Publicidad
Deficiencia de hormonas tiroideas en embarazo aumenta riesgo de hijos a padecer esclerosis múltiple Salud

Deficiencia de hormonas tiroideas en embarazo aumenta riesgo de hijos a padecer esclerosis múltiple

Investigadores del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia afirman que el hipotiroidismo y la hipotiroxinemia pueden aumentar la susceptibilidad a este tipo de patologías. Un nutriente necesario para producir las hormonas T3 y T4 es el yodo, el que debe ser ingerido en mayor cantidad por la mujer embarazada, a través de la sal, pescados o vitaminas yodadas.


La esclerosis múltiple (EM) es una de las enfermedades autoinmunes más frecuentes en todo el mundo, siendo padecida en la actualidad por cerca de 2,8 millones de personas, la mayoría de ellas mujeres adultas jóvenes. Afecta al sistema nervioso central (SNC) y se manifiesta en los afectados a través de severos deterioros físicos, cognitivos y neurológicos. En Chile, son cerca de 3 mil los que la presentan.

Aunque la predisposición a padecer la patología parece ser un proceso multifactorial, una etapa muy sensible es el embarazo, donde la alteración del desarrollo y la diferenciación del SNC y del sistema inmunitario aumentan la susceptibilidad de la descendencia a presentar la enfermedad,

Un grupo de ocho investigadores del Instituto Milenio en Inmunología e Inmunoterapia (IMII) publicó un artículo en la revista International Journal of Molecular Sciencesen el que subrayan la importancia del período gestacional para la generación de la esclerosis múltiple en la edad adulta.

Claudia Riedel, investigadora responsable de este grupo, afirma: “La gestación es una etapa muy delicada para un individuo ya que las deficiencias nutricionales pueden aumentar la susceptibilidad a enfermedades en la adultez, como la EM».

«Es importante crear conciencia en la población sobre la importancia de la gestación para proteger a la embarazada y también al hijo. En este sentido, es crucial ocuparnos de la deficiencia de hormonas tiroideas y el consumo apropiado de yoduro en las embarazadas”, sostiene la doctora en farmacología y académica de la Facultad de las Ciencias de la Vida de la Universidad Andrés Bello (UNAB).

Etapas de la enfermedad

“La EM se caracteriza por el entumecimiento o la debilidad de las extremidades, la sensación de descarga eléctrica que produce movimientos involuntarios y temblores acompañados de un deterioro de la coordinación y la inestabilidad al caminar; pérdida parcial o total de la visión; mareos; fatiga; y hormigueo en diferentes partes del cuerpo”, detalla el artículo.

Como explican los autores del trabajo, hay tres etapas principales en el curso de la enfermedad: una preclínica, detectada solo por imágenes de resonancia magnética en la que se observan las primeras lesiones cerebrales; la segunda es la aparición de síntomas recurrentes, seguidos de una recuperación parcial o total conocida como esclerosis múltiple recurrente-remitente; y, en tercer lugar, hay una fase progresiva en la que un daño neuronal sustancial afecta a la capacidad motora del paciente.

“Tras aproximadamente quince años, los síntomas de la enfermedad se vuelven permanentes en el 50% de los pacientes no tratados, causando un deterioro prominente y progresivo. Esta forma de la enfermedad se conoce como esclerosis múltiple progresiva secundaria”, se indica en el artículo.

Por otro lado, «del 10 al 15% de los casos desarrollan gradualmente un deterioro neurológico más intenso desde el inicio de la EM, lo que se conoce como EM primaria progresiva, más frecuente en los hombres que en las mujeres”, se indica en el artículo.

“Por último, una forma menos común de EM es la progresiva-recurrente, que se caracteriza por un empeoramiento constante desde el inicio de la enfermedad, causado por daño y pérdida nerviosa extrema”, agrega.

Los investigadores mencionan varios factores que propician que las personas padezcan esta enfermedad autoinmune. Entre ellos, la obesidad, la cual tiene “una asociación multifacética” con la EM.

“Las variantes genéticas de alto índice de masa corporal en pacientes adolescentes y adultos se asocian con la aparición de la enfermedad”, sostienen.

Asimismo, refieren que “el tabaquismo se ha descrito como un factor ambiental que aumenta la susceptibilidad al desarrollo de EM en pacientes con riesgo genético”.

“Cada vez hay más pruebas que demuestran el impacto de los factores nutricionales, la obesidad, las hormonas y la capacidad antioxidante, y que diversos factores ambientales y fisiológicos, como el tabaco, los niveles de vitamina D y la composición de la microbiota están relacionados con la intensidad de la EM”, sostienen los autores del trabajo.

