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Mal estado de conservación pone en peligro al casco histórico de Santiago

Diversos factores han colocado en riesgo el futuro de uno de los barrios más emblemáticos de la capital, paradójicamente declarado Zona de Conservación Histórica. Una serie de incendios, debido al el mal estado en que se encuentran gran parte de las casas del sector, han motivado a los vecinos a exigir una mayor preocupación de las autoridades.


Es sábado por la tarde y un grupo de personas se reúnen en la Plaza del Roto Chileno para comenzar un recorrido patrimonial por las cercanías del sector. "Queremos que la gente tome conciencia para recuperar este barrio" dice Rosario Carvajal, miembro de la Asociación de Vecinos por la Defensa del Barrio Yungay.



Se trata de una de las tantas iniciativas que la agrupación ha concretado en pos del rescate del sector. Guiados por Danilo Duarte, de la Corporación Cultural Gestarte, los vecinos visitan hitos del lugar: el monumento al Roto Chileno, la iglesia de San Saturnino, el pasaje Justiniano Sotomayor, la casa de Ignacio Domeyko y el conjunto Elisa Clark, entre otros.



Todos vestigios de importantes cambios históricos de la ciudad, en un lugar cuyos terrenos hortícolas se comenzaron a lotear en 1842 y atrajeron desde un principio a las vanguardias intelectuales y artísticas del siglo XIX. Pese a que actualmente el Gobierno y las autoridades municipales han reconocido el valor patrimonial de las construcciones y calles que conforman el barrio, el estado de conservación y resguardo de éstas deja bastante que desear.



Un ejemplo evidente son aquellas edificaciones que se han perdido en las llamas. Entre 2006 y 2007, el Cuerpo de Bomberos de Santiago registra un total de siete incendios de proporciones en el perímetro comprendido entre las calles Presidente Balmaceda por el norte, Santo Domingo al sur, Manuel Rodríguez por el este y Av. Matucana al oeste. A esta cifra hay que sumar 28 principios de incendio sin consecuencias en el mismo período y contorno.



Según explica el primer comandante de la Compañía de Bomberos de Santiago, Marcial Argandoña, estos incendios se producen principalmente por el mal estado de las líneas eléctricas de las casas, las que en gran proporción son subarrendadas a varias familias -sobre todo inmigrantes-, con la consiguiente sobrecarga y recalentamiento de los conductores que produce el uso constante de equipos eléctricos.



Esto convierte en extremadamente vulnerables las edificaciones, que fueron pensadas y construidas para las necesidades de una época, las que no corresponden a las actuales. Argandoña agrega a las causantes el deterioro de los aislantes, la existencia de roedores que habitan las casas del sector y que carcomen los cables y una cantidad importante de siniestros que se originan por fogatas de indigentes que moran las casas deshabitadas.



Negligencia y desprotección



«El casco antiguo no ha tenido inversiones que den seguridad», asegura Argandoña, denunciando además negligencia en los cuidados de esta zona. "Si queremos dar la característica de patrimonial, por las características de estos edificios, sin duda no hay ayuda y protección", enfatiza.



En esto coincide el dueño de la tradicional Peluquería Francesa, Cristián Lavaud. Embarcado hace 10 años en el proyecto de rescatar del olvido el edificio de conservación histórica que desde 1925 pertenece a su familia, Lavaud considera que el gran problema con las casas de Yungay es que se da una seguidilla de arriendos y subarriendos, con un consiguiente traspaso e intercambio en los residentes que facilita su deterioro y el mal uso de sus instalaciones.



Plantea además que hay muchas casas "tomadas" en el sector, lo que deja "de manos atadas" a los propietarios que no cuentan con los recursos para mantener las edificaciones. "Existe una mala gestión de dejar que los edificios estén abandonados", afirma y agrega que la Municipalidad debiera generar instrumentos para la recuperación.



Lavaud lanza la idea de una posible intencionalidad en los incendios del sector, además de denunciar un mal rediseño de la ciudad.



Éste se manifiesta, según Lavaud, en las contradicciones que se dan en la construcción. Sin desconocer que las ciudades crecen y son dinámicas, Lavaud dice que en Chile "se hace todo a medias: el Metro, el Bicentenario, las calles". Ejemplo de ello fue la idea de hacer una estación intermodal para Transantiago en los terrenos ubicados en la intersección de las calles Catedral con Matucana, los cuales fueron expropiados con este fin. Luego vino el "arrepentimiento" y un nuevo plan que terminó destinando el cuadrante al futuro Museo de la Memoria.



«El problema está en que a nivel nacional y de gobierno no ha sido posible que el Estado reconozca el rol del patrimonio construido, en términos de que efectivamente haya una legislación que permita contar con subsidios, apoyos a los propietarios, pero éstos no tienen ningún apoyo a cambio", dice el arquitecto del Departamento de Permisos de Edificación de la Municipalidad de Santiago, Gustavo Carrasco. "Y si es así, más la dificultad de construcción, puede incentivarse que, queriendo o no queriendo, pueda darse alguna modificación", explica.



