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Ley Adriana: nacer en un ambiente respetado y sin violencia Yo opino

Ley Adriana: nacer en un ambiente respetado y sin violencia

Bárbara Peña Osorio
Por : Bárbara Peña Osorio Matrona programa de salud mental perinatal Fundación Procultura, Diplomada en Derechos Sexuales y Reproductivos Políticas públicas - Diplomada en Puerperio y Lactancia - Diplomada en Gestación, Nacimiento y Puerperio Humanizado - Diplomada en Parto en Casa y Casas de nacimiento Escuela Renacer - Voluntaria de OVO Chile - Activista en Parirnos Chile
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Cuando me preguntan por qué soy activista, por qué lucho por la Ley de Parto Respetado y Fin a la Violencia Gineco Obstétrica, conocida como Ley Adriana, mi respuesta es muy rápida. Soy activista porque no quiero que ninguna mujer vuelva a vivir lo que han vivido mis ancestras, mis amigas y las mujeres de mi país

Mi amiga Fabiola describe su parto de la siguiente forma, “si hubiera sabido que solo tenía que ponerme de pie o estar agachada en el suelo, o como sea que yo hubiera querido y no amarrada a la camilla, todo ese sufrimiento se hubiera borrado, pero no sabía, nadie me dijo, nadie habla de lo que pasa en el quirófano… ‘Quédese quieta que si se mueve me puedo equivocar en poner la anestesia’, ‘no respire’, ‘aguante la respiración, cuente del 10 al 1’, (¿Esta gente nunca ha parido o nunca ha visto a alguien en mi condición?) Mi cuerpo se mueve solo con cada contracción, no lo hago a propósito, le digo en voz alta… el dolor para, me duermo”.

Lamentablemente, su historia se hace eco y se repite en todo el continente. La violencia obstétrica en Latinoamérica es un fenómeno generalizado, que ocurre tanto en países que lo tienen regulado como en los que no. En Chile, la situación es preocupante y, dentro de los temas que se destacan, está el alto índice de cesáreas que se realizan en nuestro país, sobre todo en el ámbito privado de la salud, donde la tasa de estas intervenciones es cercana al 70%, siendo que la OMS recomienda que no supere un 15%.

Aún en el año 2022, con todo el trabajo que se ha hecho de educación en torno al nacimiento, cerca de un 80% de las mujeres siguen pariendo en posición litotómica donde están acostadas, sin que se les permita libertad de movimiento.

Me resuenan las palabras de Fabiola, más que el momento sagrado que debería ser, el parto se transforma en horror, angustia y terror: “Corre todo el mundo, me pasan de una camilla a otra. “¡Puja!” me dicen, no sentía ni los dedos de los pies, que iba a pujar, la matrona se pone encima y me aprieta como quien exprime un envase de pasta de dientes vacío… sale mi hijo, todo el mundo en silencio… veo salir de mí un ser violáceo, negruzco…— el papá es moreno— pensé… Me daba ánimos: esto era mi mayor miedo después de haber estado dos meses como kinesióloga en práctica con niños y niñas en teletón con “diagnóstico de parálisis cerebral perinatal” y haber llorado junto con sus madres en terapia… malos recuerdos pasan como flashes mientras a espaldas a mí lo reaniman, de reojo veo al ginecólogo con una bata de plástico blanca como los de los carniceros y sangre roja, mucha y muy roja cubriéndolo, nadie dice nada, siguen reanimando mi guagua y ¡nadie dice nada!, ¿Se coluden ante mi cara? O ¿están preocupados, es grave? No me atrevo a quebrar el silencio, interrumpe el doctor que dice “no te muevas o si no no podré dejarte de 15, soy muy bueno suturando, pero colabora”.

La “Primera encuesta sobre el nacimiento en Chile”, realizada en el año 2018 por la Fundación Observatorio de Violencia Obstétrica (OVO Chile), describió las experiencias de 11.357 mujeres que parieron entre los años 1970 y 2017 en diferentes recintos de salud, públicos y privados, arrojó cifras preocupantes, entre las décadas incluidas en la consulta.

Es más, entre los años 2014 y 2017, casi el 70% de las consultadas se les prohibió la ingesta de alimentos y/o líquidos en el proceso en hospitales y a más del 60% se les restringió en clínicas; a más del 40% se les realizó una episiotomía y, en promedio, a cerca de un 30% se les practicó la maniobra de Kristeller —estas dos últimas en recintos públicos y privado, a más del 60% de las mujeres que participaron del estudio dentro del último periodo se les prohibió estar acompañadas durante el parto en hospitales, mientras que a un 20% se les privó en clínicas, cifras que de seguro se han acrecentado con las prohibiciones que hubo durante la pandemia del COVID-19 Ignorar a la paciente en su dolor, no informar los procedimientos que se le están realizando, instrumentalizar excesivamente el trabajo de parto con el fin de acortar lo máximo los tiempos, programar cesáreas que no tienen justificación médica, maltratar o burlarse de las mujeres, obligar a parir en una posición determinada, no respetar las tradiciones culturales y poner barreras injustificadas para el otorgamiento de anticoncepción o esterilización voluntaria. Todos estos son actos de violencia gineco-obstétrica que la Ley Adriana pone sobre la mesa con el propósito de regular, garantizar y promover derechos de las mujeres, las personas gestantes, los recién nacidos y la pareja durante el parto, preparto y posparto. Finalmente, es un tema de principios básicos, la forma de nacer sí importa y es deber de nosotros como sociedad garantizar que una atención con enfoque de derechos sea otorgada desde el nacimiento, no podemos seguir violentando a las generaciones del futuro y a sus familiares.

La dignidad en el trato, la autonomía de la mujer, la privacidad, confidencialidad y la multiculturalidad son los cuatro principios fundamentales de la Ley Adriana. Asimismo, entre sus contenidos, se establecen los hechos constitutivos de violencia gineco-obstétrica, los derechos de las mujeres en relación en la gestación, pre-parto, parto, post-parto y aborto; los derechos de las personas recién nacidas; los derechos del padre, la madre del recién nacido, pareja y/o acompañante significativo de la mujer.

[cita tipo=»destaque»] Entre los años 2014 y 2017, casi el 70% de las consultadas se les prohibió la ingesta de alimentos y/o líquidos en el proceso en hospitales y a más del 60% se les restringió en clínicas; a más del 40% se les realizó una episiotomía y, en promedio, a cerca de un 30% se les practicó la maniobra de Kristeller, a más del 60% de las mujeres que participaron del estudio se les prohibió estar acompañadas durante el parto en hospitales, mientras que a un 20% se les privó en clínicas. [/cita]

Como activista por los derechos del nacimiento, como mujer y como profesional de la salud, creo que llegó el momento de hacernos cargo tanto como sociedad civil, como los políticos, gremios y Gobierno de tomar acciones, para que no se sigan vulnerando nuestros Derechos Humanos básicos a nacer en un ambiente respetado y sin violencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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