Señor director:
En Chile existen 229 mil niños, niñas y adolescentes (NNA) de 5 a 17 años que trabajan, de ellos 219 mil realizan formas de trabajo prohibidos e indeseables, conocidas como trabajo infantil, según la Encuesta Casen 2013 y la Encuesta Nacional de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA). De estos, 94 mil entre 5 y 14 años y 125 mil entre 15 y 17 años realizan trabajos peligrosos.
Son miles las historias personales y familiares que se esconden tras estas cifras que en el Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 junio) recobran vigencia. Detrás de cada una de ellas hay una persona que ve vulnerados sus derechos. Esta realidad interrumpe y afecta su desarrollo individual, coarta las posibilidades futuras de mejorar sus condiciones de vida y asegura un círculo vicioso de precariedad y falta de oportunidades.
El trabajo infantil es un fenómeno complejo cuya responsabilidad no sólo recae en las familias y los propios niños, niñas y adolescentes, sino que es un problema estructural en que los sistemas sociales, políticos, económicos y culturales han contribuido a generar contextos de precariedad y riesgo para un porcentaje importante de la población que, carente de condiciones que les aseguren bienestar, busca la forma de desarrollar estrategias de sobrevivencia.
Por tanto, es preciso abordar este flagelo con políticas sociales integrales que, por un lado, aseguren mejores condiciones de trabajo para los adultos y acceso y calidad a los servicios básicos, como salud y educación, para evitar gastos adicionales que no puedan solventar; y, por otro lado, es imprescindible fortalecer estrategias escolares de calidad que eviten la deserción escolar, aumentar los sistemas de fiscalización respecto del trabajo infantil y sensibilizar a la comunidad para reguardar los derechos nuestros niños.
Mónica Vergara Quezada
Académica Escuela de Trabajo Social
Universidad Andrés Bello
