La iniciativa fue impulsada por la Fundación Reitich, entidad liderada por el empresario chileno Jaime Philippe Reitich Baron. La expedición asegura que pudo dar con la ubicación exacta del submarino hundido en la localidad de Necochea (en la imagen, un submarino alemán similar rescatado).
Con mal tiempo, aguas agitadas y olas de tres metros, un grupo de investigación denominado Eslabón Perdido realizó una expedición con alta tecnología para confirmar que los restos descubiertos en las aguas cercanas al puerto de Quequén, frente a Necochea, a 130 kilómetros al sur de Mar del Plata, en Argentina, pertenecen a la flota alemana de la Segunda Guerra Mundial.
La expedición se inició el pasado martes 9 de abril y finalizó el viernes 12 del mismo mes. Según informó la expedición Eslabón Perdido, pudieron dar con la localización exacta del submarino hundido en las proximidades de la localidad de Necochea, a cuatro kilómetros de la costa y 28 metros de profundidad.
El exjefe de la Brigada de Homicidios de Rancagua y Metropolitana, Gilberto Opazo, fue el único chileno presente en la expedición.
“Hace dos años, en una expedición por parte de la Prefectura Naval Argentina, se levantaron algunas imágenes de muy mala calidad y se habría determinado que efectivamente lo que habría sumergido en ese lugar correspondería a un submarino. Entonces, ahora se hizo una segunda expedición donde se acudió con robot de drones subacuáticos, que pudieron levantar algunas imágenes y esas imágenes van a ser enviadas a Italia”, explicó a El Mostrador.
Los datos obtenidos serían concordantes con las filmaciones realizadas oportunamente por la Prefectura Naval Argentina, las que muestran un casco absolutamente destruido y enterrado hasta la cubierta. Entre los elementos que se pueden observar se encuentran escotillas, tanques de aire comprimido, agujeros ovales del casco exterior, bitas de amarre, parte de la torreta y periscopio de ataque.
Con cámaras subacuáticas y mediante tecnología de ROV (Remotely Operated Vehicle) el equipo, liderado por el periodista argentino Abel Basti, tenía el objetivo de filmar la totalidad del casco de la nave que se encuentra en las profundidades del mar.
La parte operativa estuvo a cargo de la empresa Deepwater, comandada por el ingeniero Carlos Pane. Tras el trabajo en terreno, las filmaciones serán analizadas por una Comisión Técnica Evaluadora integrada por los ingenieros Hernán Sotero González, Jorge Pereda y Martín Canevaro, expresidente del Consejo Profesional de Ingeniería Naval.
Según señalaron desde la expedición, el ingeniero naval Canevaro, en conjunto con su par Andrés Cuidet, realizaron la primera pericia que dictaminó que el naufragio no se corresponde con el de un barco, verificando además piezas compatibles con las de un sumergible.
La Supervisión Técnica Científica estará a cargo del doctor Fabio Bisciotti, experto de la Liga Naval Italiana, quien confirmó, mediante una segunda pericia, que se trata de un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial, recomendando que se obtuvieran más imágenes para poder identificarlo.
Bisciotti también estableció que el casco fue destruido, mediante el uso de explosivos, posiblemente para borrar evidencias de la llegada de dicho U-Boot fugitivo a la Argentina. Como se estaría en presencia de una prueba contundente y de una historia relacionada con una actividad delictiva, también participa de la expedición, procedente de Chile, el reconocido analista e investigador criminalístico Gilberto Opazo.
Uno de los detalles que más llama la atención es que la iniciativa fue impulsada por la Fundación Reitich, una organización fundada y liderada por el empresario chileno Jaime Philippe Reitich Baron.
La expedición se realiza a partir de un acuerdo alcanzado entre la Agrupación Eslabón Perdido y la Fundación Reitich, “entidad entre cuyos objetivos se encuentra el de develar la actividad nazi durante y después de la guerra”, sostiene un comunicado de prensa publicado por la organización.
“Estoy muy entusiasmado de poder ayudar a conocer la verdad apoyando la expedición Eslabón Perdido”, expresó en ese sentido su fundador, el empresario Reitich Baron.
Según detalla la página web de la fundación, se constituyó legalmente en 2024. Sin embargo, “alrededor del año 2021 el señor Reitich comenzó a desarrollar e impulsar, a partir de su propia y exclusiva iniciativa, proyectos en áreas clave como seguridad, rescate, salud, emergencias médicas y tecnología”.
Jaime Philippe Reitich Baron es arquitecto y, de acuerdo con la página web de la fundación, es un destacado empresario en los rubros tecnológicos y de seguridad.
El objetivo de la Fundación Reitich es “realizar, gestionar, desarrollar y promover actividades filantrópicas, de caridad y de apoyo benéfico para satisfacer las necesidades de la comunidad judía en Chile y sus diversas instituciones. Se busca impulsar el desarrollo comunitario, promover la práctica religiosa y fomentar el crecimiento local. El enfoque principal se centra en las áreas de seguridad, rescate, salud, emergencias médicas y tecnología, aunque la Fundación puede abarcar otras áreas relevantes según lo determine su Directorio”.
Dado que la entidad se formó este año, el único proyecto que se puede observar es la expedición Eslabón Perdido.
Si bien hay versiones que especulan que la nave pertenecía a la flota nazi, la embajada alemana en Buenos Aires aseguró que no hay evidencias de que así sea. Al respecto, después que las pericias citadas fueron analizadas en Alemania, la funcionaria Constanza Corinagrato, responsable de la Sección de Política y Derechos Humanos de la embajada de dicho país, informó oficialmente a Eslabón Perdido que “tras varias investigaciones podemos comunicar que de momento no hay indicios de que se trate de un naufragio de un submarino alemán. Por lo tanto, actualmente asumimos que no somos los propietarios de ese naufragio”.
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