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«Indefinición de la UDI ha retrasado el inicio formal de mi candidatura»

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Aspirante presidencial gremialista insiste en que llegar a la primera vuelta con dos opciones es el escenario menos conflictivo para la Alianza, y considera que uno de los principales desafíos de su sector es generar credibilidad en un proyecto político y mantener la unidad para dar una sensación de gobernabilidad.


La oficina parlamentaria del senador Pablo Longueira (UDI) aún no toma el aspecto de un comando de campaña ni nada por el estilo, por el contrario, la refaccionada casona de Los Leones con Costanera es todavía un sitio apacible, amplio y silencioso. Es allí donde el legislador gremialista pasa gran parte del día, cuando no está en el Congreso, y donde le da vueltas a su candidatura presidencial.



Entre esas cuatro paredes llegó a la conclusión de que lo mejor para la UDI es llevar un candidato hasta la primera vuelta, pese a que en las pasadas elecciones fue un ferviente promotor de la necesidad de que el sector tuviera un postulante único, a lo que se le opuso Sebastián Piñera, quien levantó su opción a pesar de sus aliados. Ahora es este último el que aboga por una carta unitaria, a diferencia de su posible contendor.



– Hace unos días lanzó su campaña presidencial a nivel interno ¿Cuándo espera que se defina al candidato del partido?
– Mientras la UDI más tiempo postergue la definición del mecanismo y de cuándo va a elegir a su candidato presidencial, perjudica sus opciones. Porque esto está muy vinculado a la elección municipal y para que empiece el trabajo electoral queda prácticamente un año. De igual forma se tiene que definir y clarificar lo antes posible cuál de las dos opciones -primarias o primera vuelta- va a tomar para elegir al candidato de la Alianza. Mientras antes se hagan esas definiciones va a ayudar mucho al ordenamiento y al potenciamiento de las cartas presidenciales.



– ¿Ese tema se debería abordar entonces en el consejo directivo de mediados de abril?
– Se va a abordar, y si no está en la tabla la gente lo va a instalar, porque es un tema sobre el que hay una profunda preocupación en la dirigencia, en el sentido de que no esté definido. De hecho, en la reunión que tuvimos con los cinco diputados en Concepción, con Jacqueline, todos compartimos que la UDI vaya con un candidato hasta la primera vuelta y eso se defina lo antes posible.



– Si está tan claro su argumento ¿A qué atribuye que la directiva retarde tanto la decisión?
– Creo que lo va a hacer en este consejo directivo en dos semanas más, fruto de que ellos también perciben que es un tema que hay que definir. Por eso no tengo ninguna duda que va a ser expuesto y creo que el consejo directivo ha sido citado con ese objetivo. Va a dar respuesta a algo que hemos venido discutiendo desde enero con la directiva. En dos reuniones que tuvimos en enero sobre el tema presidencial, se acordó que las candidaturas se oficializaran en marzo.



– ¿En su reunión con Van Rysselberghe no avanzaron en una fórmula de elegir al candidato del partido?
– No, ni siquiera lo conversamos. Porque esa no es una materia que tengamos que resolver los dos candidatos. Es algo que tiene que definir la directiva, la comisión política. Se tendrá que votar en las instancias que corresponda.



-¿Qué tan seguro se siente de llegar a ser el candidato de la UDI?
– Hoy día no tengo ninguna duda que, si la UDI estableciera algún mecanismo de definición interno, contaría con un respaldo mayoritario. Por la trayectoria, por la gente que me ha manifestado su respaldo -tanto a nivel parlamentario como municipal-. Como a mí me gusta hacer las cosas profesionalmente, esta indefinición de la UDI me ha significado detener el inicio formal del trabajo de la candidatura. En Los Ángeles planteé que inicio un recorrido por Chile escuchando a la gente, pero la campaña propiamente tal no la voy a estructurar mientras no tenga esa definición. Porque se necesitan equipos radicalmente distintos, son objetivos y públicos distintos.



-¿Cómo así?
– Porque si soy candidato de la UDI tengo claro que tengo que llevar a la UDI a un triunfo y eso significa planificar algo muy distinto que si voy a ir a una primaria o si voy a ir a una primera vuelta. Esa definición es fundamental, porque el resto de los candidatos presidenciales están todos trabajando. Muchas veces a uno le dicen ‘mire usted es el primer candidato presidencial’, ¡no, yo no soy el primero, soy el último de los que ha partido esta carrera presidencial! Es ingenuo creer que uno es el primero, es evidente que la elección dejó instalado a Sebastián Piñera como candidato de Renovación Nacional y él tiene parte de la tarea avanzada. En el caso del Partido Socialista es evidente y claro que (José Miguel) Insulza es el candidato, por de pronto siempre ha estado Ricardo Lagos con una opción; y Soledad Alvear, en el mundo demócrata cristiano y actúa como tal… Por lo tanto, la definición que potencie la candidatura de la UDI hay que tomarla lo antes posible.



