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Político español Eduardo Rubiño: “En España no hay una construcción de  la memoria como en Chile” PAÍS

Político español Eduardo Rubiño: “En España no hay una construcción de la memoria como en Chile”

Rodrigo Córdova
Por : Rodrigo Córdova Periodista en El Mostrador
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El portavoz por Más Madrid en el Ayuntamiento capitalino vivió la conmemoración de los 50 años de los 50 años en Chile, lo que le ha otorgado ha permitido establecer ciertas similitudes entre el proceso de reparación en España tras la dictadura de Francisco Franco y el avance de derechas extremas. Si bien, valora el empuje popular de hacer el ejercicio de memoria, entiende que en la arena política la discusión tiene otros factores. Lo comprende, pues en España ocurren procesos similares. Se refiere al avance de una derecha extrema y, así como en su país, sostiene que “no podemos quedarnos en una mera reacción ante el miedo a la entrada de la extrema derecha”. Sobre los desafíos de su vereda, reconoce que “a izquierda le falta capacidad de no hablarse simplemente a sí misma” y plantea que hay que “mantener la voluntad de hablar a gente que no necesariamente piensa ya como tú”.


El ex diputado de la Asamblea de Madrid y actual portavoz adjunto del Ayuntamiento de Madrid por Más Madrid, Eduardo Rubiño, llegó el miércoles 7 al país y desde ese día ha participado en encuentros y eventos políticos. Estuvo en la Cumbre Internacional por la Democracia y los DD.HH. de Recoleta con Daniel Jadue, vivió en territorio nacional la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado y ha visto en primera persona las similitudes y diferencias que acercan -y separan- al momento de la política chilena y a la española.

Rubiño es activista LGBTQIA+ y uno de los rostros de la nueva generación política española. Al igual que los actuales gobernantes chilenos, es uno de los representantes de la nueva izquierda que ya desde hace años comenzó a irrumpir en el marco político post transicional. Su trayectoria comenzó formando parte del movimiento 15M el 2011 en el colectivo Juventud sin Futuro.

Luego participó en una fundación de Podemos, partido de izquierda en España, y ahí fue encargado de las redes sociales. Fue el 2015 cuando pegó el salto a la Asamblea de Madrid y, con 23 años, ejerció como diputado durante ocho años, entre esos, ejerció dos como senador. Sin embargo, en la segunda legislatura rompieron con la fuerza tradicional de izquierda Podemos y Rubiño fue parte de la fundación de Más Madrid. Una fuerza enfocada en las políticas verdes, de género, justicia social y también busca echar luces sobre las necesidades capitalinas que quedan solapadas con la contingencia nacional.

Hasta ahora, le ha sorprendido la memoria popular que rodean a las víctimas de la dictadura militar en Chile, una experiencia que en España no sucede, asegura, y hace una lectura similar respecto a la entrada de VOX y el Partido Republicano en el marco de la política. Para ello, propone reflexiones para la izquierda y también desafíos para detener el avance de esta derecha extrema. 

-¿Cómo enfrentaste la política siendo tan joven? En Chile se criticó mucho que la nueva generación venía con una superioridad moral…

-Sí, yo creo que debió ser parecido. En España el Movimiento 15M estuvo muy ligado a la cuestión generacional como también yo creo que pasó aquí. Fue en parte una patada que dio una generación a la que se le había impedido participar de las instituciones porque lo que había era un tapón generacional en los partidos tradicionales. En el bipartidismo español, en el cual era implanteable que hubiera ninguna fuerza diferente a la hegemonía de los dos grandes partidos y tampoco la participación de los jóvenes, porque la gente que dominaba esos partidos era la misma que venía desde los años de la transición. No había habido renovación de ningún tipo. Entonces el 15M, en cierto sentido, es un paso adelante de una generación que siente que tiene que tomar las riendas de su propio país, que tiene que poder participar en el futuro y en la historia de su propio país. Además, se da en un contexto particular en el que las políticas habían sido muy agresivas contra los jóvenes, porque habían lastrado completamente las oportunidades de los jóvenes y les habían hecho pagar los platos rotos de la crisis financiera de 2008 con precariedad laboral, con el problema de la vivienda, con la ruptura de los consensos sociales que nuestros padres sí, de alguna manera, tuvieron y que en el caso de mi generación hubo una quiebra de expectativas total. 

