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Cuenta regresiva: esperando la tercera temporada de House of Cards Estará disponible desde las 00:01 del viernes

Cuenta regresiva: esperando la tercera temporada de House of Cards

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Netflix liberará los 13 capítulos de la saga en torno a Frank Underwood, quien ahora es el Presidente de Estados Unidos gracias a su habilidad para escalar y su particular visión del poder. El personaje de Kevin Spacey se enfrentará a los enemigos internos, a las turbulencias de la política exterior y a los planes de su mujer que no soportará cumplir solo con un papel decorativo.


Es probable que desde las 00:01 de este viernes más de algún jefe de gabinete y uno que otro parlamentario de nuestro Congreso, o tal vez un ministro o asesor defenestrado con mucho tiempo libre, se conecte a Netflix para acceder a los capítulos de House Of Cards que, a partir de esa hora, estrenará su tercera temporada a través de la popular plataforma de streaming por internet.

No porque estén de acuerdo con el cliché de que “la política chilena es como House of Cards” y a la par de los sorbos a una cerveza helada, fabriquen similitudes entre la fauna política local y los personajes de la serie como Frank Underwood, el congresista que llega a punta de traiciones a la vicepresidencia de Estados Unidos; su esposa Claire y el cinismo exasperante de su lenguaje políticamente correcto, o el lobbista Remi Danton, el verdadero poder en las sombras, o Doug Stamper, el jefe de gabinete dispuesto a pagar con su vida la lealtad al jefe, sino porque la serie funciona por sí sola, entre otras cosas, por un guión bien escrito (aunque criticado por la “fatiga de la historia”, como dijo el Hollywood Reporter, que recomendó no dilatar mucho más el final) y la selección de buenos directores a cargo de los capítulos, partiendo por David Fincher y Agnieszka Holland, que se incorpora en esta temporada a cargo de un par de episodios. La serie además ha postulado a todos los premios de su categoría, destacando el Globo de Oro para Kevin Spacey en la última edición.

Además, “House..” tiene sus seguidores ilustres, como Barack Obama, quien al comienzo de la segunda temporada pidió que no le mandaran “spoilers”; los Clinton, que usaron a Spacey en un spot de su fundación; o el ministro anticorrupción chino Wang Qishan, de quien se dice es un fanático. Al menos, el régimen aficionado a la tijera no la ha censurado, incluso cuando incluyó en la trama los manejos turbios del gigante asiático.

Algunos de sus seguidores chilenos no podrán escapar del vicio que implica comparar lo que ocurre en la trama con episodios de la política local, especialmente ahora, cuando parece que todas las cocinas están funcionando a fuego alto. Por otra parte la producción de la saga en esta temporada se encontró con su propio lío político. A comienzos de 2014, los productores se enfrentaron con el gobierno estatal de Maryland, donde se graba, pidiendo más exenciones fiscales y amenazando con irse a otro lado si no se las daban. En la primera temporada recibieron US$ 11 millones,  mientras que en la segunda las franquicias sumaron US$15 millones del total que el Estado destina a subsidiar la industria audiovisual al año.

Pero vamos a lo que importa. El 11 de febrero pasado, Netflix liberó “por error” –según dijeron– diez de los trece capítulos durante media hora. Dentro de lo que se filtró sabemos que Underwood parte como presidente de Estados Unidos, peleando con el Congreso para sacar un plan de empleo. A estos problemas en el frente interno se suman conflictos de política exterior con Rusia –hasta donde viaja para interceder por un ciudadano encarcelado– y el Medio Oriente. Y enfrenta un huracán que azota la costa Oeste del país

Mientras, Claire Underwood cambia de look y empieza a inquietarse con su rol decorativo y apuesta por llegar a un puesto importante en la ONU. Por último, se sabe que el hombre del trabajo sucio, Doug Stamper, está gravemente herido, pero vivo.

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