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Las semillas de chía producidas en Chile ya son una realidad Vida sana

Las semillas de chía producidas en Chile ya son una realidad

Actualmente en el país se consumen anualmente más de 700 toneladas provenientes de México, Bolivia, Perú y Argentina. Y se importasba precisamente porque hasta ahora no se tenía conocimiento de cómo producirla a nivel local.


A través de un proyecto FONDECYT que duró cuatro años, un grupo de científicos logró la producción de semillas de chía ricas en ácidos grasos omega-3 desde la Región de Coquimbo al norte, y biomasa u hojas (ricas en antioxidantes) desde esa región hasta la del Bío-Bío.

En esta investigación de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile y que contó con el apoyo de otros científicos de ese plantel superior y de las universidades de Tarapacá y Arturo Prat, se montaron cuatro sitios pilotos en las regiones de Arica y Parinacota,  Tarapacá, de Coquimbo y de Valparaío, concluyéndose que “si se desea cultivar extensivamente y con riego Chía en Chile, pensando en una distribución latitudinal, podría establecerse el cultivo desde la región de Atacama al norte (Antofogasta, Tarapacá, Arica y Parinacota)para producir la semilla, y desde Atacama al sur (hasta la Región del Bío-Bío) para producir biomasa (hojas de la planta)”, explica el Dr. Luis Morales, especialista en cartografía de la vegetación y quien hizo un estudio de proyección mundial.

La chía (Salvia hispanica L.), cuyos orígenes datan de la época precolombina, fue uno de los alimentos predilectos de mayas y aztecas, y actualmente es muy apreciada en el mundo por las propiedades esenciales que tienen sus semillas para la salud cardiovascular y cerebral de las personas. En el último tiempo también se ha descubierto que, además de las semillas, sus hojas poseen potentes antioxidantes que ayudan a prevenir y combatir diferentes enfermedades asociadas al estrés oxidativo y envejecimiento.

“En Chile se consumen anualmente más de 700 toneladas provenientes de México, Bolivia, Perú y Argentina, porque hasta el momento no se sabía cómo producirla acá”, explica el biólogo Herman Silva Robledo, especialista en relaciones hídricas y director del proyecto FONDECYT “Efecto de condiciones edáficas y climáticas en la fisiología y metabolismo secundario en Chía, fuente natural de ácido graso omega 3”, que logró encontrar en cuatro años las herramientas agronómicas adecuadas para producirla en nuestro país y, eventualmente, con doble propósito: semillas y hojas.

Arica obtuvo los mejores rendimientos

A través del estudio de variables como el manejo agronómico del cultivo, rendimiento de semillas, disponibilidad de agua, sitios óptimos y cuantificación de ácidos grasos por genotipo de la planta, descubrieron que el valle de Azapa, en Arica, es donde mejores resultados se obtuvo en materia de fecha de siembra y cosecha, requerimientos hídricos, densidad de siembra, control de plagas y, especialmente, rendimiento.

“Allí éste fue de 2.300 kilos por hectárea, superando ampliamente la bibliografía internacional que referencia de 600 a 800 kilos”, indica el Dr. Hugo Escobar, académico de la Universidad de Tarapacá, agregando que en esa zona se pudo establecer que la duración aproximada del cultivo es de 120 días desde la siembra a la cosecha.

En Iquique (sector de Canchones), por su parte, se lograron también buenos rendimientos con altas densidades “y las menores tasas de riego no afectaron de manera significativa el cultivo”, señaló el ingeniero agrónomo y Dr. Jorge Arenas, de la Universidad Arturo Prat, destacando la importancia del proyecto por cuanto representa la posibilidad clara de introducir un nuevo cultivo en regiones con escasa variabilidad agrícola y una mayor estabilidad de estos sistemas.

