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Ansiedad y depresión aumentaron en pandemia: cómo acompañar de manera respetuosa, efectiva y responsable a quienes viven con ello Salud

Ansiedad y depresión aumentaron en pandemia: cómo acompañar de manera respetuosa, efectiva y responsable a quienes viven con ello

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La vuelta a las actividades presenciales y la reactivación de la vida social por fuera de las pantallas, encontró a personas con nuevas realidades. Especialista entregó recomendaciones para acompañar de manera respetuosa a quienes viven con ansiedad y depresión. 


Aunque las prevalencias estaban en aumento años antes de la pandemia, la sintomatología asociada a la depresión y ansiedad subió un 25%, según un informe científico publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)

Desde que llegara el Covid-19 a Chile, muchas personas (aunque no todas) se recluyeron en sus hogares con la incertidumbre del contagio, la lejanía de sus seres queridos y una “transformación drástica de la rutina”.

“Cuando llega la pandemia, muchas personas empezaron a cuestionar el sentido de vida y preguntarse por qué despertaba. Hubo una pérdida de cotidianidad, los vínculos convivieron tras las pantallas, muchas personas enfrentaron problemas económicos, fue un cambio de rutina muy drástico”, expresó la psicóloga especialista en depresión, ansiedad, estrés y gestión de las emociones, María Elena Duarte, que cuenta con más de 22 años de experiencia. 

Frente a esa realidad, continuar con las rutinas de trabajo y solicitarle a los pacientes que se levantaran de la cama, se cambiaran ropa, ducharan y marcaran simbólicamente las rutinas aun desde la virtualidad, fue una dinámica que acompañó las terapias en un esfuerzo por “recuperar el sentido” entre quienes se atendían con ella tras la pantalla.

Según sus cifras, hay un antes y un después de la pandemia: “Antes, el 60% de los pacientes me consultaban por sintomatología ansiosa, es decir, ansiedades, crisis de pánico, fobias, y el resto problemas de pareja, laborales y similares. Después de la pandemia es el 85%, hay muchos adultos con fobia social, agorafobia, también jóvenes que ingresan a la universidad por esta sintomatología”, expresó Duarte.

Ansiedad: temor, preocupación excesiva y cambios fisiológicos

El colapso de estudiantes de distintos niveles educativos es una constante observada por la psicóloga de Copiapó, sobre todo de quienes están en la universidad. El paso de lo virtual a lo presencial significó el “incremento de las dudas, sobre todo respecto a las propias capacidades”, relató Duarte y adhirió a su vez la persistencia de percepciones de personas que “se sienten juzgadas y observadas por sus pares”, una sensación frecuente de inseguridad.  

De acuerdo a el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales citado por la psicóloga, DSM-5, la ansiedad se caracteriza “por un temor o miedo a una situación real o imaginada y preocupación excesiva frente a evento del futuro, lo que va acompañado de un aumento de la frecuencia cardiaca, sensación de ahogo y distintos cambios fisiológicos”.

También puede existir “insomnio, miedo paralizante, alteraciones en la alimentación, temor a morir y se caracteriza por una inquietud generalizada sin explicación”, detalló. 

Además, hay cambios en la estructura del pensamiento. Pueden aparecer estilos de pensamiento como “distorsión cognitiva”, que hacen filtrar la realidad de un modo que incrementa la ansiedad. Por ejemplo, contó la psicóloga a través de una llamada telefónica, hay una tendencia a “pensar en forma polarizada, pensar lo que los otros están pensando de mí o tener pensamientos catastróficos”, lo cual puede activar una crisis de pánico.

Hay personas que a partir del acompañamiento y entrenamiento terapéutico, logran desarrollar habilidades para el manejo de la ansiedad, pero hay otros casos que las herramientas psicológicas no logran contrarrestar la sintomatología, puntualizó la psicóloga de la Universidad de Santiago (USACH). En el segundo de los casos, “se hace necesario complementar con un psiquiatra, y en ambas situaciones, el acompañamiento de personas que tengan un vínculo afectivo con la persona, es fundamental”.

“En estos casos, lo primero que hay que hacer es psicoeducación, explicarle  a la persona qué le pasa para que pueda comprender cómo funciona la sintomatología y después trabajamos con herramientas”, explicó Duarte.

Durante la entrevista, la psicóloga recordó un caso significativo para explicar el proceso terapéutico. Se trató de un paciente que presentaba sintomatología asociada a la agorafobia (miedo o ansiedad que suelen asociarse a multitudes) y no podía salir a la calle. En su caso, su ejercicio fue primero abrir la puerta de la casa, luego abrirla y estar allí un par de segundos, después poner los pies afuera y de manera paulatina logró salir, primero, a comprar a un negocio. 

“En este caso, la familia fue protagonista de esa recuperación porque validó lo que le estaba sucediendo, lo acompañó en un proceso que tuvo la misma validez que si hubiera tomado un medicamento”, sostuvo.

