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Dilma Rousseff debuta en Davos para tranquilizar a inversores que en otro tiempo rechazó


Dos años atrás, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, desdeñó el Foro Económico Mundial para asistir a una conferencia anticapitalista y visitar Cuba. Esta semana, ella estará al frente y en el centro cuando la elite financiera global se reúna en Davos, en los Alpes suizos.

El giro de Rousseff fue motivado por la necesidad de reconstruir la confianza sacudida por el deterioro de las finanzas públicas y la desaceleración del crecimiento, dijo Gustavo Loyola, que fue presidente del Banco Central de Brasil durante dos períodos. Como la deuda pública crece, la moneda cae, la balanza comercial empeora y los críticos del gobierno cuestionan la credibilidad de las cuentas públicas, Rousseff debe tranquilizar a la comunidad global de negocios, agregó.

“Quiere aprovechar Davos para comunicarse con los inversores y calmarlos”, dijo Loyola, que ahora es socio de la empresa Tendencias Consultoría Integrada, por teléfono desde Sao Paulo. “Tratará de venderles Brasil en un momento en que los inversores están escépticos y decepcionados”.

Rousseff concurrirá acompañada por el ministro de Hacienda, Guido Mantega, el presidente del Banco Central, Alexandre Tombini, y el presidente del banco de desarrollo BNDES, Luciano Coutinho, junto con otros funcionarios. Hablará ante ejecutivos y otros participantes en una sesión especial encabezada por el fundador del Foro Económico Mundial y presidente ejecutivo del organismo, Klaus Schwab, el 24 de junio.

Podría ser un público difícil de convencer. En una encuesta global de Bloomberg en noviembre, 43 por ciento de los inversores describieron la economía brasileña como en deterioro, en tanto 51 por ciento se mostraron pesimistas respecto del impacto de las políticas de la presidenta.

Crecimiento vacilante

La fuente inmediata de la decepción es el crecimiento vacilante. Los economistas estiman que el producto interno bruto de Brasil se expandió 2,3 por ciento en 2013. Esto pondría la tasa promedio de crecimiento durante los tres años de Rousseff en el gobierno en 2 por ciento, menos de la mitad del promedio de 4,5 por ciento durante los cinco años anteriores. Y aunque el crecimiento se redujo, la inflación en 2013 se aceleró a 5,91 por ciento desde 5,84 por ciento el año anterior, el cuarto año consecutivo en que excedió la meta oficial de 4,5 por ciento.

Asimismo, la caída del real torna los activos brasileños menos atractivos para los inversores. El índice accionario Ibovespa declinó 29 por ciento desde que asumió Rousseff, incluyendo 15,5 por ciento el año pasado. Los pagarés en reales del gobierno perdieron 13,6 por ciento en dólares el año pasado, la mayor cantidad desde 2002 y más que el 8,5 por ciento de caída promedio en los mercados emergentes, según JPMorgan Chase Co.

En Davos, Rousseff haría bien en asumir un tono diferente, según Paulo Sotero, director del Instituto Brasil en el Woodrow Wilson International Center for Scholars en Washington. Davos es una oportunidad para que Rousseff converse con quienes se muestran escépticos, y su asistencia debe verse como positiva, añadió.

“El éxito de Dilma en Davos en función de transmitir un mensaje eficaz a los inversores extranjeros será determinado por su voluntad para dialogar en vez de dar una conferencia”, dijo Sotero por teléfono. “Los inversores tienen sus propias formas de medir el éxito de la economía brasileña, y cuentan con lugares alternativos donde poner su dinero”.

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