-Desde las elecciones presidenciales pasadas la Alianza ha trabajado mucho el tema de la unidad ¿Llegar con dos candidatos a la primera vuelta no podría generar un clima confrontacional?
– No, muy por el contrario. Asumir dos candidaturas en la primera vuelta es un escenario de menor conflicto para el sector, porque las dos candidaturas se concentran en un compromiso, en un diseño de un programa de gobierno para ir a conquistar un electorado que supera a la Alianza, que viene del mundo democratacristiano, que viene del centro. Creo que el escenario es mucho más riesgoso con una primaria al interior del sector, en que hay que ir a buscar un electorado y movilizarlo para que vote y participe. Desde ese punto de vista, ir a la primera vuelta me parece menos riesgoso, más democrático, más participativo, que amplía más a la Alianza.



-También se puede dar el otro escenario. Que con un candidato en cada partido su adversario no sólo va a ser la Concertación, sino también su compañero de pacto con el resultado que se exacerben las diferencias que siempre han existido entre usted y Piñera.
– Es lo mismo que ocurre en el mundo de la Concertación, la gente de derecha tiene dos opciones presidenciales, las puede resolver en una primaria o en una primera vuelta. Lo que nosotros tenemos que hacer es que eso se traduzca en algo normal, habitual, cosa que ya ha ocurrido y creo que va a ocurrir para siempre. Esas dos opciones presidenciales nos hacen expandir y mantener vigorosa a la Alianza como una alternativa de gobierno. Lo importante es que estas dos candidaturas logren una sumatoria de 52 o 53% de los votos, que en el fondo significa sacar un 5% o 6% más de la votación, eso nos permite que cualquiera que pase a la segunda vuelta podría ser Presidente de Chile. Por lo tanto, creo que la competencia sana, democrática en la Alianza vigoriza a los dos partidos.



-Hay gente de la misma Alianza que ve difícil que lleguen al gobierno en los próximos 20 años, a raíz de la forma un poco errática como que se ha conducido el pacto ¿Qué les diría usted?
– La Alianza ha estado a punto de llegar al gobierno…



Estar a punto no es llegar… estar a punto es que siempre falta algo ¿Qué es lo que falta?
– Hemos tenido una intervención electoral grotesca que no ha permitido ganar las dos últimas elecciones. En el margen con que hemos perdido las dos últimas presidenciales ha sido decisivo y fundamental el grado de intervención electoral que hemos enfrentado. Y tenemos que saber cómo vamos a enfrentar el uso ilimitado que hace la Concertación del aparato estatal para ganar las elecciones. Tenemos que ver, como Alianza, de qué forma vamos a contrarrestar este factor que ha sido bastante decisivo. Sin perjuicio que podamos corregir otras cosas que nos pueden haber afectado para no ganar.



-¿Cómo cuáles? Ahora que es candidato presidencial habrá hecho un análisis respecto de cuáles son los principales puntos que impiden que la Alianza, más allá de la intervención electoral, convoque a esos sectores que si bien pueden estar desencantados de la Concertación no dan el paso de votar por un candidato de derecha.
– Yo creo que si la elección fuera hoy día, la Alianza gana.



-¿A raíz del Transantiago?
– Sí, no tengo ninguna duda, debido al clima que hay hoy día en el país. No tengo duda que si perdimos la elección presidencial por tres puntos, hoy día hay tres puntos de chilenos que le darían la oportunidad a la Alianza de gobernar. Eso no significa que en tres años más esté garantizado, me parecería un error político creer que eso es así. Lo que hay que hacer es fortalecer la unidad -y en eso las directivas lo han hecho muy bien- para dar una sensación de gobernabilidad. La Alianza tiene que tener claro que la prensa presenta cualquier opinión diferente como una cosa muy conflictiva. Basta que yo tenga una opinión distinta a Piñera para que venga en los medios que hay una crisis en la Alianza, porque los dos tenemos posiciones distintas en una materia, lo que me parece bastante obvio que así sea. Cuando en la Concertación existen dos opiniones distintas no hay crisis, sino diversidad.



