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No tengo por qué estar de acuerdo con lo que pienso Opinión

No tengo por qué estar de acuerdo con lo que pienso

Juan Guillermo Tejeda
Por : Juan Guillermo Tejeda Escritor, artista visual y Premio Nacional "Sello de excelencia en Diseño" (2013).
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Pensar en contra es un arte, aunque en nuestros días se usa más el pensar a favor, el conversatorio donde todos están de acuerdo, estamos atentos sobre todo a la fluidez. Fluidez digital, desde luego, aparte que el cliente siempre tiene la razón.


No tengo por qué estar de acuerdo con lo que pienso, sentenció una vez de manera inmortal el gran Caszely, y uno está totalmente de acuerdo con él aunque al mismo tiempo podría no estarlo, es que la mente es así. Rafael Gumucio propone en estos días un taller sobre la polémica que se llama Pensar en contra, y es un poco esa lógica. La realidad se nos escapa una y otra vez y para atraparla nos vemos obligados a contradecir lo que hemos decidido que es la verdad, a no estar de acuerdo con nosotros mismos. Es un sano ejercicio de modestia y de elasticidad.

Cuando escucho polemizar a los diputados, alcaldes, senadores o ministros casi siempre me deprimo, dejo de atender, es que reducen la realidad siempre compleja y dialéctica a un juego de taca-taca. Esos voceros y voceras están siempre de acuerdo con ellos mismos o ellas mismas, o con los asesores de imagen que les redactan las frases y los argumentos. El abuelo de Gumucio fue un político democratacristiano de pelo blanco, cejas negras y sonrisa permanente, que en una de sus campañas se hizo hacer unos carteles con la leyenda: “Proteste con Gumucio”. Salió elegido con una gran mayoría. A la gente le gusta protestar, y le gusta estar de acuerdo.

Cuando el estallido, en que estaban todos en contra, había que estar a favor de lo que planteaban, por ejemplo, no asesinar animalitos, y si se mezclaba uno con la multitud de las marchas no podía ponerse un cartel diciendo: me gusta el sistema, amo las hamburguesas y los bancos, o sea, no era posible estar en contra de los que estaban en contra, en tanto que muchos de esos antisistemas eran muy prosistema, de hecho en medio de las marchas iban apareciendo puestecitos de venta, mercados persas, minimalls de banderas, sandwiches, bebidas, camisetas, gorras, aquello era el mercado brotando espontáneamente de los manifestantes antimercado.

Pensar en contra es un arte, aunque en nuestros días se usa más el pensar a favor, el conversatorio donde todos están de acuerdo, estamos atentos sobre todo a la fluidez. Fluidez digital, desde luego, aparte que el cliente siempre tiene la razón.

La democracia se basa en consagrar que es imposible que los humanos estemos de acuerdo en todo con los demás, que siempre vamos a estar en contra unos de otros e incluso en contra de nosotros mismos, y esa sería la base del sistema, el desacuerdo. Pero la democracia ha sido siempre un poco fake, o sea, nos dejan estar en desacuerdo pero al final tiene que gobernar alguien que esté de acuerdo con los empresarios y con los uniformados y con los satélites geopolíticos porque de otro modo se complican mucho las cosas. Podemos pensar en contra pero no estar realmente en contra… me gusta me encanta me importa me divierte me asombra me entristece me enoja

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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