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Las fuerzas del Apruebo en jaque: su última jugada Opinión

Las fuerzas del Apruebo en jaque: su última jugada

Alex Fajardo Cisternas
Por : Alex Fajardo Cisternas Periodista de Universidad de Playa Ancha y Licenciado en Comunicación Social. Diplomado en Estudios Políticos por el Instituto de Estudios Políticos Science Po Rennes, Francia.
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El Comité Técnico de Admisibilidad, que por la mayoría de los sectores de la izquierda era visto como un peón del enemigo, resulta que se ha convertido en una reina, por su implacable poder, pero al servicio de la izquierda y la centroizquierda. Pero que esta reina cambie de jugador no será fácil, va a requerir diálogo, argumentos y altura de miras. Es la única vía para tener una verdadera nueva Constitución y no una mala copia de la Carta Magna vigente.


Los resultados de este 7 de mayo entregan a la derecha la capacidad de redactar una Constitución sin la capacidad de veto de la izquierda al interior del Consejo Constitucional. ¿Qué opciones quedan? A simple vista, parece que no hay opciones. Si se oponen a este proceso, pierden legitimidad por dos procesos fracasados, y además, mantendrían la Constitución impuesta por Pinochet, ahora a 50 años del Golpe de Estado, y por otros 30 años. Si aprueban, llamarán a aprobar una Carta Magna impulsada por la derecha, que probablemente no tendrá muchas diferencias con nuestra Constitución vigente. ¿Es un jaque mate, o a las fuerzas del Apruebo aún les queda una última jugada?

El tablero

Dieciséis consejeros obtuvo Unidad para Chile y 1 escaño lograron los Pueblos Originarios. El Partido de la Gente y Todo Por Chile no obtuvieron ningún escaño, por lo que no hay ninguna fuerza política bisagra con la cual negociar.

El resultado pone en tela de juicio varias ideas. Por ejemplo, la tesis de que “el 62% que rechazó no es únicamente de derecha”. En un plebiscito de dos opciones, era legítimo pensar eso; pero ahora, con aproximadamente 30 candidatos distintos por región, no es casualidad que la mayoría de los votantes haya escogido al Partido Republicano y Chile Seguro. Fruto de un buen despliegue territorial y una narrativa que convenció a este sector, más allá de los candidatos. Es decir, la derecha ha logrado anidar en más de 5,5 millones de electores. Solo medio millón de votantes optó por otra alternativa: el Partido de la Gente; y otros 2 millones de personas votaron nulo.

En tanto, la izquierda y la centroizquierda reunieron cerca de 3,7 millones de votos. Cabe recordar que en la elección de convencionales de mayo de 2021, las fuerzas de izquierda y movimientos sociales recibieron entre 4 millones y 4,5 millones de votos. En diciembre de 2021, Gabriel Boric fue electo por 4,5 millones de votos. En el plebiscito de salida del 4-S de 2022, el Apruebo obtuvo el respaldo de 4,9 millones de personas. Algunos plantearon que este último resultado era un piso para la izquierda, una cantidad de votantes fieles a este proyecto, pero ¿será que, en realidad, ese es el techo electoral que tiene la izquierda hoy?

Rechazar para reformar: el jaque mate

Ante un Consejo Constitucional dominado por la derecha, ¿qué opciones de incidir quedan? Según indica el añadido Art.152 de la actual Constitución, dicho órgano debe aprobar las normas o indicaciones propuestas por la Comisión Experta, con un quórum de tres quintos de los consejeros en ejercicio (60%), lo que equivale a unos 31 escaños; mientras que, para rechazar las indicaciones de la misma Comisión Experta, necesitan el voto de dos tercios de los consejeros en ejercicio (66%), es decir, unos 34 votos.

La Comisión Experta está integrada por 9 representantes de la izquierda y centroizquierda; 2 de la DC; 1 PDG; 11 de Chile Vamos; y 1 republicano. Por lo que lo que se proponga en dicha Comisión vendrá de los acuerdos entre la izquierda y la derecha, sin los republicanos realmente representados.

Pero el Partido Republicano posee 23 consejeros y, junto a los 11 consejeros de Chile Vamos, reúnen un total de 34 escaños, con lo que tienen quórum suficiente para aprobar o rechazar las normas propuestas por la Comisión Experta sin dificultad. En otras palabras, lo propuesto por la Comisión no es un tropiezo para los intereses generales de la derecha. A menos que la derecha genere una alianza con la izquierda.

Es probable que la derecha de Chile Vamos tenga más elementos en común con el Partido Republicano y, si se decide por esa alianza, el fruto de ello será una Constitución muy similar a la que tenemos hoy y, quizás, con algunos retrocesos.

Ante este escenario, la táctica a seguir sería ser espectadores y detractores constantes de este nuevo proceso, al igual que lo fue la derecha en el proceso anterior. Buscar incidir, pero sin transar los principios de la coalición. A su vez, la derecha se enfrenta a sí misma, Chile Vamos y el Partido Republicano, para darle o no sentido a la propuesta de texto constitucional. Es más, en este contexto es probable que la derecha pida el respaldo de Unidad para Chile en algunas votaciones del Consejo. La UDI y RN también se juegan su capital político en esto: o si toman el liderazgo de este proceso, o si son arrastrados por los republicanos. Si este proceso fracasa, sus directivas también habrán fracasado.

Actuar de esta forma es más cómodo para la izquierda dentro del Consejo. Pueden criticar abiertamente el proceso, y no renuncian a sus principios y apuestas políticas. Pero optar por esta postura también provocaría que los partidos de Unidad para Chile pierdan credibilidad, ya que habrían insistido en hacer un segundo proceso constitucional, para luego solo buscar sabotearlo.

En última instancia, el resultado del Consejo sería igual o peor que la Carta Fundamental que existe actualmente. Lo que por responsabilidad histórica debería llevar a las coaliciones de gobierno a decidirse por promover el Rechazo a esta propuesta constitucional. Una posición difícil también, ya que pasarían de convocar a una nueva Constitución a llamar a rechazarla. Sobre todo porque la opción que queda es mantener la Carta Magna de Pinochet que, a 50 años del Golpe de Estado, es una derrota moral gigantesca.

Se debe señalar que, a ojos de la población, el principal proyecto de este Gobierno hasta la fecha ha sido el proceso constituyente. Por lo que, rechazar dos propuestas para finalmente mantener la actual, será leído como un fracaso del Gobierno, un derroche de tiempo y recursos por parte del Estado. Una sensación difícil de cambiar sin una buena narrativa comunicacional. La coalición de izquierda finalizará su periodo presidencial fuertemente debilitada.

Por otro lado, los republicanos han demostrado ser más eficientes en su despliegue territorial y comunicacional y, si este proceso fracasa, ellos pueden tratar de desentenderse afirmando que ese fue siempre su objetivo. Pero antes, ellos deberán decidir qué harán ahora que son la mayoría. En todo caso, si saben aprovechar su posición, puede que salgan muy fortalecidos; o por el contrario, muy debilitados, y que Chile Vamos retome su posición.

Comité Técnico de Admisibilidad: la última Jugada

La otra posibilidad es que la coalición de Gobierno apueste por sacar este proceso adelante, por lo que en algunos casos tendrían que negociar con la derecha tradicional, con los partidos de Evópoli, UDI y RN, para llegar a acuerdos, frente a las propuestas más radicales o disparatadas del Partido Republicano.

Esto podría traer enormes costos para la izquierda, ya que, para negociar con la derecha, que defiende el actual modelo, tendrían que renunciar a buena parte de su agenda, a fin de mantener a raya la avalancha republicana. Esto minaría el capital político principalmente del Frente Amplio, si es que no genera tensiones al interior de la coalición.

Por otra parte, la derecha también se vería afectada, sería atacada por sus propias bases y por la ultraderecha, por negociar con la izquierda. Los costos de ello ya se hicieron notar este 7 de mayo.