En segundo lugar, tenemos que ser capaces de construir un proyecto que convoque a gente de la Concertación por el sólo hecho de que nos den la oportunidad de gobernar. El 2009 va a haber mucha gente que no es de derecha, que no va a ser nunca de derecha, pero que nos va a dar la oportunidad de gobernar y para eso tenemos que ser capaces de adquirir credibilidad en el proyecto -que es lo que estamos haciendo-. Ese es el mayor desafío. Esta gente no va a incorporarse a la UDI o a Renovación, es gente que va a pensar que es sano para Chile, para la democracia, que venga un equipo nuevo, un gobierno nuevo y para eso hay que proponer equipos y un programa de gobierno que le permita a esa gente depositar su voto con confianza.



-¿Por qué la gente no le cree a la oposición?
– No es que no le crea.



-No siente la suficiente confianza para votar por la Alianza.
– No estamos en un período electoral, lo que manifiestan las encuestas hoy día es el desencanto de la gente por el conglomerado por el cual votó, de la coalición a la que perteneció, y cuando llegue el momento de traducir eso en opciones con candidatos de carne y hueso, la gente va a marcar una opción que le dé la preferencia a la Alianza. No tengo ninguna duda que si hoy día fueran las elecciones ocurriría así. También tenemos la realidad de que mientras esté unida, la coalición de gobierno va a tener siempre un respaldo importante de la ciudadanía. Aunque la Concertación haga un pésimo gobierno va a ser una coalición con un respaldo que va a andar por los 40 o 45 puntos, por lo tanto para nosotros alcanzar el 50% es un desafío político mayor que el de la coalición de gobierno.



«Nadie está por reformar el binominal»



-A su juicio en este período ¿se están dando las condiciones para que la derecha llegue al gobierno como nunca antes? La Presidenta ha perdido popularidad debido al Transantiago, la figura de Pinochet ya no es un factor gravitante, en fin. Tanto, que incluso en la Alianza muchos dicen ‘ahora o nunca’.
– Obviamente la Concertación ha hecho mucho para que eso ocurra. Hay un sentimiento de desgaste, de abuso, de falta de creatividad, mediocridad, que está calando en la ciudadanía. Eso ocurre porque hay una mediocridad instalada que se refleja también en un grado de indisciplina mayor en la Concertación. Uno se impacta -porque creo que nunca lo habíamos visto- de los ataques personales tras el cambio de gabinete. Pienso que el factor original de la Concertación, de haber sido opositora al gobierno militar, se ha perdido y con el tiempo empiezan a aflorar diferencias que antes estaban supeditadas a un objetivo superior. Por lo tanto, en la medida que pasa el tiempo obviamente se crea un escenario más favorable para la Alianza. En el fondo, aquí se está gobernando para permanecer en el poder, no se gobierna para hacer bien las cosas. Se ha ido instalando una toma de decisiones que sólo apunta a permanecer. Lo que les importa es no perder el gobierno.



-¿Y el factor Pinochet?
– El factor Pinochet no era decisivo ya antes de su muerte. Siempre habrá gente que va a tener una posición de admirarlo o de odiarlo para el resto de la vida, pero el segmento de la ciudadanía que decide la elección no está influida por los hechos del gobierno militar. Esas son personas que evalúan a una coalición que lleva 20 años gobernando. Ni en la elección de Lavín con Lagos se dio eso.



-Y el sistema binominal, ¿es un flanco débil para la Alianza?
– El sistema electoral no está dentro de los temas de la gente que decide la presidencial, es un tema absolutamente politizado como el del gobierno militar, que le interesa a un segmento muy reducido de la ciudadanía y ese segmento tiene posición política asumida, por lo tanto no incide en nada la postura que uno adopte en esta materia. No tiene ningún efecto político ni electoral.



-Entonces ¿por qué cree que es tan importante para la Concertación?
– Aquí ha habido una hipocresía muy grande respecto al binominal, porque la Concertación nunca ha querido cambiarlo. No hay que olvidar que fue la Concertación la que rechazó la propuesta Boeninger. La Concertación no va a dar el paso para eliminarlo, el ministro Cortázar, que acaba de asumir, es un gran defensor del sistema y ha escrito muchas columnas en ese sentido. Entonces, se usa y se pautea como si la derecha fuera la que se niega. Bueno, la centroderecha mayoritariamente no lo quiere cambiar y es partidaria del binominal, pero lo mismo ocurre en la Concertación. De hecho, a mí me planteó (Hugo) Gutiérrez que a él le han dicho en su cara que no lo van a cambiar. Y así se ha derivado a mantenerlo y a buscar un mecanismo que termine con la exclusión, porque la verdad es que nadie es partidario de cambiarlo. Entonces, terminemos con esta cosa de que hay que cambiar el binominal. Hay gente que ya se ha convencido de que es bueno para el país, da estabilidad, genera dos grandes bloques. Lo que hay que resolver es cómo evitar la exclusión de aquellos que no pueden tener porcentajes altos de votación. Y ese es un punto del que tenemos que hacernos cargo y tenemos que evaluar cómo resolverlo porque es importante que todos nos sintamos parte de la institucionalidad. Hay que rescatar las cosas positivas del binominal y hacerse cargo de aquellas cosas que podemos perfeccionar.



