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El desafío de la democracia liberal y la tentación de un “autoritarismo popular” Opinión EFE

El desafío de la democracia liberal y la tentación de un “autoritarismo popular”

Sergio Fuenzalida Gauna
Por : Sergio Fuenzalida Gauna Cientista Político.
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Solo al mostrar que la democracia puede ser eficaz y adaptativa ante los retos contemporáneos, las democracias liberales pueden mantenerse como la opción preferida, incluso en tiempos de incertidumbre y temor.


En un escenario latinoamericano marcado por la inseguridad ciudadana, la baja en el apoyo a la democracia y un creciente apoyo a lideres autoritarios que prometen soluciones rápidas a problemas complejos se ha convertido en un desafío para la democracia liberal. Tal es el caso del presidente de El Salvador Nayib Bukele, quien llegó al poder enfrentando una crisis de seguridad y que hoy esta ad-portas de una elección en la que – se espera – consiga fácilmente su reelección.

En este escenario surge la paradoja de que la ciudadanía –mediante elecciones democráticas– respalda figuras que, en busca de garantizar la seguridad, terminan amenazando las propias bases del sistema democrático. Ante esta coyuntura, las democracias liberales se enfrentan a la apremiante tarea de abordar los problemas de seguridad pública de manera efectiva sin comprometer sus principios fundamentales.

Una de las raíces de este fenómeno –cada vez más común en nuestras democracias– se origina en la percepción de que las democracias no dan soluciones adecuadas a los problemas de criminalidad, corrupción y violencia que afectan a los países latinoamericanos. La respuesta autoritaria, presentada como la única vía para encausar el orden, se vuelve seductora para una población desesperada por soluciones rápidas y eficaces.

Es así como a las democracias liberales se les presenta el desafío de ofrecer una respuesta efectiva a los problemas de seguridad sin caer en la tentación del autoritarismo. En lugar de competir únicamente en el terreno de la retórica, las democracias deben demostrar su capacidad para abordar las causas subyacentes de la inseguridad y ofrecer soluciones pragmáticas que respeten los principios democráticos.

El primer paso para avanzar en soluciones consta de reconocer el problema y apuntar a implementar reformas significativas en materia de seguridad. Estas reformas deberían incluir un fortalecimiento a las instituciones encargadas del cumplimiento de la ley, la capacitación policial y profundizar en el control de la corrupción que socava la confianza ciudadana en las instituciones. La transparencia y la rendición de cuentas deben ser elementos fundamentales de esta estrategia.

Asimismo, las democracias liberales deben invertir en políticas de prevención del delito y en programas sociales que aborden las causas estructurales de la criminalidad. La desigualdad de base, la falta de acceso a una educación de calidad y las oportunidades limitadas son factores que contribuyen significativamente a la inseguridad, y abordarlos de manera integral puede disminuir el atractivo de las soluciones autoritarias.

Un siguiente aspecto relevante es la comunicación efectiva por parte de quienes defendemos a la democracia. Resulta necesario articular un discurso claro para resaltar la capacidad del sistema democracia para adaptarse y evolucionar, ofreciendo respuestas a los desafíos actuales sin sacrificar las libertades individuales y la participación ciudadana. La narrativa debe centrarse en la fortaleza que deben tener las instituciones democráticas para enfrentar los problemas de seguridad a largo plazo, en lugar de prometer soluciones simples y rápidas que terminan erosionando la democracia.

Por último, la colaboración internacional también debe desempeñar un papel de gran relevancia. Las democracias liberales deben intercambiar experiencias y prácticas en materia de seguridad, aprendiendo de los éxitos y fracasos de otros países. La cooperación regional puede fortalecer los esfuerzos conjuntos para abordar problemas transnacionales, como el crimen organizado y el tráfico de drogas.

En conclusión, las democracias liberales enfrentan el desafío de abordar eficazmente los problemas de seguridad pública sin sucumbir a la tentación del autoritarismo. La respuesta radica en un enfoque integral que combine reformas institucionales, políticas de prevención, comunicación efectiva y participación ciudadana activa. Solo al mostrar que la democracia puede ser eficaz y adaptativa ante los retos contemporáneos, las democracias liberales pueden mantenerse como la opción preferida, incluso en tiempos de incertidumbre y temor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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