Publicidad
Entrarle a la complejidad: Camila Vallejo y lo dialógico en el ejercicio del poder Opinión

Entrarle a la complejidad: Camila Vallejo y lo dialógico en el ejercicio del poder

Rolando Garrido Quiroz
Por : Rolando Garrido Quiroz Presidente Ejecutivo de Instituto Incides. Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico
Ver Más


La geografía puede entenderse como la ciencia que estudia las relaciones entre la sociedad y el espacio, con el valor agregado de que la geografía parte de una visión integral desde diferentes campos, como la pedagogía, para poner en juego interpretaciones globales sobre el mundo, la ordenación del territorio, vinculada a recomendaciones y la toma de decisiones, así como la integración de diversos enfoques analíticos interdisciplinarios, para producir síntesis geográfica.

La geografía va más allá de la producción de conocimientos básicos sobre la localización y descripción de lugares y objetos en la superficie terrestre y a su asociación con los mapas, avanzando en su carácter científico para la comprensión y análisis de las dinámicas territoriales. Sobre estas definiciones resulta relevante contar con una geógrafa en La Moneda.

En el capítulo del domingo 9 de abril del 2023 del programa ‘Tolerancia Cero’, Camila Vallejo, ministra Secretaria General de Gobierno puso la pelota en el piso, dando pases para el avance del equipo (poderes del Estado) y puso el foco en lidiar con situaciones de alta complejidad e incertidumbre como las dimensiones del crimen organizado en el marco de la agenda de seguridad. Gobernar con la realidad que se tiene, procesando los ciclos de crisis y la tipología de conflictos acumulados no resueltos es un imperativo para este o cualquier Gobierno en el futuro, sobre todo desde espacios, territorios y plataformas que incentivan la innovación colaborativa.

El espacio que ocupa el crimen organizado en la sociedad está ramificado en la vida de las personas y las instituciones comunes y corrientes de manera creciente. Este fenómeno complejo no se localiza en una “casa-narco” ni en una villa o población en particular, sino en la acumulación de poder que brinda el lavado de dinero para flotar entre las economías ilícitas originarias de su cadena productiva y las economías lícitas de fachadas, geográficamente localizadas por el espacio urbano y las parcelas de agrado en zonas apartadas del bullicio de las ciudades.

El crimen organizado es una guerra desatada contra la democracia y los avances civilizatorios de las sociedades. Asimismo, sabemos que la guerra en cualquier época de la historia es un crimen organizado para instaurar un nuevo régimen o nuevas reglas del juego por la vía de la fuerza, ajenas, evidentemente a cualquier esfuerzo dialógico por transformar la sociedad.

En tal sentido, es un error pensar que el crimen organizado a nivel de personal y personas solo se alimenta de sicarios o soldados, sino que principalmente lo hace de profesionales como contadores, ingenieros, arquitectos, médicos, profesores o cocineros, porque siempre hay cuentas que sacar y dineros que blanquear, sistemas que organizar y rediseñar, casas que construir, baleados que atender, hijos que educar o personas que alimentar. La lista de profesiones y funciones al servicio del crimen organizado, por cierto, no cabe en esta columna de opinión.

A nivel de instituciones, el crimen organizado se cuela por donde ya sabemos que hay ausencia del Estado. Nada nuevo, pero siempre es necesario actualizar la lista de instituciones que son gobernadas por el crimen organizado y aquellas que están amenazadas en su función pública o privada, sea una sociedad anónima del fútbol profesional, una fundación con una misión difusa, una municipalidad alejada de la mano del Estado y sus sistemas de control, un establecimiento educacional que representa una marca o identidad recreada, una tienda del comercio establecido con alta afluencia de público, una agencia de servicios varios, disponible para financiar campañas electorales, inmobiliarias de dudosa procedencia y capital, ¿seguimos?

Ante la pregunta basada en una cuña engañosa o lo líquido de las opiniones de algunas autoridades en cargos de gobierno o comportamientos gaseosos de los partidos políticos, la ministra geógrafa responde entrándole a la complejidad de lo consultado, cuestión cada vez más ausente frente a los desconcertantes escenarios cambiantes, donde quedar fuera del populismo mediático se paga con insultos, despidos, funas e incomprensiones de todo tipo.

Entrarle a la complejidad es tarea pedagógica, poniendo en juego a la ciudadanía en los asuntos públicos, no solamente para reafirmar/comunicar la agenda del Gobierno sobre lo hecho y lo que está en proceso de gestión y concreciones, sino y sobre todo, para dimensionar el tamaño de la crisis que se está viviendo en Chile en materia de seguridad, cuyo ciclo no comenzó con la actual administración de turno, sino que hizo su estreno desde los tiempos en que Virgilio Barco (presidente colombiano) le advirtió a Patricio Aylwin, antes de iniciar el proceso de transición democrática en Chile, sobre la amenaza creciente del crimen organizado y una de sus actividades más lucrativas y enfermantes para cualquier sociedad como el narcotráfico y la acción de los carteles.

Lo dialógico en el ejercicio del poder tiene que ver también con un incremento sustantivo, procedimental y psicológico (efecto comunicacional) en el diseño e implementación de políticas públicas interministeriales. Este ejercicio del poder dialógico debiese ser una tarea cotidiana de los equipos profesionales interdisciplinarios e interministeriales con objetivos SMART (específico, medible, alcanzable, realista y en tiempo justo), cuya resultante y puesta en práctica tenga que ver más en su visibilidad mediática y lectura ciudadana con una carrera de velocidad y equilibrio de energías por equipos que con una larga y fatigosa maratón solitaria que se diluye en el proceso de gestación y queda disminuida en su impacto y relevancia social.

Al inicio del Gobierno de turno, en un encuentro de ministras y ministros, la vocera gubernamental planteó una cartografía para impulsar políticas públicas interministeriales, dado que ninguna cartera por sí misma es capaz de responder a los desbordantes problemas que por misión les toca atender. Esto de gobernar en solitario debería ser pasado en la gestión de los gobiernos en el siglo XXI, porque las industrias de mayor crecimiento son la complejidad y la incertidumbre.

Queda demostrado que, más que cambios o recambios en los titulares de las carteras de Gobierno, se requiere de innovaciones colaborativas entre las ministras y ministros, pero, por sobre todo, en la cotidianidad de la acción gubernamental, hay que ampliar los horizontes de la creatividad dialógica y la innovación colaborativa de los equipos interministeriales de Gobierno, para entrarle a la complejidad, siendo productores de planes gubernamentales, basados en escenarios cambiantes. Las decisiones sólidas son tales cuando se ponen en equilibrio las experiencias, conocimientos, aprendizajes, prácticas y valores que apuntan hacia el bien común.

Sobre diseño e implementación de políticas públicas interministeriales en los últimos 33 años podemos indagar avances relativos y fracasos a la hora de entrarle a la complejidad, para tener en cuenta entre otros aspectos cuándo y cómo se instaló el simplismo y la linealidad en el ejercicio del poder al abordar materias complicadas, complejas y caóticas. En esta zona que linda entre lo complicado, lo complejo y lo caótico, las ciencias y tecnologías de gobierno son de otra naturaleza y dimensión. Esto ya es materia de otra columna y de otras conversaciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias