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Milei: del malestar a la demagogia del heroicismo DW

Milei: del malestar a la demagogia del heroicismo

Gabriel Puricelli
Por : Gabriel Puricelli Sociólogo, Vicepresidente del Laboratorio de Políticas Públicas de Buenos Aires.
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Hay quienes solo miran su ubicación en el espectro ideológico para decir que Milei es la versión trasandina de José Antonio Kast. Sin embargo, el hecho de que ambos tengan a su derecha solo la pared, no puede ocultar una diferencia apenas disimulada bajo la superficie. Mientras en Chile la extrema derecha es rizoma de una misma planta, la derecha conservadora histórica, Milei es una espora que el viento trajo al encuentro de una minoría pequeña que piensa como él y del ancho contingente de quienes hace mucho en Argentina se sienten agraviados por el ascensor social descompuesto.


Un cómico que tuvo particular éxito televisivo a principios de este siglo se preguntaba, en un monólogo semanal disparatadamente incoherente, “¿qué nos pasa a los argentinos, estamos locos?”. Las elecciones primarias del 13 de agosto, que definieron a los candidatos presidenciales para las elecciones del 22 de octubre, llevaron a muchos a hacerse seriamente esa pregunta. Los más, la dirigieron exclusivamente a los votantes de la sensación de esa elección, el anarcocapitalista Javier Milei. Si bien la sorpresa de su alta votación pareciera justificar poner el foco en él, poco se entiende de la Argentina de hoy si no se interroga el comportamiento electoral de los tres tercios casi idénticos en los que se repartieron las preferencias de la ciudadanía. Imposible entender uno sin los otros.

Es cierto que desde 1946, con el primer triunfo electoral del peronismo, no hubo ninguna elección en la que llegara primera una fuerza política que no existía en la elección anterior, tan cierto como que hasta 2009 no existían las primarias abiertas simultáneas y obligatorias y eso hace a las comparaciones un poco problemáticas. En cualquier caso, el verdadero “persona muerde a perro” de esta suerte de gran encuesta nacional fue el primer puesto obtenido por el economista y exarquero de fútbol profesional.

Se podría argüir que el respaldo a la oficialista Unión por la Patria y a los conservadores de Juntos por el Cambio no representa novedad, pero que los herederos de Juan Perón hayan sacado poco más de un cuarto de los votos y que sus némesis hayan dilapidado un cuarto de los votos obtenidos por ellos mismos hace dos años, también son novedades clamorosas.

Con el telón de fondo del estancamiento decenal del país, una inflación desbocada y un endeudamiento insostenible, la pregunta no era si podía surgir una alternativa a las dos coaliciones políticas que se alternaron en el poder durante estos dos lustros, sino cuándo iba a pasar eso. El modo (y los modales) en que eso sucedió no se parece a nada que haya ocurrido antes. Que sea una extrema derecha sui generis, como la de Milei, la que viene a poner en crisis el bicoalicionismo argentino, se explica más como la captura subjetiva de un malestar social y político que estaba presente hace rato que como la maduración de una fuerza política, de un proyecto deliberado.

Milei, cuya (digamos) verosimilitud se debe a una omnipresencia mediática que empezó antes de la pandemia, vino a decir que en Argentina no existía más una única clase, la de quienes trabajan, como gustaba decir Perón. Vino a proponer otra forma de borramiento de la dialéctica de clases: hay “héroes” (como repite en sus discursos). En esa figura aúna a quien apenas llega a fin de mes a bordo de una bicicleta de delivery y a quien recauda sus primeros mil millones de dólares en la bolsa para su startup. Eso, antes que su condición obvia de demagogo que ataca a la “casta”, es el plus que ha resonado transversalmente entre grupos de ingresos variados.

Hay quienes solo miran su ubicación en el espectro ideológico para decir que Milei es la versión trasandina de José Antonio Kast. Sin embargo, el hecho de que ambos tengan a su derecha solo la pared no puede ocultar una diferencia apenas disimulada bajo la superficie. Mientras en Chile la extrema derecha es rizoma de una misma planta, la derecha conservadora histórica, Milei es una espora que el viento trajo al encuentro de una minoría pequeña que piensa como él y del ancho contingente de quienes hace mucho en Argentina se sienten agraviados por el ascensor social descompuesto y que estaban, hasta ayer, unidos lábilmente a la (todavía) potente identidad peronista o prestaban desconfiadamente su voto al conservadurismo tradicional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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