-No obstante, hace unos años usted dijo que el sistema binominal era intrínsicamente perverso.
– Sí, pero me refería más bien a las negociaciones. Para mí eran muy desgastantes las negociaciones al interior de nuestro sector. Siempre he sido partidario del sistema, pero era un periodo en que estábamos negociando y era muy desgastador en un sector que debía ser muy simple negociar porque bastaba que cada partido tuviera un cupo. Pero siempre he defendido los efectos del sistema porque dan estabilidad. Chile no puede volver al multipartidismo, no puede volver a que partidos minoritarios adquieran cuotas de poder en el Congreso, fruto de su voto dirimente que finalmente atenta contra las grandes mayorías del país. Por eso pienso que el sistema debería apuntar hacia un perfeccionamiento que permita a aquellos partidos que obtengan un mínimo de votación tener algún grado de representación parlamentaria.



-¿Percibe piso para algo así en su partido?
– En la UDI nunca hemos discutido el tema ni cuando yo fui presidente ni ahora tampoco. Y la verdad es que lamentablemente como el gobierno siempre ha instalado el tema, más bien usándolo comunicacionalmente para dividir a la Alianza, siempre ha sido inoportuno. Entonces, nunca ha habido un momento donde se discuta seriamente el tema. Hoy día me parece de muy mal gusto sentarme a la mesa de este tema teniendo el Transantiago en la situación en que está. Obviamente ahora tiene la intencionalidad de desviar a la opinión pública de los temas que están sucediendo.



-¿Diría que fue un mal debut para Viera-Gallo?
– Ya he leído declaraciones en que la Concertación va a cuestionar el nombramiento del contralor y el proyecto de cambio del binominal. Creo que en general siempre en el gobierno existe una voluntad de tirarse a la piscina en temas que muchas veces no tienen agua ni en el propio oficialismo, porque es muy fácil torpedear las cosas sin que la opinión pública se dé cuenta de que las están torpedeando. Hay muchas formas de impedir un objetivo y que la responsabilidad caiga en otros y no veo en la Concertación una postura común sobre el proyecto del cambio al binominal de que se habla. En general, uno ya ve que en el caso del nombramiento del contralor puede tener un numerito y debilitar la figura de un ministro que generó inmediatamente un grado de interlocución con la oposición puede desencadenar rápidamente en otro grado de ingobernabilidad, falta de conducción. Y hay algo que es de la esencia de la conducción y del liderazgo que es liderar lo propio ¡si no cuesta nada estar metiéndole el dedo en el ojo al adversario!, lo importante es cómo lideran y conducen a su sector y esta ha sido la gran debilidad de la administración Bachelet.



-Al parecer al ministro Viera-Gallo se le está poniendo la cosa más difícil con la Concertación que con la Alianza.
– Claro, porque el Ejecutivo tiene que asumir que cuando se instala en la coalición gobernante que éste puede ser su último gobierno se genera una estampida y una indisciplina creciente y cada uno piensa en su propio proyecto de «cómo me reelijo» y es por eso que los parlamentarios que están ya pensando en su reelección o siempre piensan en ella, no están dispuestos a asumir costos de las malas gestiones, defensa de cosas que se implementan mal, se desentienden porque no quieren abrazar ese salvavidas de plomo. Yo siempre dije que la caída de la popularidad de la Presidenta o del gobierno se traduce en un desgaste mayor, un debilitamiento de la figura presidencial y eso se traduce en un empeoramiento de la imagen del país frente al mundo, porque la falta de conducción y de liderazgo, que es la esencia de un gobierno, no se puede ocultar, eso se nota, se percibe, se transmite y eso es lo que ha ido ocurriendo en el último tiempo. Y eso es algo que el oficialismo tiene que entender frente al rol de Viera-Gallo. O sea, si lo debilitan en las dos iniciativas que ha asumido, obviamente es una pésima señal de conducción.





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»Este clima de crisis lo generan desde la propia Concertación»

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