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Irak: Resistencia ‘moderada’ podría formar parte del proceso político

Aunque por razones eleccionarias la Casa Blanca mantendría la tensión bélica hasta las presidenciales del 2004, fuentes estadounidenses indicaron que se considera seriamente una opción más blanda: negociar con la resistencia. Se estima que esto, a la larga, tendría un impacto político positivo en la opinión pública interna y mundial.


Al revés de lo que sucedió en la anterior guerra en el Golfo de 1991, cuando las fuerzas aliadas fueron bienvenidas y la figura de Sadam se desmoronaba aún estando en el poder, en esta ocupación el ex gobernante recupera desde las sombras su status de defensor de la integridad territorial de Irak.



Los servicios de inteligencia de EEUU y el Reino Unido no han podido verificar que los atentados terroristas a la Cruz Roja y la ONU hayan sido diseñados y ejecutados por células dirigidas por Sadam Hussein o por grupos terroristas infiltrados de Siria, Irán o Arabia Saudita.



La difícil decisión de formar una fuerza paramilitar con antiguos miembros de las FFAA iraquíes se mantiene en suspenso. El medio Revue du Liban, de Beirut señaló que una acción así significaría la desintegración definitiva de Irak y un apronte para una guerra civil similar a la que ocurrió en Líbano.



Al parecer, la necesidad de negociar con la parte más moderada de la resistencia, que incluye miembros del partido Baas, es una opción que no descartan los aliados y que se considera en la Casa Blanca.



A pesar que por razones eleccionarias el Gobierno de George W. Bush mantendría la tensión bélica y aún después que se iniciara la coordinación de una fuerza especial destinada a la caza de Hussein, fuentes estadounidenses indicaron que se considera una opción más blanda: negociar con la resistencia. Se estima que esto, a la larga, tendría un impacto político positivo en la opinión pública interna y mundial.



Los observadores dentro del Irak informaron a El Mostrador que los contactos de los servicios de inteligencia de los aliados con miembros moderados de Baas se han mantenido. Sin embargo, el núcleo más proclive a la ocupación a largo plazo por parte de la Casa Blanca no está en condiciones de reconocer, en forma anticipada, la dimensión política del partido. Sería admitir una derrota política, explican.



Sin embargo, debido al peso de la resistencia civil armada se constatan avances en el terreno político. "Es el impacto de una acción de conjunto de varios frentes, como Francia , Alemania y Rusia. La influencia de la oficina de Secretario General de la ONU no se descarta", dijo a este diario una fuente que se encuentra en Beirut. "Como se veía perfectamente posible, cuando las opciones bélicas se limitan a un crecimiento indeterminado, no queda más remedio que acudir a la negociación política", agrega.



Al interior de la Casa Blanca permanecen latentes dos posiciones: resolver el conflicto por la vía política o, bien, la ocupación a largo plazo, que supere los tres años como mínimo. Al parecer, en los cálculos de esta última postura ciertos factores no fueron considerados. Uno de ellos fue la resistencia que se está dando en todos los niveles y sectores de la población, coyuntura que está determinando el curso de los acontecimientos.



Cada vez más se descarta más la hipótesis de la participación masiva de guerrilleros panislámicos insertados en la resistencia iraquí. La tendencia es a pensar en un armado propio, formado en Irak con participación de grupos como los sunis y shiitas.



"En el mundo árabe, una negociación con la resistencia y la incorporación de miembros moderados del partido Baas, no será vista como una derrota del Gobierno de los EEUU y de su poderío militar, sino que será percibido como el fracaso de una ocupación, y son dos cosas diferentes. Dentro de los parámetros de la globalización, una ocupación de este tipo es un contrasentido", dice, desde Beirut, Melhem Karam Melhem.



La derrota del viejo diseño



Al haber fallado las anteriores y trabajadas opciones de Israel, Arabia Saudita y Egipto como aliados estratégicos que trasciendan en un ordenamiento regional adaptado a la globalización, EEUU siempre había optado por Irak y Siria como plataformas más condicionadas para cumplir ese rol.



Milton Viorst, un conocido analista internacional, destacaba este rol diseñado para Irak, en un artículo en The New Yorker del 14 de junio de 1991, tras haber acabado la anterior guerra del Golfo. En ese viejo diseño, Baas era reconocido como un aliado por la política exterior estadounidense. Tenía características de partido secular y el plus de ser anticomunista y antisovietista, rasgos que tras la Guerra Fría resultaban claves.



Como señaló el analista panameño Andrés Aguilar, quien comparó la situación con el desplome y arresto de Manuel Antonio Noriega, "salvadas las proporciones", Sadam aparece similar a aquel ex gobernante y dictador.



"Fue una pieza que falló y que se destituye sin más trámite. Las alianzas que establecen los EEUU son estrategias a corto plazo. Usan y desechan a sus partenaires de acuerdo a cómo se vayan dando las cosas. Como Hussein, Noriega fue siempre una pieza. Alrededor de este último existía la estrategia de instalar una plataforma operacional en la punta de América del Sur, para el control del narcotráfico y la actividad subversiva, y él no fue lo suficientemente astuto como para sobrevivir en una intricada maraña de compromisos."



Claramente, Sadam Hussein es mucho más sofisticado. Por sobre todo, consolidó un partido político: el Baas, que es el principal escollo para la solución del conflicto.



Al margen de los atentados terroristas a objetivos llamados "blandos", como fueron los cometidos a las sedes de la ONU, la Cruz Roja y la embajada de Jordania, la resistencia crece y los objetivos ahora son militares.



Con la ocupación de Irak, aquellos que sostienen que la utopía de socialismo llevó a algunas regiones del mundo a vivir pesadillas de intolerancia y autoritarismo despiadado, ya cuentan con un ejemplo que desvirtúa el análisis.



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