A partir de la inquietud manifestada por los vecinos, en 1999 se restringió la altura de edificación en torno al barrio Yungay en 12 metros y se suprimió la construcción aislada sobre la continua. Posteriormente, en 2003, se aprobaron modificaciones al plano regulador de carácter más complejo y profundo.



Según Carrasco, "lo que se hace es que, a partir del registro de las características del barrio, se incorpora un conjunto bastante alto de edificios catalogados como Edificios de Conservación Histórica. A Yungay le dan una Zona de Conservación Histórica y esta zona se amplía en torno a la Plaza Brasil. Además se incorpora una nueva Zona Típica", correspondiente a las manzanas ubicadas entre calles Catedral y Compañía al Norte, Huérfanos al Sur, Av. Matucana al poniente y Libertad al Oriente.



Problema país



Sin embargo, estas medidas resultan insuficientes puesto que sólo dificultan y restringen las modificaciones y demoliciones de edificios, sin proponer vías de conservación. "Lo que logras como entidad municipal es generar un marco jurídico que ayude a que no todo desaparezca. Falta una pieza clave que es algún mecanismo de intervención estatal que vaya en el sentido no del negocio inmobiliario, sino que como apoyo la manutención de lo ya construido, sea patrimonio o no", asegura Carrasco.



El arquitecto de la Municipalidad de Santiago cree que no existen políticas nacionales respecto al patrimonio. "Es un tema de prioridades más que plata, es cómo ves el desarrollo urbano, cómo visualizas las ciudades", dice. "No podemos pretender que la sociedad esté demoliendo siempre todo, porque algún subsidio permitiría mantener un enorme parque de viviendas construidas y con eso evitas el déficit futuro".



Según Carrasco, el "Talón de Aquiles es que no hay una acción pública que vaya en ese sentido, que entienda que el desarrollo urbano no va por fomentar edificaciones donde sea sino también por recuperar lo existente. Estos barrios patrimoniales tienen interés turístico, son barrios de gran interés".



Afirma que lo que falta es "entender que el patrimonio construido no es sólo aquella pieza excepcional, única, sino entender que incluso esa pieza monumental tiene sentido y tiene un valor, que mantiene en torno a ella un tejido correspondiente a su tiempo, entender el patrimonio como lo que heredamos de nuestros padres. Toda sociedad tiene patrimonio, nuestro patrimonio corresponde a lo que hemos sido como sociedad".



Para Carrasco, este es un debate país, "porque uno ve que pasa lo mismo en Valparaíso, en el norte, y eso se ha ido recuperando gracias a una acción extraordinaria de las mismas comunidades afectadas, gracias a apoyo de empresas, etc. Sorprende que el Estado no haya intervenido en la reconstrucción de ese patrimonio religioso, lo mismo en Chiloé".



¿Señales de humo?



La existencia de incendios que destruyen edificaciones de valor patrimonial ha dado pie para que algunos vecinos planteen dudas acerca de su origen, si se toma en cuenta el factor inmobiliario. Desde hace cuatro años, cuando se inauguró la extensión poniente de la línea 5 del Metro, se tiene conocimiento de la existencia de una "estación fantasma", ubicada en la intersección de las calles Catedral y Libertad, entre las estaciones Cumming y Quinta Normal.



Esta terminal está construida subterráneamente, pero no cuenta con accesos desde la superficie y no es funcional para los ciudadanos. Pese a que los vecinos del sector han exigido su habilitación, hasta ahora sus demandas han resultado infructuosas.

Esquina donde se emplaza la estación de Metro Libertad




Consultada por este diario, la empresa comunicó que "cuando Metro proyecta sus líneas y estaciones, planifica la ocupación del territorio circundante según las densidades de población actuales y potenciales a largo plazo". Y continúa explicando que "en función de eso, Metro proyecta y construye la obra gruesa de instalaciones que se habilitarán al uso público cuando la demanda de transporte así lo justifique (basados en estudios de densidad de población), para que en un futuro, cuando sea necesaria la construcción de una nueva estación no tener que realizar trabajos invasivos que perjudiquen a los vecinos".



La visión a futuro de Metro coincide con la aparición de nuevos proyectos inmobiliarios que han edificado en las cercanías del barrio Yungay. Sin embargo, reemplazar una casa patrimonial por un edificio habitacional no es posible por el carácter patrimonial de sector, que desde 2003 es una Zona de Conservación Histórica.



Sin embargo, el primer comandante de Bomberos descarta intencionalidad en los incendios. Por medio de los interrogatorios a los habitantes y vecinos de las casas siniestradas, además de las investigaciones de cada caso, Argandoña concluye que la causa principal es el deterioro de las construcciones, las que sucumben rápidamente ante un fuego violento que se reproduce fácilmente a través de maderas antiguas, resecas y altamente combustibles.

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