, la pérdida de legitimidad para la dominación territorial de las fuentes de materias primas y la “autoridad” menoscabada de los grandes empresarios.

Para revertir estos cambios diseñaron una estrategia radical, que parte del cambio drástico del proceso productivo (“centralidad del trabajo”) y se proyecta al desarrollo tecnológico, la cultura y la vida social.

Esta estrategia exigía en primer lugar neutralizar el poder sindical, para lo cual cambian radicalmente el proceso de trabajo (desarticulación/desterritorialización), cuya implementación diseñaron tecnologías que cumplieran tales propósitos: ésas son las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Asimismo, incorporaron en forma sistemática el terrorismo de Estado a partir del golpe cívico militar en septiembre de 1973.

De esta forma, son finalidades socioeconómicas, de control político y territorial las que dan lugar al cambio tecnológico, lo que demuestra que las tecnologías no son autogeneradas ni ajenas a la vida social y los conflictos que la dinamizan.

A diferencia de profundos cambios tecnológicos anteriores que se desarrollaban preferentemente en el mundo del trabajo, este cambio que están induciendo las TICs abarca a toda la vida social. Nunca había sido tan evidente que la actividad científica no es ajena a los avatares de la vida social. no nace y crece en un “castillo de cristal”

En fin, esquemáticamente, la vida productiva presiona para la formación/educación en el trabajo, con lo que se cuestiona todo el sistema educativo y la organización social que lo rodea.

Entonces, estos cambios no pueden analizarse, abordarse, como si la sociedad fuera una sumatoria de componentes, sino como lo que realmente es, una totalidad orgánica, cuya dinámica se nutre del conflicto social,  lo que exige un esfuerzo metodológico que no habilitan las disciplinas académicas por separado

Algunas consideraciones elementales muy gruesas

El primer nudo es el relativo a la naturaleza del conocimiento. Recientemente se ha llegado a publicitar la “sociedad del conocimiento” como un rasgo diferenciador del mundo actual. Sin embargo, los estudios históricos y antropológicos permiten afirmar que el homo faber es contemporáneo del homo sapiens desde la más temprana Prehistoria. Esto es, el “hombre”, junto con desarrollar sus capacidades mediante la práctica acumulativa de producción de los recursos para su supervivencia, desarrollaba la capacidad cognitiva para reproducir ese proceso en el tiempo. Homo faber y homo sapiens, son así las dos caras de una moneda dinámica, histórica.

El segundo nudo es el relativo al lugar en que se lleva a cabo el conocimiento, los actores que participan y cómo se distribuyen sus frutos.  La sociedad es el escenario en que se tejen las relaciones de  trabajo productivo y de poder. La actual organización social hace que haya una gran desigualdad en la distribución de la riqueza, la salud, la educación, la vivienda. Una enorme crisis ambiental y climática.

Estos elementos tienen una articulación diferente en cada país, lo que se refleja en la llamada “matriz productiva”, esto es, “la forma en que la sociedad se organiza para producir bienes y servicios, desde los procesos técnicos y económicos hasta el conjunto de interacciones entre los distintos actores sociales, quienes utilizan los recursos a su disposición para llevar adelante diferentes actividades productivas”. Para mejorar su inserción internacional, es menester optimizar la “canasta exportadora”, mediante la agregación de valor, todo lo cual surge de mejorar la articulación entre conocimiento y producción, lo cual, a su vez, es un componente esencial de cambios estructurales, que exige un diseño estratégico de país.

En países de menor desarrollo, la soledad del científico en el “sistema mundial de investigadores”, le crea ingentes dificultades para el desarrollo de su carrera.

De este modo se estimula el fenómeno endémico de la “fuga de cerebros” y el “sistema de investigadores” en cada país ve que el conocimiento generado con mucho esfuerzo es más y mejor aprovechado en otras latitudes.

A escala mundial, la globalización. a través de industrias poderosas, succiona una alta proporción de conocimiento para finalidades bélicas y/o generadoras de mayor desigualdad.

Un estudio del diario francés “Le Monde”, el año 2013, esquematiza la situación: “de un lado, investigadores que tienen una necesidad vital de publicar y de acceder al trabajo de sus pares. Del otro, editores que reinan en un mercado lucrativo y cautivo…(por eso hay) llamados al boycott de los grandes editores científicos, creación de revistas online de libre acceso; ante lo que consideran como una apropiación indebida de sus trabajos, muchos investigadores se movilizan por desplazar el modelo tradicional de difusión de conocimientos”.