-Se compara mucho el proceso político chileno con el español, tanto el surgimiento de una nueva izquierda joven, como la aparición de una derecha extrema que compite con la tradicional ¿Tú ves ese símil ?

Creo que particularmente con Chile. Nosotros no solamente lo hemos visto, sino que lo hemos seguido, hemos aprendido, hemos mirado con mucho entusiasmo todos los pasos que ha habido aquí desde el movimiento de las mujeres en favor del aborto, que para nosotros fue fundamental para alimentar también nuestra propia ola feminista, hasta el estallido social, las similitudes que también tuvo con las protestas que tuvimos nosotros. Algunas más pacíficas, otras más conflictivas, pero que para nosotros responden a cuestiones que guardan muchas similitudes, también salvando las distancias de contexto evidentes, que no son iguales, pero creo que sí que hay un espíritu muy común y hemos seguido los pasos de gente como Camila Vallejo, Gabriel Boric y toda la gente que ha formado parte de esa generación. Igual que también hemos mirado a otros países, a Argentina. Creo que es fundamental porque ha habido momentos en los que hemos podido avanzar en algunas cosas, pero también hemos visto con cierta envidia como aquí se llegaba directamente al Gobierno y a la presidencia. Bueno, hemos entrado a formar parte del Gobierno de España en sentido amplio, las fuerzas del cambio que aparecieron a partir del 2015 y desde luego ha sido muy importante, pero hemos mirado con mucho entusiasmo cómo se han dado los pasos aquí hasta construir un gobierno como el actual. 

-¿Cómo has visto la conmemoración de los 50 años? ¿Cómo la viviste?

A mí me ha impresionado mucho asistir a los actos de conmemoración, creo que hay aquí una construcción de la memoria que es muy popular y eso es envidiable porque nosotros tenemos una historia que también tiene paralelismos en cuanto a la dictadura, la represión. Tuvimos un dictador durante 40 años, después de una guerra civil en la que murieron cientos de miles de personas. Somos uno de los países con más cunetas y con más desaparecidos sin identificar. Vivimos un golpe de Estado a un gobierno democrático que era una esperanza de progreso en un país que tenía muchísimos atrasos de desarrollo y donde había una injusticia social tremenda y ese gobierno popular había levantado muchas esperanzas de cambio que fueron aplastadas y cegadas. En eso nos parecemos mucho, pero yo siento que en España no ha habido una construcción de la memoria popular tan fuerte y que muchas cosas han caído en el olvido. Desde luego ha habido muchos intentos loables por parte de las fuerzas de izquierda de mantener esa memoria viva, pero hay gente, como aquí también, que participa del negacionismo, del revisionismo histórico que cree que es justificable lo que sucedió y en España también lo tenemos. 

Me ha emocionado muchísimo venir aquí y ver que hay tantos lugares de recuerdo, que hay un museo a la memoria democrática, que se recuerdan los nombres uno a uno de las víctimas y de la gente que todavía nos ha encontrado, que hay un acompañamiento a las familias de las víctimas y de los desaparecidos y los torturados, que han sido esas familias las que han impulsado en muchas ocasiones a nivel popular y muchas veces sin apoyo de las instituciones. Cosas que ya se han convertido en símbolos de la identidad nacional. Ver a miles de personas en torno al Estadio Nacional me parece como una cosa insólita porque  yo no tengo un paralelismo que hacer con nada que suceda en España y me da muchísima pena pensar que eso es así. Nosotros miramos esto con muchísima envidia, como también nos pasa con Argentina, salvando las distancias, pero veo imágenes como la del estadio, o veo o pienso en una película como Argentina 1985 y se nos llenan los ojos de lágrimas pensando en la ausencia que tenemos nosotros en cuanto a eso, en un país en el que nuestro dictador murió en la cama y donde nunca se hizo este ejercicio de revisión y de justicia. A pesar de que hemos intentado sacar adelante una ley de memoria democrática, a pesar de que hay gobiernos que han intentado dar pasos, yo creo que hay una desconexión sentimental todavía muy fuerte. 

