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Hermes Soto sin línea de crédito PAÍS

Hermes Soto sin línea de crédito

En La Moneda aseguran que el oficial todavía tiene el respaldo del Gobierno, pero su desempeño y sobre todo su liderazgo están cuestionados, no solo en el mundo político y el propio oficialismo, sino también al interior de las filas de la propia policía uniformada. Sus enemigos internos –dijeron en la institución– se han reactivado, y la renuncia del general Rivera esta semana fue vista como una señal inequívoca de que su capacidad de mando está cada vez más trizada.


Aunque Hermes Soto todavía cuenta con el apoyo del Gobierno para mantenerse como general director de Carabineros, difícilmente puede estar tranquilo. Tiene demasiados frentes abiertos, flancos de conflictos políticos e internos en la institución, que lo dejan sin margen para sortear nuevas equivocaciones, segundas versiones o sorpresas de mal gusto para La Moneda, como ha sido la tónica en el turbulento mes que ha enfrentado la policía uniformada y la administración de Sebastián Piñera tras el crimen de Camilo Catrillanca a manos del Comando Jungla.

Desde Palacio la versión transversal es que el general Soto no va a salir de su cargo a solo ocho meses de haber sido nombrado y, menos, si su nombramiento está estrechamente ligado a la mediática decisión de Piñera de renovar profundamente el Alto Mando de Carabineros, tras la crisis que vivió la institución por el millonario fraude del «Pacogate» y el fiasco de la Operación Huracán. Esa fue la jugada con que debutó la actual administración, hacer lo que no hizo el Gobierno anterior y por eso pesa tanto hoy en La Moneda, les complica pensar en sacar al jefe máximo de la policía uniformada.

Igual, Soto no puede estar tranquilo, es más, no pocos creen que pende de un hilo y una de las razones es porque en sus propias filas hay un fuerte cuestionamiento a su liderazgo. Fuentes de Carabineros coinciden en que el hecho de no haber defendido al general Christian Franzani –cuya renuncia fue solicitada expresamente por el Ministerio del Interior– socavó el ascendiente de Soto entre la tropa. Franzani, ex director de Orden y Seguridad y a quien el Ministerio Público le puso el foco por las reservadas reuniones que tuvo en La Araucanía tras el crimen de Catrillanca.

De hecho, el reemplazante de Franzani, general José Luis Rivera, duró solo unos días en el cargo y dijo a la prensa “yo me voy, no quiero que después mi familia me ‘recoja con pala’. Estoy cansado de todo”. Soto le pidió que no hiciera efectiva su renuncia al menos hasta hoy, para no complicar más al Gobierno antes de la interpelación al ministro Andrés Chadwick, que se realizó ayer en la tarde en la Cámara de Diputados. Algo que claramente no sucedió, ya que el lunes a primera hora ya se sabía de la renuncia.

[cita tipo=»destaque»]Actualmente, tanto Franzani –quien declaró ayer ante los fiscales– como Inostroza están fuera de Carabineros y ya no le deben total lealtad a la institución, menos al general Soto. Al interior de la policía uniformada confirmaron que la relación entre el general director y su ex jefe de Orden y Seguridad está totalmente cortada. Algo que representa claramente un riesgo, porque si involucraron a la máxima autoridad de la policía uniformada frente a los fiscales en el origen de la versión falsa, se quedaría sin margen de acción ni posibilidades de sobrevivir a la crisis. Y dada la estrecha colaboración de Chadwick con el fiscal Cristián Paredes, en La Moneda serían los primeros en saberlo.[/cita]

Las palabras de Rivera fueron interpretadas al interior de Carabineros como una señal inequívoca de que la capacidad de mando del general Soto está cada vez más trizada. En este contexto, no se descarta que puedan plegarse al renunciado general otros oficiales, los que ya habrían manifestado en reserva su intención de dar un paso al costado y a quienes el general director les habría hecho la misma petición de esperar unos días.

El ruido interno que generó la salida de Franzani se suma al hecho de que la tropa –afirmaron– siente que los miembros del Comando Jungla fueron “expuestos” innecesariamente a una investigación como civiles y no en una Corte Marcial por obstrucción a la justicia y homicidio. Esa tensión hizo que todos los “enemigos” de Soto en las filas de Carabineros –quienes al inicio de su gestión intentaron frustrar su ascenso exponiendo su hoja de vida– se reactivaran y hoy estén en plena actividad, con mucha más fuerza ante la debilidad evidente en que se encuentra el general.

