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Manuel Riesco le recuerda a Camilo Escalona: el concepto de «cretinismo parlamentario»

El economista y vicepresidente del Cenda invitó al presidente del Senado a reconsiderar sus apreciaciones respecto de una asamblea constituyente.


Yo no quisiera que fuera una especie de droga que nos haga olvidar los problemas políticos, que son los decisivos. O sea, que nos pongamos a fumar opio en un escenario ficticio, inexistente, de una crisis institucional que no existe”, sostuvo Camilo Escalona respecto de la demanda por una asamblea constituyente.

Las expresiones, dichas por el presidente del Senado en La Tercera el 1 de septiembre pasado, despertaron la siguiente reflexión del economista y vicepresidente del Centro de Estudios Alternativos (Cenda), Manuel Riesco: (Publicada como una carta abierta en su blog).

“No puedo dejar de hacer presente que el tono de la entrevista (a Escalona) resulta algo arrogante, y es inaceptable la mezquina e injusta sugerencia deslizada en la misma, que el binominal no se habría podido modificar ¡debido al pareo de un diputado comunista! Lo principal, sin embargo, es que me parece basada en un error de apreciación serio, que de imponerse en el seno de la oposición, puede conducir al poderoso movimiento progresista que se levanta en el país a un despeñadero”.

“Desde luego, tu opinión que no hay crisis institucional sino apenas un “desencanto político”, a estas alturas resulta curiosa, por decir lo menos. Debes ser el único que opina eso. Desde luego, no se sabe de ningún otro político opositor que sostenga algo parecido. El movimiento social es unánime en denunciar dicha crisis. Más allá de ellos, la misma resulta bien evidente para todo el mundo”.

“Ascanio Cavallo, analista político que no acostumbra hacer apreciaciones tremenbundas y a veces parece más bien un poco anclado en las claves políticas de la “transición”, afirma en la misma edición de La Tercera en que aparece tu entrevista referida: “el descrédito de las instituciones, los partidos y los dirigentes políticos se acerca a los bordes de una crisis de legitimidad”.

“Pilar Vergara, periodista de El Mercurio, en un reportaje del 2 de septiembre pasado, tras entrevistar a Longueira y a von Mühlenbrock, “CEO” en Chile de la empresa brasileña Gerdau Aza, escribe: “Confianzas en cortocircuito. La conclusión a la que uno llega luego de escuchar a estos dos protagonistas del problema es que el gran cambio social que vivimos y se siente, en realidad es un rebalaje del poder”.

“Bernardo Larraín, Presidente de Colbún y vocero del Grupo Matte, que acaba de suspender el proyecto HidroAysén precisamente por este motivo, ha afirmado en El Mercurio del 13 de septiembre recién pasado: “Para que el resultado sea el legítimo, es necesario que la institucionalidad tenga legitimidad. Sin embargo, esto no está ocurriendo. No se están dando equilibrios entre las empresas y la ciudadanía, Cabe subrayar que dicha falta de legitimidad ha paralizado los dos proyectos hidroeléctricos que en conjunto cubren la mitad de la demanda de las décadas venideras. Eike Batista, inversionista brasileño que impulsa el segundo de los mismos, declaró a El Mercurio del 31 de agosto: “Se está volviendo imposible invertir en Chile.

“Ciertamente, quien mejor lo ha expresado es el célebre editorial del diario británico Financial Times, del 24 de agosto del 2011: Diseñadas para salvaguardar el modelo económico y social heredado de Pinochet, su fosilización ha ahuecado las instituciones estatales de toda representatividad”.

“Es decir, es una situación que no da para más. Resulta imperioso encontrar una salida. Sin embargo, al revés de lo que afirmas en tu entrevista, la actual institucionalidad no permite hacerlo (…) el peor error en estas situaciones, consiste en quedarse atrás del movimiento en alza; sencillamente, ello significa que este último nos pasaría por encima”.

Entonces, Manuel Riesco hace hincapié en que como dijo Lenin —quién precisamente descubrió estos grandes ciclos de actividad política de las masas, como bien aprendimos en las escuelas de cuadros a las que asistimos en nuestra juventud— denominó “cretinismo parlamentario” aludiendo a los políticos que pretenden seguir actuando en los momentos de auge igual como lo hacían en los largos y exasperantes períodos de calma chicha, durante los cuales la política se ve reducida a la manida medida de lo posible” de los consensos en los corredores parlamentarios”.

Y concluye: “Si el gobierno de Bachelet no se propone actuar de este modo, corre el riesgo que le pase lo mismo que al gobierno de Kerensky en el ejemplo clásico: ser sobrepasada absolutamente por los acontecimientos. Éstos, por otra parte, seguirían un curso impredecible al no tener adelante una fuerza política experimentada, capaz de conducirlo. Su segundo gobierno sería un desastre. Sencillamente no podría gobernar y podría terminar muy mal, como el gobierno de De la Rúa en Argentina o los socialistas en Grecia o España: en la impotencia total. ¡Una suerte de madrugada del 27 de febrero extendida a los cuatro años de gobierno! Estoy seguro que eso sería lo último que desearías para ella y para el país. Por este motivo, te sugiero consideres revisar tu posición respecto de la justa consigna de la Asamblea Constituyente”.

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