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“Temática explotada y poco original” (o cómo la cuota de paridad no asegura perspectiva de género) BRAGA Créditos: Pexels

“Temática explotada y poco original” (o cómo la cuota de paridad no asegura perspectiva de género)

Daniela Lillo Muñoz
Por : Daniela Lillo Muñoz Profesora de Castellano, UMCE Mg. Estudios de Género y Cultura, U.Chile.
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Diversos estudios han dado cuenta de la importancia de democratizar y visibilizar las identidades de género en el lenguaje. Por lo mismo, que en un concurso que se esfuerza por la paridad aparezcan este tipo de falencias relacionadas al género hace que este sea incoherente y contraproducente.


La semana pasada salieron los resultados del Fondo del Libro y la Cultura 2024. Por segundo año consecutivo yo estaba pendiente, porque postulé ambas veces con el mismo proyecto: Línea Creación, Literatura Infantil y juvenil, coautoría de ilustración. La historia: un compilado de cuentos sobre una niña que, tomando técnicas y modos de detective, resuelve pequeños misterios y/o dificultades cotidianas, de la mano de su mejor amiga, de su vecina, de su abuela, entre otros personajes. Creo que el desenlace se concluye solo: no me lo gané.

La primera vez que postulé faltó poquito, así que bastó para entusiasmarme: 97 de 100 puntos ¿El feedback? Puras flores: “una narración fluida, lenguaje correcto, ameno a la lectura, con humor y calidad literaria” ¿La crítica? Algo ambigua a mi criterio, pero nada que no se pudiera trabajar.

Nuevo año, nueva postulación, misma historia: más resuelta, mejor acabada, ilustraciones mucho más profundas y potentes. La cuota de optimismo: altísima; el puntaje: un poco más bajo que el año anterior: 93 de 100 puntos.

A primera vista, pasando el primer trago de la decepción, el puntaje no era para echarse a morir, quizás nuevamente modificar una que otra cosa por aquí y por allá. Así son los fondos, difícil ganárselas altiro, nada grave.

Pero el optimismo cliché se me agota cuando leo la retroalimentación. En general, nuevamente varias flores: “Los personajes están bien estructurados…son vívidos y creíbles”, “Permite proyectar una propuesta interesante que cumple con los requisitos para concretar la obra”, “tono ágil y atractivo”.

En resumen, todo bien, hasta que leo: “los personajes niños están logrados a través de diálogos frescos y entretenidos unido al ambiente y descripciones.” ¿Cómo? me pregunto, si en mis cuentos casi no hay personajes varones, y todos son secundarios. Los personajes son niñas y se trata exactamente de resaltar ese rol protagónico, así como también abarcar temáticas y espacios que interpelen la invisibilización de las experiencias de las mujeres, grandes y chicas: una abuela que enseña ciencias y matemáticas a través de la cocina; una vecina mayor que se avergüenza de aprender algo nuevo en público.

Quizás algunos quieran insistir en el agotado debate de que “niños” también abarca niñas, que dejemos de darle color. Pero frente a eso, como mínimo, llama la atención la insistencia de llamar “niños” a protagonistas 100% mujeres. Si queremos ir más profundo, ya diversos estudios han dado cuenta de la importancia de democratizar y visibilizar las identidades de género en el lenguaje.

A eso es relevante agregar las diversas iniciativas políticas de parte del Gobierno que van en esa misma dirección, como es la misma Guía de lenguaje inclusivo de género de la misma Subsecretaría de la cultura y las artes, que señala como parte de un lenguaje inclusivo el evitar “generalizaciones del masculino para situaciones o actividades donde aparecen mujeres y hombres”. Por lo que una esperaría que esa visión estuviese en este proceso evaluativo… pero parece que no.

Ya con esa mugre en el ojo, sigo leyendo la evaluación, donde el último comentario señala: Si bien la muestra tiene un tono ágil y atractivo para el género de Literatura Infantil y Juvenil, la temática detectivesca está muy explotada y no es la más original para los niños. Ahí estuvo la única baja de puntaje de la propuesta: 4 de 5 pts.

Desde una perspectiva tradicional, me parece que el comentario está en lo cierto: la temática detectivesca ha estado siempre presente en todas las generaciones. Y en la segunda aseveración también podría tener algo de razón: no es tan original para niños. Todo eso ya lo sabía yo cuando escribí mi propuesta. Pero mi inquietud era otra: ¿la temática de niñas detectives está igual de explotada? Las historias sobre niñas resolviendo misterios, siendo agentes en su escuela y en su comunidad, en la que se relate un contexto local y situado, y donde las niñeces no siempre tengan que aprender moralejas, sino que también sean sujetos que enseñan, que tienen saberes ¿también están igual de explotadas?

No tengo problema con no ser seleccionada. Da lata, sí, pero la vida sigue. Además la moral está alta, la propuesta es buena: la misma retroalimentación lo anuncia. Pero sí me parece necesario poner la alarma de que la razón de esto sea porque las personas que evalúan no diferencian niños de niñas, no entienden sus particularidades, la importancia de ofrecerles representaciones de sus experiencias diversas. Hay temáticas que han estado siempre, pero el protagonismo de las niñas en ellas no.

Hablar de niños detectives, o incluso de grupos de niños y niñas detectives, no es lo mismo que hablar de niñas detectives. Las niñas viven historias particulares, no homogéneas, pero sí con una experiencia común en función de las relaciones de poder y desigualdades que viven por ser mujeres y “menores de edad”. Y estas experiencias no tienen tanto espacio en el discurso social: las niñas en particular están poco mencionadas en la política pública, en los informes, en la academia, en la escuela, en las producciones culturales. Las niñas no están. Y la generalización “personajes niños” no hace más que confirmar aquello.

Lo anterior apuesto a pensar que no tiene relación con mala voluntad, ni mucho menos una ofensa intencional. Sino que da cuenta de un sesgo androcéntrico y la carencia de perspectiva de género que existe en este tipo de procesos. En un concurso que se esfuerza por la paridad, aplicando el criterio de género para igual selección de hombres y mujeres en las distintas líneas de postulación, parece incoherente y contraproducente este tipo de falencias. También incomoda en el contexto de un Gobierno que señala situarse desde los feminismos.

Al final toda esta situación nos viene a ejemplificar in situ, de forma concreta y acotada, la disputa que los feminismos llevan varios años ya discutiendo en la política: ¿es el cuoteo una solución a los sesgos de género? ¿bastan las acciones afirmativas paritarias para hablar de prácticas con perspectiva de género? ¿es la paridad un punto de inicio o una piedra de tope para avanzar hacia transformaciones más profundas?

Quizás esta temática también ya esté muy explotada y no sea la más original. O quizás todo lo contrario: hace falta darle la vuelta, abrir la perspectiva; hacen falta más historias y debates que nos permitan salir del canon masculino a la hora de debatir y, también, de evaluar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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