Salud
La ansiedad impacta en la vida cotidiana y las relaciones personales, afectando la concentración, el sueño y la comunicación. Sin embargo, con la ayuda adecuada, la ansiedad puede manejarse y no necesariamente debe determinar la vida diaria.
La ansiedad es un estado mental que suele manifestarse de diversas formas, e incluso puede tildarse como una emoción, así como lo hacen en la película “IntensaMente 2”. Esta puede resultar un desafío constante para quienes la experimentan y conviven con ella en la cotidianidad.
En nuestro país, según la Organización Mundial de la Salud, en 2018, el 6,2% de los chilenos manifiesta padecer trastornos de ansiedad.
Camila Toro, psicóloga clínica especialista en cuadros de ansiedad y diplomada en Estrategias Clínicas en Psicoterapia Breve Internacional, señala que el trastorno de ansiedad “es una condición mental que se caracteriza por la presencia persistente de ansiedad y miedo principalmente intenso ante situaciones diarias desafiantes”; enfatiza en que “existen diversos trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad social, trastorno de pánico, entre otros”.
Por su lado, Luis Pino, director de la carrera de psicología de Universidad de Las Américas (UDLA), comenta que las crisis de ansiedad se podrían definir como “una respuesta conductual en un estado de angustia variable, principalmente intenso”.
Y añade que es variable “porque puede variar de gran intensidad para la persona, profundo malestar, a situaciones fisiológicas y pensamientos sustantivamente intensos que provocan un malestar generalizado y que va más allá de las respuestas normales que una persona puede dar frente a situaciones amenazantes o de estrés normal”.
La especialista en cuadros ansiosos indica que “no está del todo claro cuáles son las causas, pero pueden estar involucrados un conjunto de factores que interactúan entre sí; factores psicológicos, sociales y biológicos”.
En ese sentido detalla que, por ejemplo, “las personas que han experimentado acontecimientos traumáticos pueden tener una mayor predisposición, al igual que las personas con problemas de tiroides”.
Mientras que para el académico, “hay estudios científicos en donde hay antecedentes familiares de trastornos de ansiedad y, por lo tanto, esta disposición quiere decir que hay mayor riesgo de padecer, a propósito de disposiciones genéticas, trastornos de ansiedad; pero esto no significa que si en tu familia hay trastornos de ansiedad, efectivamente tengas una mayor disposición. Eventualmente va a estar ahí latente estos elementos porque la manifestación o expresión va a depender de otros factores ambientales”.
Entre los síntomas que ambos profesionales mencionan se encuentra la preocupación excesiva, alteraciones físicas como taquicardia, temblores y tensión muscular. La psicóloga y experta en cuadros de ansiedad señala también que pueden presentarse síntomas como “sensación de peligro inminente, sobrepensamiento, pensamientos catastróficos, dificultad para concentrarse, insomnio, necesidad de evitar situaciones que generen ansiedad”.
Luis Pino recalca también que “la ansiedad produce dificultades cognitivas, por lo tanto, las personas van a experimentar trastornos del sueño y, por ende, al otro día van a tener dificultades para concentrarse en la memoria a corto plazo, dificultades para ejecutar tareas, dificultades, por ejemplo, para cumplir su rendimiento laboral tradicional o rendimiento académico o a nivel familiar. En las relaciones interpersonales, podemos encontrar situaciones tan simples como el olvido”.
Existen estrategias que permiten combatir la ansiedad, recalcando que el apoyo profesional es clave; involucran terapia psicológica, manejo del estrés, y Camila Toro hace hincapié en que también “aquellas estrategias que involucren gestión emocional (aprender a manejar tus emociones), que entrenen tu mente a volver a la calma” serían útiles para poder combatir estos procesos emocionales; enfatiza en que “cuando tu nivel de ansiedad es alto, tu sistema nervioso está hiperactivado, hiperestimulado; por lo tanto, estrategias que logren restaurar y recuperar tu organismo” podrían ayudar bastante a combatir la ansiedad.
Buscar ayuda profesional se vuelve fundamental cuando, tal como comenta Luis Pino, “esto produce un malestar clínicamente significativo y deterioro en la calidad de vida, es decir, la persona ha comenzado o ha dejado de lado una serie de situaciones que le producían agrado, y ha tenido que utilizar otras circunstancias, por ejemplo, abuso de sustancias para poder sobrellevar estas situaciones, o tiene dificultades en la higiene del sueño, o tiene dificultades interpersonales, o deteriora en todos los ámbitos de la vida”.
Toro es enfática en señalar que “cuando la ansiedad aumenta su nivel, se desata y las estrategias básicas no están siendo suficientes, es momento de buscar ayuda profesional”.
Entre las recomendaciones que deja la profesional de salud mental, manifiesta que “si te identificaste con la sintomatología mencionada anteriormente, ya sea a nivel psicológico y/o físico, es más que necesaria la ayuda profesional; con ayuda profesional me refiero a tratamiento psiquiátrico (si es que llegará a ser necesaria la ayuda de fármacos) y tratamiento psicológico, con un especialista que te pueda apoyar entregándote las herramientas necesarias para manejar la ansiedad”.
Con la ayuda adecuada, la ansiedad puede manejarse y no necesariamente debe determinar la vida diaria. El aprendizaje de técnicas de gestión emocional y el fortalecimiento de los recursos personales son fundamentales para enfrentar este desafío.