Actualmente, se suele hablar de “primeros auxilios psicológicos” para asistir a personas con crisis de ansiedad o pánico. Cuando asciende la intensidad de la sintomatología, la especialista en este tema, entregó algunos consejos de qué hacer y qué no hacer frente a esta situación. 

En primer lugar, no sirve utilizar “argumentos lógicos para explicarle a la persona lo que está sucediendo”, sostuvo Duarte, se debe realizar contención aminorando la hiperventilación. “Si la persona lo permite tomar su mano, actuar como espejo para que respire de manera más pausada, a veces escuchar una canción de su agrado puede ayudar, sentarse en un espacio donde no haya mucha gente, ayudarlo a desviar la atención de elementos que generen ansiedad, mirar a los ojos…”.

Un buen acompañamiento puede contribuir a desarticular pensamientos que estimulen y desactiven la crisis. 

Depresión: un estado, no una decisión

Otra de las cosas que despertó la pandemia fue tener que mirar hacia adentro, mirarnos a la cara, con la familia, la pareja, los hijos, preguntarnos por qué, para qué y esas respuestas activaron sintomatología depresiva, reflexionó la psicóloga. 

Abrir los ojos y no tener deseos de nada, que nada movilice, pérdida de capacidad de disfrute, en los patrones de alimentación, imnsomnio y fatiga por al menos dos semanas son parte de los síntomas de un “episodio depresivo mayor”, afirmó Duarte. Pero existe otra forma de depresión.

La psicóloga publica a través de sus redes sociales profesionales, contenido asociado a su trabajo. Un día subió una ilustración que hablaba sobre la distimia, es decir, un trastorno depresivo continuo de largo plazo que puede durar más tiempo, incluso años. Y las interacciones se multiplicaron.

“Mucha gente comentó y se sintió identificada, y leyendo los comentarios me di cuenta que existe una normalización muy generalizada de esta sintomatología y creo que tiene relación con la presión social”. 

En términos materiales, una persona puede tener todo para vivir sin necesidades: casa, vehículo, amor de familia y amistades, pero aun así tener depresión. “Cómo te vas a sentir mal si lo tienes todo, suelen decirle unas personas a las otras, generando una presión sobre quienes viven con depresión, juzgando la emocionalidad del otro”, dijo la profesional de la salud que trabaja desde el enfoque cognitivo-conductual.

“La validación de la emocionalidad del otro, es el paso central para comprender a la persona que se quiere ayudar, también hay que respetar que la situación de salud de una persona es privada, existe el derecho a la intimidad”, destacó. “Tenemos una tendencia cuando una persona llora decirle que no llore, que se calme”, agregó, y recomendó no hacerlo porque si una persona llora, es porque “necesita expresar esa emoción”. 

Preguntar asimismo, en qué se puede ayudar o qué necesita la persona es otra de las claves para un acompañamiento respetuoso de la depresión, aunque también hay otras maneras. 

“Hay una forma de estar con el otro que no necesariamente requiere saber lo que el otro necesita sino que solo estar. Yo puedo hacer una presencia amorosa y contenedora sin necesariamente hablar con el otro, esto se logra con la generación de un vínculo de validación con el otro, validar su emoción y mantener el puente comunicacional abierto, eso facilita que la persona con depresión sepa que está ese puente para hablar cuando pueda y quiera hacerlo”, destacó Duarte. 

Ansiedad y depresión en la escuela: reconocer la humanidad en quienes habitan las aulas

En los colegios, la situación es muy similar a lo que ocurre en las universidades: “hay muchos niños que están con sintomatologías ansiosas”. Para la psicóloga con experiencia en el área clínica y educativa, “es necesario pesquisar los casos, darle la importancia y tomar el peso de la situación” en las instituciones y los hogares, así como “comprender que son seres humanos”.

“Me ha tocado enviar informes a los colegios para orientar a docentes que si tal alumno está con crisis de ansiedad previo a una prueba no puede tomarla, o bien explicar que algunos estudiantes pueden necesitar salir del aula. Es importante pensar cómo nos cuidamos y acogemos entre todos entendiendo que en la sala estamos protegidos por roles, pero todos somos seres humanos”, subrayó la profesional de la salud mental.

Para ella, es crucial considerar como prioridad la recuperación de la salud mental y realizar la adecuación metodológica necesaria en este sentido. Aunque resaltó la importancia de políticas públicas para llevar a cabo procesos sanadores en los colegios ya que de no ser así, “cada escuela hace lo que puede con lo que tiene”, expresó. 

Finalmente, se refirió a “las etiquetas” y explicó que desde su perspectiva ética, hay que pensar “para qué” se asigna un diagnóstico. “A veces los pacientes cuando consultan necesitan saber qué tienen para tener elementos comprensivos, pero a otras personas les funciona tener esta etiqueta y genera poca movilidad, por eso es delicado el proceso de diagnóstico”, puntualizó.

Las personas son personas y no diagnósticos, sostuvo la postitulada en integración pedagógica y social, desde esa base se deben realizar tratamientos con profesionales de la salud y los vínculos afectivos tienen un lugar fundamental en estos procesos.

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