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Hay que relanzar Chile (primera parte) Opinión

Hay que relanzar Chile (primera parte)

Víctor Barrueto
Por : Víctor Barrueto Exdiputado y expresidente del PPD
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El peligro de gobernar para el 30% de respaldo popular sólido que tiene el Gobierno es muy grande. Ese es un respaldo valioso, no es poco, pero absolutamente insuficiente para realizar las transformaciones que se pretendía, aprobar las reformas y lograr medidas concretas en favor de las personas.


El país necesita imperiosamente una señal de esperanza; un horizonte que nos permita mirar el futuro con optimismo. Llevamos demasiado tiempo en sucesivas crisis.

No solo nos encontramos estancados económicamente desde hace más de una década, también nuestro sistema político está trabado, incapaz de ofrecer una salida. El país se ha ido quedando atrás. La gente ve una política estéril. Hay pesimismo y sensación de parálisis. El fracaso constitucional solo viene a confirmar este cuadro.

La polarización política y el predominio de lógicas autorreferentes han terminado agotando nuestras energías. El costo del divorcio entre la política y la realidad ciudadana ha sido altísimo: el deterioro de nuestras instituciones que históricamente habían sido el pilar de nuestro progreso.

Si antes logramos avanzar y ponernos de acuerdo, ¿por qué no podemos recuperar esa capacidad ahora?

La disputa aparente entre priorizar el crecimiento económico o una mayor igualdad terminó sin lo uno ni lo otro.

La explicación de la crisis es una combinación de factores, es multicausal. Como se ha dicho últimamente, sería una “policrisis”. Es cierto que también coincide con muchas crisis simultáneas a nivel planetario, agravadas por las consecuencias de la pandemia.

Una interpretación posible es que esta ha sido una “crisis de crecimiento”, en el sentido de “adolescencia”. Luego de un largo periodo de avances incomparables, semejante al “estirón” en los jóvenes, entramos en una crisis de madurez que no hemos sabido resolver.

¿Cómo actuar ante esto?

Tenemos que pensar fuera de la caja, buscar otras herramientas. Tenemos que salir del encuadramiento actual, del círculo vicioso en el que estamos, formar una nueva –llamémosle– “alianza” que integren todos quienes estén por priorizar al país por sobre su sector; entre aquellos que aman a Chile y lo ponen en primer lugar. Una alianza para “Relanzar Chile”, que conformen tanto los líderes como cualquier persona y que permita varias cosas:

-Recuperar en parte el sentido de pertenencia y el destino común que el país y la gente vivió momentáneamente en los Juegos Panamericanos.

-Inaugurar una temporada de acuerdos, el máximo de acuerdos posibles, grandes y específicos, partiendo quizás por estos últimos.

-Reinaugurar la colaboración política-política y política-social. Una temporada donde la gente vía opinión publica contribuya premiando a aquellos que impulsan estos acuerdos y castigando a los obstruccionistas.

-Retomar el impulso que traía Chile, dando un nuevo salto: si no lo hacemos ahora, será más grave aún, porque esta nueva era a nivel mundial está llena de oportunidades excepcionales para nuestro país. Si no lo hacemos, nos estaremos farreando el salto definitivo al desarrollo.

Todo lo anterior es de máximo interés para el Gobierno, el primer responsable de que suceda; pero la derecha tiene igual responsabilidad y debiera tener el mismo interés si aspira, como puede pasar, a ser el próximo Gobierno. De lo contrario, será seguro una administración fracasada.

El giro del Gobierno

El Gobierno tiene que hacer un giro contundente para terminar bien, con logros reconocidos y palpables en la gente. La verdad es que ese giro está gestándose, pero para tener éxito debe ser más nítido.

El peligro de gobernar para el 30% de respaldo popular sólido que tiene el Gobierno es muy grande. Ese es un respaldo valioso, no es poco, pero es absolutamente insuficiente para realizar las transformaciones que se pretendía, aprobar las reformas e incluso para lograr medidas concretas en favor de las personas.

A ese 30% de respaldo se agrega el capital político del Presidente Boric, que se ha ido enriqueciendo por su gran capacidad de aprendizaje. En los últimos tiempos, con su actitud, sensibilidad y carisma se ha ganado el aprecio y cariño de vastos sectores de la población, como quedó demostrado en los Juegos Panamericanos.

La complejidad del momento y las dificultades para avanzar pueden llevar a que consciente o inconscientemente se termine gobernando para ese 30%. Incluso eso podría tener cierta lógica si se piensa que mantener el respaldo de ese 30% en una próxima elección presidencial permitiría pasar a segunda vuelta. Pero el riesgo es gigante.

Sería malo para el país, porque le hace el juego a la polarización paralizante, sin resultados ni colaboración.

Haría más difícil también lograr acuerdos mínimos, ya no para las reformas, sino para soluciones específicas en beneficio de la población.

Y, peor aún, se terminaría facilitando la conformación de una mayoría contraria, más estable, conservadora y reaccionaria incluso.

El giro debe ser hacia una política de mayorías, centrada en las personas, buscando acuerdos y mejorando la gestión para obtener resultados.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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