¿Qué similitudes y diferencias ves en cuanto al proceso de reparación, tanto en Chile como en España?

-Tenemos similitudes y diferencias. Hay una cierta similitud frente, por ejemplo, al caso de Argentina, donde efectivamente Videla fue juzgado junto a su gobierno y se enfrentó a un proceso muy ejemplar con sus problemas también, pero que asombró al mundo, ¿no? Y frente a eso, yo creo que el caso de Chile y de España guarda similitudes porque nosotros, nuestro dictador murió plácidamente en la cama diciendo antes de morir que lo había dejado todo atado y bien atado y eso dio paso a una transición que para algunos fue vendida como modélica, pero que en realidad fue, nosotros decimos, una correlación de debilidades en las cuales todas las partes tuvieron que aceptar, pero en realidad hubo una gran herencia del régimen franquista. Una gran herencia institucional a todos los niveles. Y aquí, en Chile, hasta donde yo sé, incluso hicisteis senador vitalicio a Pinochet, no fue juzgado hasta mucho tiempo después y además por un tribunal extranjero y encima, de alguna manera, fue salvado por la imposibilidad de extradición. Con lo cual, creo que en ese sentido hay importantes similitudes y tenéis la Constitución heredada por la dictadura. 

-¿Y qué ocurre con la construcción de la memoria?

-El elemento de construcción de la memoria popular creo que sí que es distinto. Y creo que además también la significancia del recuerdo a las víctimas, el empeño por perseguir la justicia y la verdad para todas las familias, creo que en España se ha disuelto más y se ha desatendido a víctimas de la dictadura que estaban esperando encontrar a sus fallecidos. Las instituciones no les han acompañado lo suficiente y no han tenido los recursos para reparar esas heridas y para cerrar esas heridas. De vez en cuando conseguimos que haya una apertura de una fosa y ves a una anciana de 90 años que tiene ahí a su papá y ella está a punto de morirse y de repente encuentran los restos, pero llega muy tarde y llega de manera muy insuficiente y llega sin prácticamente acompañamiento por parte de las instituciones. Para que te hagas una idea, el gobierno de la Comunidad de Madrid ahora mismo se asienta sobre la antigua Dirección General de Seguridad. Está en la Plaza de Sol, es la Casa de Correos. En esa Dirección General de Seguridad franquista se torturó a muchas personas, se detenía a la gente. La gente tenía miedo de pasar por delante de la puerta y que te detuvieran y te rompieran los huesos en el sótano de aquella planta. Ahora mismo ahí está el gobierno de la Comunidad de Madrid. No existe una mera placa de recuerdo, una simple placa que diga que ahí se torturó y se detuvo a cientos de personas durante la dictadura. Y es un ejemplo, es un detalle, porque podríamos recorrer toda la geografía española con casos similares donde no se ha hecho esta cuestión básica de dejar que los lugares tengan memoria, que los lugares hablen, que los lugares digan lo que significaron y que se repare, aunque sea en ese sentido, la dignidad que como pueblo nos fue arrebatada durante tantos años. 

