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Valor Empresario: Carolina Echenique y el sueño que dio origen a Tika Emprendimiento

Valor Empresario: Carolina Echenique y el sueño que dio origen a Tika

Tuvo la idea de elaborar snacks saludables en base a productos locales, y lo hizo no sin correr riesgos. Comenzó repartiendo ella misma los pedidos en su propio auto, pero en pocos años consiguió armar una empresa que da trabajo a 120 personas y que, además de su presencia local, exporta a países de América, Asia y Europa.


La ingeniera agrónoma de la UC Carolina Echenique atravesaba por un duro momento personal cuando tuvo un sueño que de alguna manera fue premonitorio, ya que la llevó a embarcarse sin vuelta atrás en un emprendimiento que terminaría por marcar su vida.

«Ocurrió una situación puntual en mi vida muy triste. Mi cuarto hijo hombre, Manuelito,  nació sin vida y esa noche me acosté súper ofuscada y soñé que caían papitas, desde ahí cambió mi vida.  Desperté súper clara, con la idea de hacer un snack saludable, una cuestión chilena, con vegetales de colores”.

Luego de repetírselo en voz alta y de dejar todo lo que estaba haciendo, se enfrascó de lleno en sacar adelante el proyecto que dio origen a Tika, el primer snack chileno 100 por ciento natural elaborado a partir de vegetales nativos, que actualmente se comercializa en todo el país y que se exporta a más de 12 países de América, Europa y Asia.

“Tika significa flor en quechua. Creía que Tika era parte de florecer en un proyecto, porque era poner toda mi capacidad en algo distinto, que no sabía si iba a resultar o no, pero tenía una tremenda ilusión”.

Partir no fue fácil, dice Carolina, cuyo testimonio de perseverancia y visión de futuro, fue recogido el año pasado por el programa Valor Empresario,  que destaca las historias de emprendedores que  son verdaderos agentes de cambio, que rompen paradigmas e impactan positivamente a la sociedad, generando fuentes de trabajo, aportando soluciones y posibilidades de crecimiento.

[cita tipo=»destaque»]Deben atreverse, creer en su instinto, conectarse con lo que quieren hacer. De repente nos dejamos llevar por lo que opina el del lado. La gente nos encasilla. Pero la verdad es que no hay mucho que perder y seguir un sueño es muy importante como persona”.[/cita]

Y lo hizo sin otra cosa que su propio empuje, habilitando en un principio el garaje de su casa para instalar las freidoras y máquinas que le permitieron poner en marcha el negocio. Luego debió sortear un obstáculo no menor: conseguir una empresa que diera la talla para los envases que había pensado para su producto.

“Fue un desastre. De las empresas que hacen envases en Chile, dos podían hacer la calidad de envases que yo quería. Una me dijo que ninguna posibilidad, y la segunda también dijo que no.  Pero ahí vino mi porfía total, me senté a esperar durante cuatro horas al gerente general, literalmente afuera de su oficina, en el jardín, y cuando salió al verme dijo ‘ah no’, y yo le dije ‘ah sí’».

De tanto insistir, logró finalmente un acuerdo para una producción de 50 mil unidades. Y para ello tuvo que asumir un riesgo que durante mucho tiempo mantuvo en reserva.  “Me acuerdo que tiré siete cheques con cero fondo, cero. No se lo comenté a nadie. Me dije: esta cuestión me la trago completa y me tiro el piscinazo”.

Era noviembre de 2009 y con las primeras muestras en sus manos, partió en su auto a repartirlas en 15 tiendas que creyó se podían interesar. Fue un éxito inesperado, ya que al día siguiente debió comenzar a distribuir pedidos.

“Ahí partió este maremoto, una ola que no ha parado nunca. Hasta enero fue una locura. El producto prendió y tenía que responder como si hubiera una empresa detrás de ese paquete, y era yo, nada más que yo y mi auto. No dormía, trabajé tres meses de sol a sol y tenía tres niños chicos. Fue una locura, pero al mismo tiempo un nuevo impulso para mi vida. Es como si hubiera salido otra Carola que no conocía”.

El crecimiento la obligó a instalarse primero en un pequeño local en la calle Victoria, después en el barrio Toesca de Santiago, para asentarse finalmente en Quilicura. Actualmente la empresa ocupa seis galpones y da trabajo a unas 120 personas.

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Perder el miedo a un «no»

Carolina pone énfasis en que Tika no son papas fritas. “Es otra cosa, es un nuevo nicho, un vegetal distinto, un vegetal innovador, otra calidad de proceso, no tiene sal. Nos ganamos el espacio de un  mercado que es distinto”. Para tal efecto desde un comienzo se encargó personalmente de tejer toda una red de proveedores en sector agrícolas del norte, la zona central y el sur del país.

Aunque reconoce que han aparecido interesados en comprar su negocio, asegura que por ahora vender no está en sus planes, ya que siente que a Tika le queda mucho por crecer.

También destaca que con el tiempo aprendió a delegar y a sumar gente para sacar adelante la empresa. “El emprendedor cree a veces que puede hacer todo solo y ahí está el peor error,  porque generalmente no busca ayuda y no le da espacio a otros”.

Carolina Echenique, quien hace dos años puso en marcha también  la chocolatería Moulié, aconsejó a  los nuevos emprendedores que “no paren por recibir un no. Es parte del camino. Lo lógico es recibir puros no y ningún sí, incluso de quienes tenemos más cerca y más queremos».

«Deben atreverse, creer en su instinto, conectarse con lo que quieren hacer. De repente nos dejamos llevar por lo que opina el del lado. La gente nos encasilla. Pero la verdad es que no hay mucho que perder y seguir un sueño es muy importante como persona”, concluyó.

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