Finalizar este proceso con una nueva Carta Fundamental reoxigenaría al Gobierno del Presidente Gabriel Boric, ya que culminaría lo que de alguna forma él comenzó, cuando firmó el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución el 15 de noviembre de 2019. Sería un legado importante, que por algunos sectores de izquierda más radical sería visto como la traición final de Gabriel Boric a los movimientos sociales. Aun así, le daría sustento político y posibilidad de continuidad al proyecto de izquierda en la carrera presidencial. Al ser fruto de la izquierda y la derecha, la campaña de desinformación y rechazo a este proceso tendría un despliegue menor, logrando esta vez el Apruebo una probable victoria.

Pero ¿sería esta Constitución una peor de la que ya tenemos hoy? Para esto, hay que entender el rol que jugará el Comité Técnico de Admisibilidad.

El Art. 155 de la Constitución, estipula el procedimiento para interponer requerimientos ante el Comité Técnico de Admisibilidad, en contra de las propuestas de normas aprobadas por una comisión o por el plenario del Consejo Constitucional o de la Comisión Experta. Cada requerimiento debe estar suscrito por al menos una quinta parte de los consejeros, es decir, al menos 10 consejeros. Esto solo cuando se contravenga alguna de las 12 bases institucionales y fundamentales.

¿Qué dicen estas 12 bases institucionales y fundamentales? El Art. 154 señala que “la propuesta de nueva Constitución que se someta a plebiscito deberá contener” que Chile tiene 3 poderes separados e independientes: el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial; cuáles son los emblemas nacionales; los tipos de estados de excepción; y la consagración de órganos como el Banco Central, Contraloría y el Ministerio Público.

Por otro lado, entre estas 12 bases institucionales hay reconocimientos importantes. Por ejemplo, que Chile es un Estado descentralizado; reconoce la dignidad de la persona humana y los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales ratificados por el Estado de Chile; reconoce a los pueblos indígenas como parte de la nación chilena, y afirma que el Estado respetará y promoverá sus derechos y culturas; reconoce el interés superior de los niños, niñas y adolescentes; consagra constitucionalmente con subordinación al poder civil la existencia de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Orden y Seguridad; que Chile se compromete constitucionalmente al cuidado y la conservación de la naturaleza y su biodiversidad.

Quizás uno de los más importantes es el inciso 5°, que establece que “Chile es un Estado social y democrático de derecho, cuya finalidad es promover el bien común; que reconoce derechos y libertades fundamentales, y que promueve el desarrollo progresivo de los derechos sociales, con sujeción al principio de responsabilidad fiscal y a través de instituciones estatales y privadas”.

En síntesis, si el Consejo Constitucional aprueba o rechaza una norma que atenta contra estas bases fundamentales, se pueden presentar requerimientos al Comité Técnico de Admisibilidad. Estos requerimientos también pueden ser suscritos por dos quintos de los integrantes de la Comisión Experta, es decir, unos 10 expertos. En ambos casos, Unidad para Chile cuenta con el quórum para presentar indicaciones, aunque, para los requerimientos presentados por los expertos, necesitarían el respaldo de 1 DC o 1 PDG.

El Comité Técnico de Admisibilidad está integrado por 6 representantes de izquierda y centroizquierda; 1 DC; 1 PDG; 5 de Chile Vamos; y 1 republicano; y para tomar cualquier resolución deben hacerlo por mayoría absoluta, es decir, por el 50% + 1. La izquierda y el centro tienen la capacidad de poder declarar a las propuestas aprobadas por los republicanos y la derecha como inadmisibles, en el marco de las 12 bases institucionales y fundamentales.

Esta es quizás la jugada más importante que les queda a los que aún no abandonan el sueño de una nueva Constitución, sumada a lo que pueden lograr los 17 escaños al interior del Consejo Constitucional, y en la Comisión Experta. El Comité Técnico de Admisibilidad, que por la mayoría de los sectores de la izquierda era visto como un peón del enemigo, resulta que se ha convertido en una reina, por su implacable poder, pero al servicio de la izquierda y la centroizquierda. Pero que esta reina cambie de jugador no será fácil, va a requerir diálogo, argumentos y altura de miras. Es la única vía para tener una verdadera nueva Constitución y no una mala copia de la Carta Magna vigente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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