Y sin memoria también hay un proceso de identificación difícil de construir…

-Desde luego, y en España de hecho atravesamos muchas contradicciones con respecto a nuestros símbolos nacionales que tienen que ver con no haber hecho los deberes en este sentido adecuadamente. Nosotros tenemos una izquierda que durante muchos años ha tenido grandes problemas para utilizar la propia bandera del país porque hay un hilo de continuidad entre esa cuestión y el pasado franquista y el horror que se vivió. Ahora, claro, evidentemente, como ocurrirá aquí, la derecha en España habla de que lo que quieren hacer las fuerzas de izquierdas es reabrir heridas y es devolvernos a lo que ellos llaman ‘las peleitas de los abuelos’, – palabras de los propios líderes de la derecha en España-. Cuando tú no resuelves y no cuentas que realmente hubo un golpe de Estado cruento que puso la represión y el horror fascista durante 40 años, es muy difícil que haya una reconciliación con lo que significa el propio país y sus elementos de identidad. Esto en realidad ha sido aprovechado por la derecha para arrebatarnos también los símbolos patrióticos y para impedirnos tener una identidad nacional que también es fundamental para las fuerzas progresistas. En España durante años no nos han dejado utilizar la bandera, nos han arrojado la bandera a la cara y han intentado expulsarnos de lo que significa nuestro propio país. Y eso ha sido una derrota ideológica que la derecha ha infligido sobre la izquierda y de la cual la izquierda todavía está recuperándose y está aprendiendo a desempeñar estrategias para decir que España no es lo que ellos dicen que es, que España es mucho más parecida a lo que ha conseguido con los derechos LGBTQIA+, con los avances de las mujeres, lo que ha conseguido a nivel social, lo que ha conseguido con ya una democracia asentada que no va a dar más atrás con el movimiento 15M, con la historia democrática popular de la cual también nosotros tenemos que reivindicar y estar orgullosos y poder reencontrarnos con nuestro propio país. Porque la España popular también ha existido siempre y la España no es la que ellos han dibujado como esencial y verdadera y con la que cada vez menos españoles se identifican también. 

-Te refieres a una memoria popular muy viva, pero la clase política no  pudo generar un consenso ¿Cómo ves tú esa imposibilidad de no concurrir a un mismo acuerdo en torno a los 50 años del Golpe? ¿Cuáles crees que son las razones? 

-Entiendo las limitaciones que tiene esta cuestión a la que yo hacía referencia del sentimiento popular en cuanto a la memoria democrática y sé que también hay dificultades en la arena política para lograr que eso sea una cuestión de Estado transversal a todas las fuerzas con independencia de la ideología, que sería lo deseable. Es que yo vengo de un país en el que el Partido Popular, principal partido de la derecha, nunca ha condenado el golpe de Estado. Nunca ha llegado a condenarlo. Ahora tenemos a un partido como Vox que está recuperando, en algunos casos, consignas completamente franquistas, citando a líderes de la extrema derecha de la época, incluso con cargos públicos que al llegar colocan banderas con el aguilucho franquista en su despacho.

Creo que es un reto que tenemos en muchos lugares del mundo donde estamos viendo una ola reaccionaria en la cual  tenemos fuerzas que están diciendo abiertamente que quieren dar marcha atrás en legislaciones que ya llevan años en vigor y que han mejorado la vida de mucha gente y le han dado libertad. Entonces, esto lo han hecho con las personas LGBTQI+, con las mujeres y han negado cuestiones fundamentales del cambio climático. Toda esta agenda que han desplegado, creo que inicialmente les ha hecho tener como mucho impacto en la sociedad española, pero al final también está suscitando una reacción y una movilización ciudadana por parte de muchísima gente que no quiere que volvamos ningún paso o marcha atrás y que se ha dado cuenta del retroceso democrático que esto puede implicar. Esto ha sido esperanzador, a nosotros nos ha sucedido que en las elecciones anteriores locales y municipales efectivamente ellos han logrado alcanzar gobiernos regionales y locales en muchos municipios de España, pero las acciones que han tomado en ese primer mes de gobierno han sido tan increíbles. La primera medida que han tomado ha sido subirse el sueldo a sí mismos en todos los lugares en los que han tocado poder y automáticamente después aplicar una agenda muy agresiva que ha tocado cuestiones como por ejemplo la lucha contra la violencia machista, desarmando políticas vitales para proteger a las mujeres en un país que sufre decenas de asesinatos machistas al año y eso ha hecho que en apenas dos meses gran parte de la gente progresista del país se haya movilizado para impedir que ellos lleguen al gobierno. 

-¿Eso es suficiente?