El problema de fondo es el carácter desarticulado del trabajo científico, derivado de la ausencia de planes de desarrollo económico y social que exijan la articulación de ese trabajo y de su evaluación.

Esto no sólo ocurre a escala nacional, sino en todo el continente sudamericano. Mientras la Unión Europea y Estados Unidos, diseñan planes y programas para el desarrollo C y T, con dimensión continental, los países al sur del río Bravo/rio Grande, no.

Un paso para comenzar a revertir esta desarticulación, podría ser, por ejemplo, que las autoridades políticas y universitarias pertinentes se plantearan la necesidad de superar la contaminación de diferentes tipos que sufre Santiago, elaborando verdaderas “licitaciones de conocimiento”, apoyando a los que se presenten para que superen los respectivos procesos de evaluación, publicación incluida. Este diseño supondría una programación institucional, en la que los conocimientos requeridos para su implementación tendrían una fundamentación legítima que apoyaría a los científicos en la realización de su tarea y el avance en su carrera.

El Primer Congreso

El Primer Congreso de Científicos se realizó entre 1971-1972, en un escenario de cambios estructurales profundos, en el que la C&T tenía en Chile el inmenso desafío de participar protagónicamente en ellos.

Desde el interior de la CONICYT, la intención de convocar a un Congreso amplio de la Comunidad Científica surgió de la necesidad objetiva de reestructurar las Secciones que asesoran al Consejo.

Además, el recién elaborado estatuto orgánico de la Comisión (26 02 1971), establecía en un artículo transitorio: “La Comisión, a través de su Consejo, organizará, en un plazo no superior a 100 días contados desde la publicación en el Diario Oficial del presente Estatuto, la realización de un Congreso que propondrá los criterios sobre las formas de participación de la Comunidad Científica Nacional en la generación, organización y trabajo de las Secciones a que se refiere el  artículo 10 del presente Estatuto”.

El Congreso tuvo dos instancias: la primera, desde julio de 1971, en diez sedes regionales (Arica. Antofagasta, La Serena, Valparaíso,  Santiago , Concepción , Temuco, Valdivia, Osorno y Punta Arenas), y la segunda, la Plenaria Nacional, en Santiago, el 27 de julio de 1972.

Como método de trabajo, se constituyeron “Comités de Tema” (Comités A) por disciplinas: Ciencias Físico Matemáticas, Ciencias Químicas, Ciencias Biológicas, Ciencias de la Tierra, Ciencias Sociales, Ciencias Humanas, Ciencias Agropecuarias, Ciencias Médicas, Ingeniería, Ciencias del Mar y Acondicionamiento del ambiente.

Otros Comités (Come aités B), abordaron requerimientos actuales y potenciales de investigación C y T: Salud,  producción e industrias agropecuarias y forestales, producción del mar e industria pesquera, explotación del subsuelo, industrias químicas, industrias eléctricas y metalmecánicas y desarrollo social.

En el trabajo en las sedes regionales participaron más de 3 mil personas, entre científicos y técnicos de los sectores productivos. En la Plenaria Nacional participaron 847 delegados, de los cuales 743, provenían de las instancias regionales.

Su realización demostró que el conocimiento y quienes dedican su vida a producirlo y difundirlo están llamados a ser actores protagónicos para que la vida social en cada país y en el mundo brinde paz y bienestar a sus habitantes.

Conclusión

Los grandes cambios ocurridos en el último medio siglo constituyen el lazo profundo que une al Primer y al Segundo Congreso del Conocimiento que estamos comenzando a realizar. Hay una contradicción esencial que debe ser develada y superada: quienes producen conocimiento son los protagonistas centrales de esta gesta humana, sin embargo, poderosos intereses siguen utilizando ese conocimiento para  la dominación, la guerra y la desigualdad.

Quienes producen conocimiento no disfrutan en forma proporcional de las riquezas que producen, ni sus condiciones de trabajo son las más justas. La superación de esta situación estructural constituye la razón profunda de la organización del Segundo Congreso del Conocimiento, el cual, en el proceso de gestión actual en el que está, requiere de la mayor participación nacional para el inicio de cabildos regionales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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