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Anita Tijoux, la reina chilena del hip hop

Nació en Francia hace 22 años, durante el exilio de sus padres, y cree en las utopías, el cambio social y el poder revolucionario de Internet. El hip hop, dice, es un virus urbano. Y Santiago ya está contagiado.


«Para los que no me conocen yo me presento: Anita, tirando los versos al viento. Con palabras suaves de mis cuerdas vocales, van volando rimas, como van volando aves, desde este a oeste, desde norte a sur, van viajando en el aire juntas en un tour…»



Cada uno de los cuatro Makiza: Anita, Seo2, DJ Squat y Cenzi se presenta a sí mismo en «Versos al viento», segundo tema de Aerolíneas Makiza, el disco de hip hop que la multinacional Sony publicó en 1999 y que ha vendido, hasta ahora, alrededor de cinco mil copias, una cifra muy buena para un disco debut dentro del apretado mercado nacional.



Pero a Makiza no sólo le va bien en ventas: la crítica local ya se cuadró ante ellos y el cuarteto tiene programadas varias actuaciones en marzo, una semana corrida de conciertos en la sala de la SCD en abril y una gira nacional junto a Manu Chao, además de una intervención en un álbum tributo a Sting que se publicará este año.



Lo más notable de Makiza es que ha alcanzado todos estos logros con un excelente disco, cargado de melodías y rimas hermosas e inteligentes. Un trabajo colectivo donde Anita aporta voz, letras y el primer rostro femenino conocido del hip hop. Un fenómeno que ha capturado la atención de los medios y el público.



«Todo esto pasa sólo porque soy mujer -dice con tedio- Yo sabía que si nos iba bien nos pasaría esto y que sería más fuerte hacia mí. El tema es qué voy a hacer yo ahora con toda esta atención».



En Aerolíneas Makiza Anita rima sobre identidad femenina, racismo, inmigrantes, campañas políticas, derechos humanos, desigualdades, militares, hambre y violencia. Son algunos de los temas del «frente lírico» que plantea Makiza. Nada más alejado del comercial de Coca Cola que le ofrecieron cantar hace algunos meses.



«Les dije que no. Primero, porque no tomo Coca Cola. Segundo, porque tienes que hacer las cosas por ti, porque te llenan. Yo no puedo cantar ‘Coca Cola disfruta’. También le dije que no a la Fanta. No me interesa».



-¿No te interesan las bebidas o no te interesa la publicidad?
-Depende de qué publicidad. Si fueran condones lo haría, porque estoy a favor del preservativo y contra el SIDA. Trabajaría por el aborto también. Pero en ninguna otra cosa, a menos que tuviera críos que alimentar.



-¿Y qué cosas te interesa hacer?
-Cosas… distintas. Quiero escribir «Denuncia al enemigo público», una canción con los nombres y la dirección de tres torturadores.



-O sea, temas más bien políticos…
-Sí, mira: la otra vez conversaba con mi papá y una amiga suya sobre la vida que habían tenido, las cosas que habían hecho y me di cuenta de que toda mi vida, toda mi infancia y mi educación fue política. Mis papás eran cheguevaristas, trotskistas. Es normal que eso tenga consecuencias en mi vida actual.



-En general, en Chile la gente de tu edad no tiene esos intereses…
-Yo tengo claro que tuve una infancia poco común. Mi mamá trabajaba con jóvenes adictos y delincuentes; mi papá vivía en huelga de hambre y mi casa siempre estaba llena de refugiados, de Palestina, de Nicaragua, gente de Soweto. Lo pasaba muy bien cuando chica. Aquí la gente no pesca y me da pena por ellos porque si este país sigue así se va a ir a las pailas. La gente estaba feliz de que Ricardo Lagos ganara, pero ganó por nada.



-¿No te sientes un poco sola en estas preocupaciones?
-Me siento frustrada, porque veo a mis papás frustrados. Cuando volvimos, mi mamá se metió en la cosa más social, pero mi papá se puso a trabajar con los sobrevivientes de la Villa Grimaldi y quedó terriblemente solo en eso. Ahora se va a devolver a Francia. Me dan asco los políticos y me dan asco los tipos del gobierno que dicen que los presos políticos son extremistas. Puro whiska-izquierda encorbatada.



-¿En qué crees?
-Yo creo en las utopías y los cambios sociales. Te voy a aburrir pero tengo una teoría; antes, la gente creía que se podía tomar el poder. Yo creo en los cambios a nivel personal y desde la periferia. Desde el arte y desde Internet. Internet es la nueva arma revolucionaria.



-¿Y crees que es posible un cambio en Chile desde esos medios?
-Sí, tiene que cambiar, no puede seguir así. Este país está convertido en un carrete. Hay pocos museos, los libros están caros, la educación sigue inaccesible. Esto se tiene que mover. Estamos como la generación vegetal. Pero hay cosas sencillas que me dan fe.



-¿Como cuáles?
-Cuando veo gente que sube a la micro y canta, no sé por qué, pero esas cosas me dan esperanza.



-¿Y por qué el hip hop crece en este ambiente tan paralizado?
-Por lo mismo. El hip hop es una enfermedad. Un virus que se instala en ciudades grandes, cosmopolitas, donde hay probemas sociales, raciales, de oportunidades. Santiago tiene esos problemas, porque está creciendo mucho, se está convirtiendo en un ghetto, construyen las casas una al lado de la otra y no hay espacio. Cuando ves puro cemento necesitas gritar, expresarte, preguntar qué está pasando. Necesitas generar energía. Eso es el hip hop.



-¿No te dan ganas de volver a Francia también?
-Sí, pero aquí todavía tengo mucho que hacer.






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