-No podemos quedarnos en una mera reacción ante el miedo a la entrada de la extrema derecha, es vital que las fuerzas democráticas, las fuerzas progresistas recuperen un horizonte esperanzador, que construyan un horizonte para combatir también ideológicamente a estas fuerzas a la ofensiva, no solamente a la defensiva. Creo que es imprescindible que eso se convierta en una realidad para tener posibilidades de ganarles en el medio o largo plazo y no solamente de pararles, no podemos quedarnos solo en pararles. Y efectivamente eso en gran parte nosotros creemos que hay que hacerlo también desde el gobierno con medidas valientes, con una agenda legislativa potente y evidenciando que las políticas que defendemos son mejores que el retroceso al que nos quieren llevar. 

-La UDI, trajo desde España, en particular desde el Partido Popular, la idea de que el éxito de las elecciones estuvo en que el electorado optó por la versión de la derecha original y que por eso es importante mantener esa línea. ¿Coincides con ese diagnóstico para que no avanzara tan bien el Vox?

-Tienen muchas contradicciones en torno a esta cuestión y no han parado de dar bandazos estratégicos que les han llevado a un día hacer por la mañana una cosa y luego por la tarde otra. Por la mañana intentan diferenciarse de Vox, por la tarde sale un cargo del PP a decir que va a recortar una ley porque Vox lo está pidiendo, por ejemplo, de los derechos LGBT en la Comunidad de Madrid. Por la mañana dicen que no van a pactar con Vox y por la tarde están firmando un acuerdo para meterles en el gobierno y participar con ellos con un programa conjunto. Esto ha sido un escándalo en el mes de la campaña electoral. Se han visto todas las costuras de esta contradicción. Nunca hemos visto a un Partido Popular que realmente aplique este principio de que, frente a la copia, se mantenga con el origina. Eso les hubiera llevado a hacer como hay otras derechas en Europa que han puesto un cordón sanitario a la extrema derecha y que han intentado decir que una derecha liberal no puede congraciarse con la extrema derecha. En España, desde luego, no hemos visto para nada eso. Hemos visto una derecha que ha estado siempre dispuesta a pactar con la extrema derecha y que precisamente por eso ahora se encuentra en una soledad absoluta. Porque el Partido Popular, el gran problema que tiene es que no tiene ningún aliado en España. No puede sentarse con nadie más porque sus pactos le han alejado de cualquier fuerza política que sea mínimamente sensata. Tienen un problema estratégico muy gordo en ese sentido.

-¿Cómo se construye un cordón sanitario y por qué se rompen?

-Yo creo que estamos, al menos en España y probablemente en muchos países de América Latina también, en una situación en la que ese cordón sanitario efectivamente no existe y probablemente no va a existir. Entonces creo que es tiempo también de asumir que eso es así. A mí me hubiera gustado que en España hubiera una derecha liberal, democrática, que dijera con los homófobos no voy a ningún sitio, con los racistas no voy a ningún sitio, con los representantes de la dictadura española no voy a ningún sitio, con los herederos de la dictadura española no voy a ningún sitio. Pues sí, me hubiera gustado que la derecha de mi país fuera así. Pero lamentablemente no es así. Y como no es así, en mi opinión hay que tratarles también como un todo. Porque pueden mantener posiciones diferenciadas aparentemente, pero en realidad son copartícipes de una misma agenda de derecha radical. Estamos teniendo ahora mismo casos en el Partido Popular, como es el caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que nosotros decimos que ella es la mejor candidata de Vox, a pesar de que ella es candidata del Partido Popular, porque en realidad está adoptando un discurso completamente indistinguible del de Vox y está teniendo un éxito en la derecha y está haciendo un liderazgo moral de la derecha, incluso por encima de él el propio líder nacional de su partido. Entonces, ¿en qué sentido yo tengo que tratarles como fuerzas diferentes cuando están siendo copartícipes de una misma agenda que pone en riesgo cuestiones fundamentales? Bueno, pues nosotros en estas elecciones generales hemos planteado que la entrada de la derecha en su conjunto era una amenaza para las cuestiones fundamentales que nosotros estábamos haciendo referencia y por cierto también para la agenda social de los trabajadores, porque no solamente aplican un retroceso en cuestiones como las que he referido antes, sino que además todos invariablemente encierran una agenda neoliberal, profundamente regresiva en cuanto a cuestiones que nosotros en estos años hemos avanzado como los  derechos de los trabajadores con una reforma laboral, el salario mínimo interprofesional que ha subido en España y medidas para paliar el aumento precio de la electricidad. Todas estas cosas son también parte de lo que se opone la derecha y nosotros tenemos que denunciar que ellos tienen una agenda regresiva también en lo económico.

