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¿Cómo es, Fabiola? ¿Cómo es no ver?: “Es acostarte, levantarte y pensar que se te van a abrir tus ojos y vas a ver. Y no” BRAGA Crédito: Agencia Uno

¿Cómo es, Fabiola? ¿Cómo es no ver?: “Es acostarte, levantarte y pensar que se te van a abrir tus ojos y vas a ver. Y no”

En una emotiva entrevista, Fabiola Campillai, una de las primeras víctimas de violencia policial en el contexto 18/O, contó cómo ha sido su vida desde que una lacrimógena le quitó la vista cuando se dirigía a su trabajo.


“Hemorragia intracerebral fronto basal, pequeña fractura de hueso maxilar expuesta y fractura de hueso nasal expuesto, lesión de globo ocular posiblemente por objeto contundente”. Así quedó consignado el ingreso de Fabiola Campillai en el informe del Hospital Barros Luco la noche del 26 de noviembre. “Su carita estaba hecha tira”, contó su hermana Lola.

Fabiola Campillai se ha transformado junto a Felipe Gatica en los iconos del estallido social, ya que entre quienes sobrevivieron al abuso policial, fueron unos de los más afectados. Han pasado dos meses desde aquella noche en que Fabiola se dirigía a su turno en Carozzi cuando una lacrimógena le arrebató la vista. Tras tres operaciones que suman 21 horas de pabellón, Campillai fue al fin dada de alta y relató a Ciper su historia.

No puede ver, ha perdido el sentido del gusto y el olfato, pero mantiene su voz y quiere contar su historia:

“De ese día, no me acuerdo de mucho. Mi hermana estaba ahí. Le dije que me dolía la cara. Luego de eso me desmayé y desperté un día martes acá en el hospital cuando había pasado una semana, porque este accidente fue el martes en la noche y yo desperté un día martes aquí”. Un piquete de Carabineros vigilaba a un grupo de manifestantes que estaba a dos cuadras. Fabiola y su hermana Lola no temieron ya que estaban lejos y en sentido opuesto hacia donde ellas debían caminar. No había desórdenes y la fuerza pública podía divisarlas con claridad porque estaban a 15 metros y “era evidente que ellas no eran una amenaza”, informó Ciper.

“En eso giramos y yo lo único que sentí fue ‘paf’. No pensé que le había llegado a ella porque como salía humo… Pero cuando la veo que cae casi tiesa… y sangraba… cayó para atrás, sangrando de todos lados. Yo le tomé la carita y el ojo estaba afuera, lo tenía colgando, afuerita. Yo dije ‘ese ojo lo perdió’, altiro”, relata Ana María (Lola) hermana de la víctima.

Lola encaró a Fuerzas Especiales –“paco culiao, ya te mandaste el cagazo, ayúdanos, mi hermana se muere”- pero todo lo que recibió de vuelta fue en el pie, otra lacrimógena que le nubló la vista, no la dejaba respirar y dificultaba ayudar a Fabiola.

Fabiola cuenta que su primera reacción cuando le dieron la noticia de que quedaría ciega no fue de desesperación, no pensó en el futuro que se le venía, sólo tenía en mente que debía ser fuerte. Sin embargo, ahora que la dieron de alta, su principal miedo es volverse una carga para su familia.

La vida de Fabiola ha sido siempre un reflejo de ser un chileno de esfuerzo. Se desempeñaba como auxiliar de producción en Carozzi desde 2015, en donde firmó un contrato por un sueldo base de $250.581, reajustable por IPC. Su infancia la vivió cuidando al hijo de su hermana Lola cuando llegaba del colegio, no tuvo mucho tiempo para disfrutar su niñez ni su adolescencia. A los 16 años quedó embarazada y con una pareja que está “presente a medias” no le quedó otra que trabajar, por lo que no logró terminar cuarto medio sino hasta 2019.

-¿Se olvidan las cosas, Fabiola? ¿Te olvidas de los colores, de los rostros? Preguntó la periodista de Ciper, Ivonne Toro Agurto.

No, no se olvidan. Nada se olvida. Bueno, gracias a Dios yo nací con mis ojitos abiertos y conocí la vida, los colores, a mis hijos. Y el estar así ahora es fuerte, pero tengo que aceptarlo, ya no hay ninguna solución, solamente que me van a operar para que este ojito (indica el izquierdo) quede un poquito más afuera y no tan para adentro.

“Para mí no hay justicia, porque no me van a devolver nada. Te quitan algo de lo más importante que uno tiene, porque si hubiera sido una pierna o un brazo, yo no sé… Pero tus ojos, no puede haber nada que te los devuelva. Y trato de ser fuerte, de sacar esa fuerza. Sí, todavía me queda un poco de llanto, de pena, pero de a poquito va saliendo. También, no sé, tengo como una rabia, porque uno piensa que la gente, no solo la mutilada, sino también la fallecida, no va a tener justicia”.

¿Cómo es, Fabiola? ¿Cómo es no ver?

“Es acostarte, levantarte y pensar que se te van a abrir tus ojos y vas a ver. Y no”.

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