Embarazo y lactancia

Una incidencia relevante en la generación de esta enfermedad en una persona la tienen la gestación y la lactancia. “Un estudio observacional descubrió que las enfermedades de la madre durante el embarazo conducían un aumento de 2,3 veces en el desarrollo de EM en la descendencia, mientras que el parto por cesárea actúa como factor protector con una reducción del 60% del riesgo de EM”, se sostiene en el artículo.

A su vez, Claudia Riedel explica que “amamantar al hijo tiene varias aristas positivas. Primero están los nutrientes que la madre provee al ser en gestación y el cariño y afecto que evita el estrés en el hijo».

«El estrés es un factor de riesgo muy relevante para el desarrollo de enfermedades y puede ocurrir tanto en el embarazo como en la lactancia. El estrés puede gatillar el desarrollo de enfermedades inflamatorias”, menciona.

aborda también el aporte que hace la lactancia materna a la maduración del sistema gastrointestinal del hijo: “La leche materna provee al hijo de nutrientes necesarios para el buen desarrollo intestinal y para el desarrollo de una flora bacteriana beneficiosa».

Otro aspecto tratado en el artículo es la importancia de que la madre supla algunos micronutrientes cuya deficiencia puede afectar la vida postnatal del ser que está gestando, por ejemplo, aumentando la posibilidad de desarrollar EM.

“Es importante, una ingesta apropiada de vitaminas A y D, de zinc y folato en el embarazo”, dice Riedel. “El folato es un tipo de vitamina B necesario para el funcionamiento de muchas enzimas, crucial para la diferenciación y el desarrollo del feto en gestación, por ejemplo, la formación del tubo neural”, explica la académica.

Para suplir estos y otros nutrientes en la población, se requiere actuar organizadamente como país, ya que dichos nutrientes se requieren en mayor cantidad en el embarazo, debido a que hay un proceso activo de formación en el feto.

“Es por esta razón que el Gobierno, con participación de las universidades, debe desarrollar políticas públicas para impactar la salud de la población, de modo que la mujer que se quiere embarazar y la embarazada sepan que debe ocuparse de su dieta para que su hijo pueda desarrollar su potencial sanamente”, plantea la investigadora.

Hormonas tiroideas y yodo

En el artículo, se afirma que “la deficiencia de hormonas tiroideas durante la gestación, como es la hipotiroxinemia gestacional, puede aumentar la susceptibilidad a enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple”. El consumo apropiado de yodo ayuda a evitar patologías como la hipotiroxinemia.

En Chile -apunta Claudia Riedel-, la sal de mesa está yodada, por lo que una manera segura de obtener yodo es ingiriendo sal. “Sin embargo, la cantidad de sal debe ser mesurada, no más de 3 gramos diarios».

Ahora bien, si la madre no ingiere sal «puede recibir el yodo a través de aumentar la ingesta de productos marinos como el pescado y el cochayuyo. Y si tampoco consume estos alimentos, la alternativa es que se le suministren vitaminas yodadas”.

La científica explica que el yodo no se encuentra fácilmente en los alimentos y que “por esto se agrega este nutriente a la sal, pensando además que no todos comen, o al menos no frecuentemente, pescados y algas”.

De tal manera, ingiriendo yodo, se puede ayudar a evitar condiciones como la hipotiroxinemia, que es muy frecuente en el embarazo. “Implica una baja de la hormona tiroxina, la T4, que cumple una función de reserva para que se produzca la T3, que es la hormona con mayor actividad funcional”.

La investigadora dice que su objetivo es contribuir a proteger el embarazo y el hijo en gestación, de modo que esta etapa tan crítica y fundamental sea cuidada ya que va a determinar al individuo por nacer para el resto de su vida.

«La gestación es una etapa fundamental para la formación del hijo y el potencial que tendrá en su desarrollo cognitivo, en su crecimiento, cuerpo, en sus capacidades motoras, en la susceptibilidad a enfermedades, incluyendo las autoinmunes”, asegura.

En ese contexto, Riedel trabaja actualmente en un proyecto clínico en un centro de salud familiar (Cesfam) de El Bosque, el que busca saber cuánto yodo está ingiriendo la mujer embarazada, así como sus niveles de hormonas tiroideas y la calidad de su alimentación. El estudio concluirá a fines de este año.

“Las hormonas tiroideas son fundamentales para la formación del ser en gestación y para el lactante, pero en Chile no sabemos bien qué está pasando con ellas en dichas etapas”, comenta la científica, quien entrega estas cifras: a nivel mundial un 0,3% de la población padece de hipotiroidismo clínico, pero en Chile este porcentaje asciende a un 3%.

En el artículo, de hecho, “se recomienda la realización de estudios clínicos y epidemiológicos sólidos que contribuyan a dilucidar el impacto de los factores gestacionales, como las hormonas tiroideas maternas, en el desarrollo fetal y su influencia en la predisposición de la descendencia a padecer enfermedades autoinmunes en la edad adulta”.

Publicidad

Tendencias