-¿Cuál vendría a ser el nuevo desafío de las izquierdas o de las fuerzas progresistas en un mundo que, con crisis climática, avance de la extrema derecha? ¿Cuál vendría a ser el nuevo desafío?

-Es una pregunta muy amplia, pero creo que no podemos ser como un conejo al que le impactan los faros del coche y entonces se queda parado en mitad de la carretera. Tenemos que entender que si estamos viviendo la oportunidad de gobernar nuestros países y de tener por primera vez en mucho tiempo instrumentos gubernamentales a nuestra disposición para cambiar las cosas, lo más importante es que despleguemos una agenda de políticas públicas fuerte. Tenemos que aprovechar esta oportunidad, porque creo que la mayor garantía que hay para cerrar el paso a esos discursos que vienen de la derecha extrema es que haya avances palpables en justicia social. En intentar resolver los grandes retos que hay en nuestras sociedades, porque creo que hay retos que no se van a resolver de la noche a la mañana y que no hay ningún gobierno, y que lo prometa miente, que va a resolverlos de la noche a la mañana. Por ejemplo, no hay ninguna varita mágica para resolver el problema de la vivienda en las grandes ciudades,pero evidentemente nosotros tenemos una responsabilidad de demostrar que vamos a tomar medidas valientes que van a significar cambios profundos en esas cuestiones. Básicamente creo que tenemos que demostrar que ante los grandes retos no tenemos llaves mágicas, pero sí tenemos una voluntad firme de avanzar y de conseguir mejoras palpables para la mayoría social, y por eso no podemos dejarnos distraer, tenemos siempre que pedalear desde las posiciones institucionales que hemos conquistado sin distraernos, solamente alertando del miedo a que vienen los otros. Es fundamental no quedarse solamente en eso. 

-¿Cuál es ese camino? ¿Se necesita reconfigurar una filosofía precursora de la izquierda? ¿Sientes tú que existe la necesidad de bajar esos conceptos? 

En mi opinión siempre hay que actualizarlo y es una tarea de cada generación actualizar la comprensión y no quedarse simplemente en la lectura nostálgica de lo que fueron las referencias del pasado, lo cual, evidentemente atendiendo a las enseñanzas de cada momento, pero todas las generaciones tienen que hacer una actualización de esas coordenadas y desde luego que ahora mismo está encima de la mesa hacer esta cuestión y hacerlo además a escala internacional también, que seamos capaces de compartir experiencias en todo el mundo y de recuperar esa agenda progresista común. 

En cualquier caso, creo que hay que hacerla con una mirada transversal que intente siempre hablar a quien no está ya previamente convencido.  En ocasiones la izquierda le falta capacidad de no hablarse simplemente a sí misma, de intentar mantener la voluntad de hablar a gente que no necesariamente piensa ya como tú y por eso yo no creo en una izquierda puramente identitaria en el sentido que agite los símbolos tradicionales de la izquierda una y otra vez, creo en una izquierda que tenga una mirada mucho más transversal y que no se aferre a esos signos de identidad sino que busque generar esos espacios que apelen a grandes mayorías y creo que eso también, los grandes procesos que se han vivido en Chile, yo creo que en Argentina también saben mucho de esta cuestión, los momentos en los que en España hemos conseguido recuperar posibilidades de cambio han sido porque hemos conseguido aunar voluntades muy distintas y hablar a gente muy distinta. Entonces eso tiene que ser la tarea permanente, no refugiarnos, no entrar en una dinámica de repliegue identitario o de vuelta a las trincheras sino buscar siempre que esos horizontes sean comunes y se correspondan con la realidad de nuestros países y con la realidad social e ideológica y las posibilidades de avance ideológico que haya en nuestros países en cada momento.

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