Algo similar ocurrió en la Región de Coquimbo (Intihuasi), donde el rendimiento llegó hasta1.200 kg por hectárea y donde se realizó un ensayo que evaluó la notable capacidad antioxidante de extractos de hojas de la chía en distintas etapas de desarrollo y estrés hídrico, a cargo de la académica María Cristina Zúñiga de la Facultad de Química y Farmacia de la U. de Chile, considerándose que la chía contendría tres veces más antioxidantes que los arándanos y las vides, lo que, definitivamente, posibilita producirla con doble propósito.

Nutrientes de la chía: esenciales para la población chilena

En la Región de Valparaíso (Las Cruces), los resultados no fueron concluyentes, ya que cuando seleccionaron este sector costero específico habían pasado 25 años que no llovía a fines de abril. “En esa oportunidad precipitó más de 100 mm y posteriormente vinieron bajas temperaturas y heladas, por lo que la floración y rendimientos fueron bajos”, comenta el Dr. Herman Silva, concluyendo que “probablemente esta región pueda producir biomasa y semillas, al tiempo que la Región Metropolitana establecer el cultivo para la producción de la biomasa”.

Sobre la importancia que para la salud tiene la chía, el doctor en Bioquímica del INTA Alfonso Valenzuela, explica que la semilla de chía o su aceite, que sería posible cultivar y obtener ahora en Chile, podría ser un muy buen complemento de la dieta por su aporte de ácidos grasos omega-3 para la población deficitaria de estos ácidos, mujeres lactantes, niños y particularmente para la tercera edad, “ya que la mayoría de aceites que consumimos en Chile no lo aportan o sólo lo hacen en pequeñas cantidades (soya, canola).”, afirma.

Explica que la semilla de la Salvia hispanica L. no solo contiene una importante cantidad de ácido alfa linoleico, precursor de otros ácidos de este tipo como el EPA (salud cardiovascular) y DHA (sistema nervioso y cerebro), sino que también proteínas, fibra, minerales y antioxidantes, “todos con efectos nutricionales muy beneficiosos”.

Subraya también la importancia de que las hojas concentren flavonoides “los que no solo tienen efectos antioxidantes, sino que también efectos antiinflamatorios y citostáticos (capaces de inhibir el crecimiento desordenado y anormal de las células), por lo que es fundamental estudiar más el aprovechamiento total que se puede hacer de la planta”.

Recomendaciones para los agricultores

De acuerdo a las actuales variedades comerciales (sensibles al fotoperíodo), la siembra puede fluctuar entre enero y comienzos de marzo. “La idea es sembrar ojalá en enero dentro de zonas de altas temperaturas en verano, pero con riesgos de heladas en otoño (ejemplo Iquique) o en zonas de temperaturas medias, pero con menos riesgos de heladas en otoño como son las áreas costeras de la Región de Coquimbo”, recomienda la Dra. Cecilia Baginsky, ingeniero agrónomo responsable del manejo del cultivo en la investigación.

La especialista agrega que en zonas de altas temperaturas veraniegas, pero sin riesgos de heladas, las siembras podrían partir en enero y llegar hasta mediados de marzo sin mayores restricciones. “En todos los casos -precisa- éstas deben contar con riego tecnificado (ojalá por goteo), dado que a pesar de ser una planta resistente a la sequía, se trata de una especie que se establece en verano y, por ende, en las zonas recomendadas, en general, no se producen precipitaciones en la época estival”.

Añade que la siembra debe ser directa en el suelo, a una dosis de entre 3 y 5 kg por hectárea, dependiendo del tipo y preparación del suelo y de la tecnificación de la siembra. Otros aspectos de importancia que debe tomar en cuenta el productor al momento de sembrar es la densidad de plantas y distribución de ellas en el campo, ya que lo anterior determina de alguna manera una mayor eficiencia en el uso de la luz y el agua, evitando también la incidencia de malezas en el cultivo, lo cual es muy importante de manejar.

“Finalmente, respecto a la fertilización del cultivo, no se han hecho ensayos en Chile, ni tampoco se cuenta con información adecuada a nivel mundial, sin embargo los especialistas coinciden que esta planta no es muy demandante de nutrientes”, concluye la Dra. Baginsky.

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