El origen de las mentiras

Pero hay algo más que puede quitarle el sueño a Hermes Soto. Desde el lunes los fiscales Roberto Garrido, Cristián Paredes y Jorge Caldarara están en Santiago para una ronda de interrogatorios clave, especialmente para despejar la arista de “obstrucción a la justicia”. En otras palabras, cómo se concretó la idea de entregar una versión falsa sobre la muerte de Catrillanca.

El lunes, el general Soto fue interrogado como testigo. Los fiscales le preguntaron cómo se enteró del operativo en que murió el joven comunero mapuche y cuándo, exactamente, supo que los efectivos del Gope estaban mintiendo.

Este último detalle es clave para lo que ocurra con el futuro del general director. La semana pasada ya declaró como imputado el abogado Cristián Inostroza Quiñiñir, y lo que ha trascendido de la investigación, hasta ahora, es que este asesor legal de Carabineros está identificado como quien armó –junto a los efectivos policiales– la versión del fuego cruzado producto de un enfrentamiento con los mapuche. La misma versión que supuestamente le fue transmitida a Soto.

El lunes el general (r) Juan Carlos Gutiérrez, ex auditor general de Carabineros que renunció el 19 de noviembre argumentando “razones personales”, de acuerdo a lo que dijo a La Segunda, fue el primero en contactar a Inostroza para el apoyo legal de los policías involucrados y luego advirtió a Soto –a través de un mensaje por WhatsApp– que se trataba de algo “importante y complicado”. Según afirmó, la orden del general director de Carabineros fue “mándate un equipo potente para apoyar a esos viejos”.

Pero esa orden resultó como un tiro en el pie. Hasta el momento, se sabe que Inostroza ayudó a armar la versión falsa por instrucción de Franzani, uno de los integrantes del Alto Mando más cercanos a Soto.

Actualmente, tanto Franzani –quien declaró ayer ante los fiscales– como Inostroza están fuera de Carabineros y ya no le deben total lealtad a la institución, menos al general Soto. Al interior de la policía uniformada confirmaron que la relación entre el general director y su ex jefe de Orden y Seguridad está totalmente cortada. Algo que representa claramente un riesgo, porque si involucraron a la máxima autoridad de la policía uniformada frente a los fiscales en el origen de la versión falsa, se quedaría sin margen de acción ni posibilidades de sobrevivir a la crisis. Y dada la estrecha colaboración de Chadwick con el fiscal Cristián Paredes, en La Moneda serían los primeros en saberlo.

Sin línea de crédito

La Moneda ya “le perdonó la vida” cuando fue convocado el lunes 3 de diciembre a dar explicaciones por el video que el sargento Carlos Alarcón grabó estando en prisión preventiva y en el que afirmó que lo obligaron a mentir. En esa reunión, donde participaron el Presidente Piñera, Chadwick y el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, hubo recriminaciones hacia Soto, quien reconoció no tener explicación para la grabación y difusión del video irregular. En esa reunión también estuvo el general Kurt Haarmann, director de Personal, ex edecán de Chadwick y uno de los que suena para reemplazar a Soto en caso de que la decisión final sea sacarlo.

Fuentes de Gobierno reconocen que «un cambio en el escenario podría pavimentar el camino para sacar» al general Soto. Esto significa que hasta hoy continúa con el respaldo político de La Moneda, pero que cualquier otra situación irregular significaría el fin del oficial como general director.

En el Gobierno también molesta que el cuestionamiento a Soto, a partir de los hechos recientes, haya hecho crecer los bandos antagónicos en la institución, las facturas por cobrar entre “villalobistas y hermesistas”, lo que aumenta la confusión en las filas de la policía uniformada.

Tampoco los apoyos en el oficialismo son monolíticos. Por un lado, el timonel de RN, Mario Desbores, se cuadró con el general Soto, pero el diputado de dicho partido, Gonzalo Fuenzalida, fue categórico hace dos días cuando manifestó tener “dudas que pueda seguir con su cargo con las cosas que están pasando y todavía con lo que nos vamos a enterar que no sabemos (…). Una persona cuestionada en su cargo, obviamente, tiene que poner su cargo a disposición”.

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